La acorazada de picar entra en Vista Alegre
ENVIADO ESPECIALTodo el entramado de la fiesta, con sus escasas virtudes, sus muchos defectos, sus t¨®picos, y sus corruptelas, ha entrado en Bilbao. La acorazada de picar, tambi¨¦n, por supuesto. Ha entrado en avanzadilla, arrasando, como es su misi¨®n.
La acorazada de picar es ese artefacto b¨¦lico formado por percherones est¨²pidos, b¨¢rbaros que los encaraman, guatas, hierros, arma que fue puya y ahora es misil; y toda la mala idea del mundo. La acorazada de picar est¨¢ hecha la mitad de armamento y utillaje, la otra mitad de mala idea.
Cuando el b¨¢rbaro que se encarama en est¨²pido percher¨®n lanza su misil, arrasa cuanto haya sobre el toro, en el toro, bajo el toro. El toro se cree que le ha pasado por encima un tren. El b¨¢rbaro apunta a la mitad geom¨¦trica del toro y clava por all¨¢ m¨¢s o menos, frecuentemente tirando hacia la penca del rabo. En el ataque, se lleva por delante pelo, pellejo, seis moscas zumbonas, una colonia de garrapatas, m¨²sculos, v¨¦rtebras, espina dorsal, cuarto kilo pulm¨®n. Lo que haga falta se lleva.
Plaza de Bilbao, 20 de agosto
Primera corrida de feria.Toros de Ram¨®n S¨¢nchez bien presentados, mansos y de mal estilo; cuarto, condenado a banderillas negras. D¨¢maso Gonz¨¢lez. Media estocada ca¨ªda (ovaci¨®n y saludos). Tres pinchazos. descabello (silencio). Tom¨¢s Campuzano. Estocada ca¨ªda (silencio), Dos pinchazos Y estocada desprendida (vuelta). Espartaco. Estocada corta baja (silencio). Bajonazo (vuelta).
Aquella frase cl¨¢sica aplicable al toro picado que dec¨ªa "le cae la sangre hasta la pezu?a", ha ca¨ªdo en desuso con la acorazada de picar. Con la acorazada de picar, los toros sangran por la barriga hasta el meano, y a poco que se le contin¨²e permitiendo a los b¨¢rbaros que encaraman percherones est¨²pidos lanzar sus misiles donde les venga en ganas, los toros sangrar¨¢n hasta la pezu?a, pero de la pata trasera.
Los toros que arrasaba ayer la acorazada de picar, curiosamente sal¨ªan de chiqueros inv¨¢lidos casi todos y, por tanto, no hac¨ªa falta que les arrasaran nada. Cuando no sal¨ªan inv¨¢lidos, como el cuarto, que fue un gal¨¢n de tremenda arboladura y fuerza a tono, lo asesinaron. La mansedumbre del toro le vali¨® el castigo de las banderillas negras. Este castigo, m¨¢s moral que f¨ªsico, era innecesario aplicarlo al manso, pues del ¨²nico misilazo que acept¨®, hab¨ªa salido con ansias de muerte y, naturalmente, se quer¨ªa morir. Los toros son como las personas en algunas cosas.
D¨¢maso Gonz¨¢lez le intent¨® dar pases igual que hab¨ªa hecho con el primero, de incierta embestida. A D¨¢maso no le inspiraban los nubarrones que oprim¨ªan la opaca bocana del coso de Vista Alegre, los cuales soltaron tres aguaceros para que fa afici¨®n fuera haci¨¦ndose una idea y se diese unas carreras ol¨ªmpicas tendido arriba. A Espartaco tampoco le inspiraban. O fue la inv¨¢lida mansada de Ram¨®n S¨¢nchez, amalgamada con el mal estilo de sus productos y el no muy santo del torero, lo que le hizo estar bullicioso y nada m¨¢s.
En cambio, Tom¨¢s Campuzano, que en peores garitas habr¨¢ hecho guardia se sent¨ªa a gusto, y tras exponer alamares y lo de dentro en su primer toro, que desarrollaba sentido, al quinto le sac¨® buenos muletazos. No se trataba de tarea f¨¢cil pues, por ser inv¨¢lido, el toro ten¨ªa media arrancada pero Campuzano consinti¨® y oblig¨® cuando y, como se deb¨ªa. La faena, result¨® excesivamente larga, para lo que mandaban la escasa fortaleza del animal y el sentido de la mesura.
Por las andanadas hab¨ªa algunas pe?as, de pocos miembros y sonoras charangas. No hac¨ªan la fiesta popular que quiere el astenagusia, y su presencia parec¨ªa ser solo testimonial, como la marijaia que exhib¨ªa el gigantismo de sus axilas.
Sobre el palco que ocupa el piquete de la Guardia Civil, alguien coloc¨® un enorme cartel¨®n, con la leyenda "que se vayan". Otro igual hac¨ªa falta sobre el patio de caballos, que ocupa la acorazada de picar.
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