Bjorn Borg
El mejor jugador de los a?os setenta se divorciar¨¢ de la mujer que le anim¨® a abandonar el tenis
El tenista sueco Bjorn Borg, de 28 a?os de edad, anunci¨® el pasado mi¨¦rcoles, a trav¨¦s de su representante, Mark McCormack, que va a divorciarse de Mariana Simionescu, la mujer que le hizo abandonar el tenis cuando estaba en la c¨²spide, en 1982. Borg ha pasado unos d¨ªas en las islas Hawai con una joven sueca de 17 a?os, Jannicke Bjorling, con la que, al parecer, mantiene un idilio. Dicen los que conocen a Borg que si la separaci¨®n se hubiese producido tinos meses antes, el tenista sueco ya estar¨ªa preparando en estos momentos su reaparici¨®n en el Open de Estados Unidos, que comienza la pr¨®xima semana en el complejo de Flushing Meadow, en Nueva York.
Mariana Simionescu, acompa?ante de Borg desde 1976 y su mujer desde 1980, tiene, seg¨²n dicen sus ¨ªntimos, una cuota de responsabilidad muy elevada en la decisi¨®n del tenista sueco de abandonar el deporte a los 26 a?os. Lennart Bergelin, entrenador de Borg, ha llegado a comentar que "Mariana s¨®lo so?aba con divertirse". Quiz¨¢s haya un transfondo de resentimiento en las palabras de Bergelin, pues Mariana le rob¨® parte de su protagonismo ¨ªntimo en los continuos viajes de Borg. Antes de la aparici¨®n de ella -el romance se inici¨® en el torneo de Wimbledon de 1976-, Bergelin pasaba las 24 horas del d¨ªa junto a su pupilo.. A partir de entonces Mariana le sustituy¨® en las partidas nocturnas de cartas.Mariana era la segunda mejor jugadora de tenis de, su pa¨ªs, Rumania. Abandon¨® la competici¨®n para consagrarse a su hombre. "Yo quer¨ªa ser la mejor jugadora del mundo", sol¨ªa repetir. "Y me he convertido en la esposa del mejor jugador del mundo".
Esta mujer le mostr¨® a Borg lo que era la vida. Tras 11 a?os de cinco horas diarias de entrenamientos, Mariana comenz¨® a introducir en su mente la idea de que en el mundo hab¨ªa algo m¨¢s que tenis. No era dif¨ªcil. La vida de Borg en los torneos era de una monoton¨ªa pat¨¦tica. Borg dorm¨ªa entre 10 y 12 horas para recuperarse del esfuerzo del d¨ªa anterior; se levantaba, desayunaba en la habitaci¨®n e inmediatamente part¨ªa hacia las pistas para entrenarse. Mariana se personaba en el club para contemplar el partido de turno de su marido y luego le esparaba haciendo tiempo mientras ¨¦ste recib¨ªa una hora de masajes. Sol¨ªa lavar la ropa de Bjorn en el ba?o de la habitaci¨®n del hotel. Las horas de matrimonio se limitaban a una cena frugal en la que el volumen del televisor llenaba los dem¨¢s vac¨ªos de la habitaci¨®n.
Tras un viaje a Grecia y una peque?a crisis matrimonial, Mariana logr¨® introducir la duda en el cerebro de Borg. El tenista corrienz¨® a aburrirse de tantas horas de gol pear la bola. Estaba m¨¢s c¨®modo tranquilo y relajado leyendo un c¨®mic en un yate perdido en el mar Adri¨¢tico. Y en 1982 decicli¨® reti rarse. Tras haber ganado seis ve ces en Roland Garros y cinco en Wimbledon, Borg se iba con s¨®lo 26 a?os. "Quiero quedarme en la cama o pasear", dijo entonces el jugador sueco. "Ir donde me plazca sin que los d¨ªas se parezcan como gotas de agua". Mariana a?adi¨®: "Al fin podremos vivir, disfrutar de lo que tenemos". Borg quer¨ªa m¨¢s: "Me gustar¨ªa formar una familia, tener dos hijos".
Con miles de millones de pesetas en el banco, una isla, tres mansiones y 12 agentes de bolsa trabajando para ellos, Bjorn y Mariana pasaron a divertirse. Ahora la diversi¨®n parece haber terminado. Bjorn vendi¨® su isla el pasado mes de julio, cuando la crisis ya parec¨ªa inminente. Mariana est¨¢ en Montecarlo, en el domicilio conyugal. Bjorn se ha liado la manta a la cabeza y ha pasado unos d¨ªas en Hawaii con una chica de 17 a?os, Jannicke, que unos meses atr¨¢s a¨²n iba a la escuela. Su hermana, Eva, de 16 a?os, dice que "s¨®lo son dos amigos que salen juntos". Quiz¨¢s con Jannicke, Borg haya recuperado el placer de divertirse leyendo c¨®mics.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.