El campo espa?ol y los recelos comunitarios
Desde que, en 1977, Espa?a solicitara formalmente la adhesi¨®n a la CEE han pagado siete a?os. Durante m¨¢s de seis a?os de este per¨ªodo de negociaciones, el cap¨ªtulo agr¨ªcola estuvo bloqueado. Es a partir de octubre de 1983 cuando en la cumbre de Luxemburgo se modific¨® el reglamento 1.035 de frutas y hortalizas se dio luz verde para iniciar la discusi¨®n de tan decisivo cap¨ªtulo.La modificaci¨®n de la normativa comunitaria en frutas y hortalizas, solicitada por los pa¨ªses mediterr¨¢neos de la Comunidad, fue posible con la condici¨®n de vincularla al denominado paquete de Stuttgart, en el que se contempla dicha modificaci¨®n, con otros cambios en la pol¨ªtica agr¨ªcola com¨²n, as¨ª como el desbloqueo en los l¨ªmites a los recursos propios, la contribuci¨®n brit¨¢nica y la ampliaci¨®n a Espa?a y Portugal. La compleja problem¨¢tica comunitaria, cuya soluci¨®n global se inici¨® en Stuttgart, tard¨® un a?o en concretarse en soluciones pr¨¢cticas que fueron adopt¨¢ndose en las sucesivas cumbres europeas de Luxemburgo, Atenas, Bruselas, culminando en Fontainebleau en junio de 1984.
El peculiar funcionamiento de la CEE, los muy diversos intereses nacionales en cada tema objeto de debate, obligan frecuentemente a utilizar la t¨¦cnica del paquete, en el que cada parte obtiene soluciones satisfactorias en alguna de sus demandas, junto a concesiones a otros pa¨ªses miembros. La t¨¦cnica del paquete de medidas implica algunos aspectos t¨¢cticos de gran inter¨¦s en la l¨®gica de la vida diaria comunitaria. Casi ning¨²n voto es gratis en la CEE, aunque la cuesti¨®n a debate sea indiferente para un pa¨ªs. El apoyo o la oposici¨®n a otros supone una estrategia de alianzas en aquellos que puedan recabar el voto en otras cuestiones vitales para un pa¨ªs miembro.
Decisiones aplazadas
Por otra parte, las grandes decisiones pol¨ªticas no se adoptan sino tras un largo proceso de maduraci¨®n, en el cual no son frecuentes los avances parciales. Es m¨¢s habitual la t¨¦cnica de la identificaci¨®n de problemas. Un conflicto respecto a alguna cuesti¨®n de las denominadas mayores implica su aislamiento, su estudio detenido, se contemplan las aristas..., pueden pasar meses, hasta a?os, en los cuales otros problemas mayores van constituyendo islotes de conflictividad.
La propia mec¨¢nica de funcionamiento de la CEE puede sufrir el riesgo de colapso cuando el rango de los conflictos acumulados y sin resolver supera un cierto umbral. Es entonces cuando la voluntad pol¨ªtica de los Estados miembros hace posible la elaboraci¨®n del paquete de soluciones y cada pa¨ªs miembro se ve obligado a aceptar la adquisici¨®n del "lote de productos surtidos", o bien romper la baraja, levantarse de la mesa y abandonar el juego. Existen m¨²ltiples ejemplos en los 25 a?os de vida comunitaria que pueden ilustrar este modo, un tanto extravagante, de avanzar en la construcci¨®n de una Europa unida.
La agricultura ha constituido, en buena medida, el cemento de la integraci¨®n europea en los a?os pasados. Si la CEE es hoy algo m¨¢s que una zona de librecambio, si existen recursos propios y pol¨ªticas supranacionales, no hay que olvidar que la pol¨ªtica agr¨ªcola com¨²n (PAC) fue el primer intento serio de cesi¨®n de soberan¨ªa por parte de los Estados miembros. Con el paso de los a?os, la rigidez en el funcionamiento institucional comunitario, fundamentalmente el proceso de toma de decisiones, ha impedido la flexibilidad en la adaptaci¨®n de la PAC a circunstancias muy distintas a las originales. La denominada irracionalidad de la PAC est¨¢ m¨¢s en la falta de agilidad de movimiento de las instituciones comunitarias, en las que la cristalizaci¨®n de intereses. nacionales consolidados puede llegar a provocar la par¨¢lisis, que en los propios enunciados y mecanismos de regulaci¨®n de mercados, que responden habitualmente a situaciones precedentes.
El potencial espa?ol
La adhesi¨®n de Espa?a ha venido a coincidir con una fase de necesarias modificaciones en la PAC. La agricultura espa?ola ha sido m¨¢s una excusa, una especie de pintoresco reh¨¦n, en la estrategia de cambio provocado por tres hechos internos comunitarios: a) la elevaci¨®n del coste financiero de la PAC, muchas veces destinado a la producci¨®n de excedentes invendibles; b) la necesidad de reequilibrar el apoyocomunitario a la agricultura, con mayor protecci¨®n a los sectores de agricultura mediterr¨¢nea y a regiones desfavorecidos y de monta?a, y c) la distinta ¨®ptica de pol¨ªtica agraria entre pa¨ªses m¨¢s librecambistas, Reino Unido como prototipo, y pa¨ªses m¨¢s proteccionistas de la agricultura europea, sirva de ejemplo Francia.
En este escenario de fuego graneado interno, la actitud de la Comunidad Econ¨®mica Europea hapia la agricultura espa?ola ha sido, desde 1977, realmente desproporcionada, roz¨¢ndose muchas veces lo grotesco. Desde el des,afortunado informe Deschoux, en 1977, sobre las producciones agrarias mediterr¨¢neas, fue cre¨¢ndose el fantasma de la potencialidad de la agricultura espa?ola, llegando incluso a crear falsas expectativas en el interior de nuestro pa¨ªs, como si Espa?a pudiera convertirse de la noche a la ma?ana en gran potencia agropecuaria.
Para cualquier experto imparcial, la potencialidad hecha acto se da precisamente en los pa¨ªses miembros de la actual CEE, donde la protecci¨®n de la PAC durante 25 a?os ha logrado un nivel de rendimientos y productividad sorprendentes.
La agricultura espa?ola, a pesar de una climatolog¨ªa mucho m¨¢s adversa, con un medio f¨ªsico muy accidentado (Espa?a ser¨¢ el pa¨ªs m¨¢s monta?oso de la CEE ampliada a 12 miembros), ha logrado un desarrollo aceptable merced a un proteccionismo eficaz en frontera. Efectivamente, salvo en materias primas para piensos y productos tropicales, Espa?a ha, logrado pr¨¢cticamente el autoabastecimiento en productos agrarios. Los productos ganaderos, cereales y az¨²car, es decir, los denominados productos continentales o de influencia atl¨¢ntica, suponen algo m¨¢s del 50% de la producci¨®n final agraria espa?ola. Se trata, adem¨¢s, de los sectores m¨¢s excedentarios de la CEE.
Las frutas y hortalizas, incluyendo las flores, el vino y el aceite de oliva, no representan m¨¢s del 33% de la producci¨®n final agraria espa?ola. Estos son los productos que han provocado el pavor de los exorcistas comunitarios. En el caso del vino y del aceite de oliva, el origen de las preocupaciones comunitarias est¨¢ en el coste financiero adicional que podr¨ªa repre sentar aplicar a Espa?a la pol¨ªtica comunitaria en estos sectores. Se trata de productos que apenas han supuesto coste financiero, frente a la desproporci¨®n del sector l¨¢cteo comunitario, y con la adhesi¨®n de Grecia, Espa?a y Portugal podr¨ªan generar algunos desequilibrios. Pero se trata m¨¢s de inadecuaci¨®n de la actual pol¨ªtica comunitaria, como se ver¨¢ m¨¢s adelante, que un problema que aporte Espa?a. En este sentido, es preciso recordar que la CEE es deficitaria en grasas vegetales, y el principio de prefe rencia comunitaria obliga a una razonable protecci¨®n al aceite de oliva europeo.
Postura irracional
Pero el caso m¨¢s pintoresco de irracionalidad frente a la agricultura espa?ola se da en el sector de frutas y hortalizas. La CEE es una zona claramente deficitaria de estos productos. De ah¨ª las tradicionales exportaciones espa?olas, que hacen de este sector, de alg¨²n modo, el m¨¢s vinculado con la econom¨ªa europea desde hace muchos a?os. El d¨¦ficit comunitario en muchos de estos productos le ha permitido a la CEE establecer tradicionales corrientes de intercambios con otros muchos pa¨ªses terceros de la cuenca mediterr¨¢nea.
La adhesi¨®n de Espa?a comple menta la producci¨®n comunitaria en frutas y hortalizas. Este es un hecho que no debe ignorar la CEE Pero Espa?a tampoco puede igno rar que aparecen dos problemas para la CEE. Por un lado, para algunos agricultores comunitarios franceses y holandeses, principalmente, y, por otro lado, en las relaciones comerciales con otros pa¨ªses terceros de la cuenca mediterr¨¢nea. La posici¨®n negociadora espa?ola no ha ignorado estos problemas, que no deben ser considerados ni mayores ni menores que otros muchos que para Espa?a o la propia Comunidad deben encontrar una soluci¨®n aceptable en el proceso negociador.
Formalmente, la negociacion del cap¨ªtulo agr¨ªcola se inici¨® en la conf¨¦re¨¢bia negociadora del d¨ªa 21 de febrero de 1984, con la entrega de la posici¨®n inicial comunitaria. Dicha posici¨®n estaba inspirada por un documento de la Comisi¨®n Europea de julio de 1983. La declaraci¨®n de la CEE abordaba los denominados aspectos horizontales, es decir, los de car¨¢cter m¨¢s general del per¨ªodo de transici¨®n, para todos los productos, excepto para el vino y las materias grasas.
La posici¨®n comunitaria obtuvo respuesta por parte espa?ola en la conferencia negociadora del d¨ªa 21 de marzo. Posteriormente, la CEE entreg¨® un nuevo documento agr¨ªcola a Espa?a en la sesi¨®n del 19 de junio, y Espa?a, una declaraci¨®n complementaria el d¨ªa 24 de julio. Tras todo este intercambio de posiciones, existe l¨®gica preocupaci¨®n en los sectores econ¨®micos, ya que la complejidad del proceso negociador imprime un car¨¢cter para iniciados o expertos en un tema que, por otra parte, est¨¢ presente diariamente en los medios de comunicaci¨®n. Todo ello puede llevar a provocar un cierto confusionismo, estimulado por leg¨ªtimas maniobras de los intereses politicos, econ¨®micos o diplom¨¢ticos en juego.
Desde una ¨®ptica personal, creo oportuno efectuar un an¨¢lisis de los principales problemas que afectan al cap¨ªtulo agr¨ªcola, en la negociaci¨®n de adhesi¨®n de Espa?a, en base a la t¨¦cnica de identificaci¨®n de problemas, sin prejuzgar en ning¨²n caso la futura evoluci¨®n de las negociaciones.
El caso de las frutas y hortalizas
Por sus peculiares caracter¨ªsticas, productos muy numerosos, perecederos, etc¨¦tera, la regulaci¨®n comunitaria en el sector de frutas y hortalizas es bastante original. Pero esto no es una excepci¨®n en la pol¨ªtica agr¨ªcola de la CEE, en la que la normativa aplicable a cada sector se adapta a las caracter¨ªsticas del producto, del grado de autoabastecimiento, etc¨¦tera, lo cual da enorme complejidad al conocimiento de la PAC.
La pol¨ªtica en el sector de frutas y hortalizas, basada en el ya famoso reglamento 1.035, contempla un regimen variable de protecci¨®n exterior y un regimen de intervenciones en el mercado interior. La protecci¨®n exterior, variable seg¨²n productos y variable tambi¨¦n seg¨²n pa¨ªses, se basa en la aplicaci¨®n de derechos de aduana, la aplicaci¨®n en algunos mercados, b¨¢sicamente el franc¨¦s, de calendarios a la importaci¨®n, as¨ª como el establecimiento de precios m¨ªnimos de entrada, denominados precios de referencia, para sostener el nivel de precios internos y, por tanto, las rentas de los agricultores comunitarios.
Por lo que respecta al r¨¦gimen de intervenciones en el mercado interior comunitario, los precios de compra por parte de los organismos de intervenci¨®n est¨¢n muy alejados del denominado precio de base, no siendo un r¨¦gimen similar al del precio de garant¨ªa aplicable a otros sectores, sino m¨¢s bien un sistema de indenmizaci¨®n al agricultor, en caso de hundimiento coyuntural del mercado de un producto.
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