El acuerdo obtenido por Betancur, pese a la oposici¨®n de los militares, pone fin a 40 a?os de violencia pol¨ªtica
Bogot¨¢ y las grandes ciudades de Colombia amanecer¨¢n hoy inundada de palomas. Es el homenaje de los artistas colombianos a la paz reci¨¦n firmada con las guerrillas, que pone fin a casi 40 a?os de violencia. Nadie sabe a ciencia cierta cu¨¢ntos fueron los muertos. Hay quien afirma que pasaron de 300.000 s¨®lo en la guerra entre liberales y conservadores, que tuvo su expresi¨®n m¨¢s feroz en el bogotazo de 1948. La cuota de v¨ªctimas en los ¨²ltimos 20 a?os asciende, seg¨²n la revista militar Enlace, a 72.000, un promedio de cinco por d¨ªa. Una p¨¢gina negra de la historia a la que se dio vuelta esta semana, pese a la oposici¨®n de los militares.
Belisario Betancur es el padre de esta tregua. Por ella se reuni¨® con los l¨ªderes del M-19 en Madrid. Por primera vez, dos jefes guerrilleros. entraron en el palacio presidencial de Nari?o convertidos en negociadores oficiales. Betancur destituy¨® fulminantemente a su ministro de Defensa, general Fernando Landaz¨¢bal, cuando se convirti¨® en un obst¨¢culo insuperable para el proceso.Cualquier pol¨ªtico desinformado que llegase de pronto a este pa¨ªs creer¨ªa encontrarse en un manicomio, porque nunca se vio que presidentes dialoguen con guerrilleros, y mucho menos que ordenen a su Ej¨¦rcito poner fin a toda persecuci¨®n sin que el enemigo se rinda previamente. Este ins¨®lito presidente conservador ha puesto en pr¨¢ctica aquel eslogan, tan querido del mayo franc¨¦s, de "la imaginaci¨®n al poder".
El camino de la paz
El laborioso camino hacia la paz se inici¨® en septiembre de 1982 con la amnist¨ªa otorgada un mes despu¨¦s de su toma de posesi¨®n. Antonio Duque, comisionado presidencial para la zona del Magdalena Medio, asegura que unos 2.000 guerrilleros se acogieron a la amnist¨ªa y que 920 han sido ya reincorporados a la vida normal. Muchos de ellos se han convertido en peque?os propietarios agr¨ªcolas.La amnist¨ªa incluy¨® por primera vez un programa de ayudas econ¨®micas. Como si se tratase de un subsidio de paro, los amnistiados recibieron durante el primer semestre 9.000 pesos mensuales (14.000 pesetas). Si no consegu¨ªan trabajo en ese plazo, la ayuda se prolongaba hasta los 12 meses, aunque reduci¨¦ndose su cuant¨ªa progresivamente.
Los grupos m¨¢s conservadores criticaron esta pol¨ªtica argumentando que se trataba de un premio para los alzados en armas. El mantenimiento de los amnistiados ha costado al tesoro unos 100.000 pesos diarios, y algunas estimaciones elevan el costo total del programa hasta 70.000 millones, una sexta parte del presupuesto anual. La mayor¨ªa opina que el precio de la guerra ser¨ªa mucho mayor.
Las guerrillas colombianas nunca creyeron, sin embarg¨®, que la amnist¨ªa, trajera por s¨ª sola la paz. Durante meses exigieron un di¨¢logo directo con el presidente para poner fin a la guerra. Rodeado de un Ej¨¦rcito que consideraba cualquier negociaci¨®n como una afrenta personal, Betancur vacil¨® durante meses antes de poner en pr¨¢ctica su propia frase de que estaba dispuesto a cualquier esfuerzo por la paz.
Dentro de la guerrilla tampoco faltaron incomprensiones. El Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional (ELN), que reclama la herencia castrista, se mantuvo inflexible al margen del proceso. Es la ¨²nica voz discrepante de la tregua, y justamente un d¨ªa antes de la firma ejecut¨® un ataque que ha sido condenado por unanimidad.
El acuerdo de 'Tirofijo'
El guerrillero m¨¢s legendario de Colombia, Manuel Marulanda Tirofijo, jefe militar de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), lleg¨® a un r¨¢pido acuerdo con el Gobierno, aunque las dem¨¢s organizaciones le han criticado que en su convenio no hay ninguna referencia pol¨ªtica.Tirofijo lleva un fusil al hombro desde 1949, cuando organiz¨® su primera partida. En 1964 fund¨® las FARC, una prolongaci¨®n del partido comunista que lleg¨® a tener, seg¨²n informes militares, cerca de 12.000 hombres en armas.
El prestigio del veterano guerrillero no pudo impedir que uno de los 27 frentes de su organizaci¨®n desobedeciera el alto el fuego para seguir la guerra en solitario. Esta columna disidente, que dirige el comandante ?scar, reivindica el nombre de Ricardo Franco, un ex jefe de las FARC que fue fusilado por su organizaci¨®n al negarse a entregar el mando de una columna.
Varios jefes militares han denunciado frecuentes rupturas de la tregua por parte de las FARC, mientras ¨¦stos acusaban al Ej¨¦rcito de hostilizarlos desobedeciendo las ordenes presidenciales. El ¨²nico hecho cierto es que la comisi¨®n de verificaci¨®n y control no se ha podido constituir todav¨ªa, cuando se cumplen tres meses del cese de hostilidades, porque las Fuerzas Armadas lo impidieron en tres ocasiones.
Los alzados en armas est¨¢n convencidos de que el Ej¨¦rcito har¨¢ cuanto est¨¦ en sus manos por boicotear el alto el fuego. Est¨¢ en juego toda una concepci¨®n del Estado. Los compromisos asumidos por el Gobierno obligan a desmontar un sistema que se encuentra bajo tutela militar y abrir las v¨ªas de una democracia que garantice el libre juego de las ideas.
Betancur ha dado el primer paso. Los siguientes ser¨¢n tal vez m¨¢s dif¨ªciles, porque es ahora cuando entran en discusi¨®n los intereses pol¨ªticos y econ¨®micos de cada grupo. La paz tiene que bajar de la monta?a a los llanos. De ah¨ª que los guerrilleros prefieran hablar todav¨ªa de tregua. Las palomas de Picasso que invaden hoy los balcones, los muros y aun los rostros de Bogot¨¢ son un grito de esperanza m¨¢s que una realidad tangible.
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