El fin del comercio de Estado
Espa?a, desde el d¨ªa de la adhesi¨®n, y como miembro de la CEE, tiene derecho a que el precio de referencia que se aplica a pa¨ªses terceros sea sustituido, corno en el caso de Grecia, por un precio de oferta espa?ol, que se desmantele a lo largo del per¨ªodo de transici¨®n con distinto grado de celeridad si se quiere, seg¨²n el grado de sensibilidad de cada grupo de productos. El objetivo para Espa?a no debe ser tanto el deseo de invadir ning¨²n tipo de mercado, sino m¨¢s bien ejercer los derechos del pa¨ªs miembro, con intensidad gradual, pero creciente, desde el d¨ªa de la adhesi¨®n.Adem¨¢s, es preciso que cualquier nueva estrategia mediterr¨¢nea de la Comunidad tenga en cuenta el derecho que Espa?a y otros pa¨ªses miembros de la CEE productores de frutas y hortalizas tienen de que se aplique en este sector, tambi¨¦n, el principio de la preferencia comunitaria.
Los productos continentales
El principal elemento de protecci¨®n exterior para los denominados productos de tipo continental, el comercio de Estado, habr¨¢ desaparecido desde el d¨ªa de la adhesi¨®n de Espa?a a la CEE. Es decir, al contrario que otros instrumentos de protecci¨®n en frontera, que pueden desmantelarse de un modo gradual, el r¨¦gimen de comercio de Estado, por tratarse de un sistema claramente incompatible con la normativa comunitaria, deber¨¢ sustituirse desde el principio.
La mayor parte parte de los sectores que est¨¢n sometidos al r¨¦gimen de comercio de Estado han logrado, libres de la competencia, exterior, un nivel de autosuficiencia razonable. Pr¨¢cticamente la producci¨®n de todo tipo de carnes, az¨²car y trigo s¨®lo han precisado de importaciones coyunturales en los ¨²ltimos a?os. En el caso del sector l¨¢cteo, el nivel de autoaprovisionamiento alcanza el 93%, siendo tan s¨®lo precisas importaciones de quesos, algunos productos l¨¢cteos transformados, leche desnaturalizada en polvo para alimentaci¨®n animal, y s¨®lo coyunturalmente leche fresca, de modo muy espor¨¢dico y estacional.
El desarrollo de la producci¨®n espa?ola en estos sectores se ha obtenido en condiciones estructurales mucho m¨¢s deficientes que las que se dan en los pa¨ªses de la CEE. Los rendimientos son, por t¨¦rmino medio, inferiores.
La adhesi¨®n de Espa?a a la CEE crea problemas de adaptaci¨®n en m¨²ltiples sentidos. Sin embargo, la regulaci¨®n del mercado en estos productos es en la CEE lo suficientemente s¨®lida para que, en cualquier caso, no deba temerse por el nivel de renta de los agricultores. Sin embargo, existen otros aspectos que aconsejan prudencia: la balanza comercial agraria, la industria de transformaci¨®n, la futura pol¨ªtica comunitaria de precios de garant¨ªa e intervenciones, que amenaza ser mucho m¨¢s restrictiva que en el pasado... Estos factores y otros muchos justifican la petici¨®n espa?ola de una apertura muy gradual de los intercambios que permita la adaptaci¨®n de estos sectores a la nueva realidad del mercado comunitario. El control de los intercambios exigir¨ªa la aplicaci¨®n durante 10 a?os de un mecanismo de vigilancia adaptado a las caracter¨ªsticas y sensibilidad de cada sector.
Otro caso distinto es el del ma¨ªz. Espa?a es importador neto de grandes cantidades de ma¨ªz, que hist¨®ricamente han sido adquiridas al nivel de precios del mercado mundial. La elevaci¨®n de precios en el mercado internacional en las dos ¨²ltimas campa?as ha dejado sin efectos la pol¨ªtica de suministro de ma¨ªz para piensos a precios baratos. Pero es indudable que los precios internacionales seguir¨¢n oscilando y la adhesi¨®n de Espa?a a la CEE no permitir¨¢ beneficiarnos de las coyunturas de precios bajos, por la necesaria aplicaci¨®n del principio de la preferencia comunitaria que lleva a una s¨®lida protecci¨®n en frontera a los cereales comunitarios.
Por otra parte, la necesidad de garantizar una suficiente protecci¨®n a la producci¨®n espa?ola de ma¨ªz y, sobre todo, de cebada, ha aconsejado en los dos ¨²ltimos a?os el establecimiento de precios de entrada para el ma¨ªz de importaci¨®n que no impidieran la normal comercializaci¨®n de los cereales forrajeros de producci¨®n nacional.
Como corolario de todo lo anterior se deduce que el ma¨ªz no ser¨ªa en s¨ª mismo un producto sensible en el proceso de adhesi¨®n, al importarse millones de toneladas al a?o, como en el caso de c¨ªtricos en la CEE. Sin embargo, el alto grado de sustituibilidad entre el ma¨ªz, cebada y otros cereales forrajeros en la alimentaci¨®n animal aconsejan una apertura gradual de los intercambios para facilitar una correcta comercializaci¨®n de la producci¨®n espa?ola de cereales forrajeros durante el per¨ªodo de transici¨®n.
El caso del sector porcino
El sector porcino es el que presenta en el complejo global de la adhesi¨®n unas caracter¨ªsticas m¨¢s peculiares. La actual normativa comunitaria de tipo sanitario impedir¨¢ que la apertura de los intercambios se efect¨²e de una forma sim¨¦trica. Es decir, seg¨²n la posici¨®n comunitaria, los pa¨ªses actualmente miembros de la CEE podr¨ªan exportar hacia Espa?a sus productos, pero las exportaciones espa?olas estar¨ªan prohibidas mientras se mantuvieran los actuales problemas sanitarios.
La actual pol¨ªtica sanitaria de la CEE, que permite ciertos tipos de intervenciones en las zonas aisladas comercialmente por motivos sanitarios, ser¨¢ en el futuro, cuando finalice el per¨ªodo de transici¨®n, la normativa aplicable en Espa?a. Pero el per¨ªodo de transici¨®n, en este sector debe tener en cuenta la especificidad de la problem¨¢tica en cuesti¨®n, haciendo posible que los planes de erradicaci¨®n de la enfermedad den resultados, antes de que la concurrencia de mercanc¨ªas comunitarias afecten irreversiblemente al sector. Se trata, pues, de un problema mayor dentro del cap¨ªtulo agr¨ªcola.
En las materias grasas, junto con el vino, la Comunidad no ha fijado a¨²n posici¨®n negociadora. Sin embargo, es importante analizar tambi¨¦n estos sectores.
La pol¨ªtica comunitaria de grasas vegetales fue concebida para la primitiva Comunidad de seis miembros. Se basa en un acentuado liberalismo comercial en las importaciones de semillas oleaginosas y aceites vegetales. El fuerte d¨¦ficit en este cap¨ªtulo de la primitiva Comunidad aconsej¨® que el mantenimiento del aceitede oliva italiano, de la colza, girasol y otas semillas oleaginosas se efectuar¨¢ a trav¨¦s de ayudas directas al cultivo, en lugar de a trav¨¦s de tina protecci¨®n en frontera frente a la concurrencia exterior.
La ampliaci¨®n hacia los pa¨ªses mediterr¨¢neos, Grecia, Portugal y Espa?a incrementa el grado de auto abastecimiento comunitario en aceites y semillas, por lo que el sostenimiento de las ayudas se encarece. De alg¨²n modo, en el futuro, la CEE est¨¢ obligada a renegociar en el marco del GATT su pol¨ªtica de grasas. De ah¨ª la posici¨®n de la Comisi¨®n Europea, en su informe al Consejo de Ministros, de que la CEE solicite a Espa?a mantener al menos en cinco a?os de per¨ªodo de transici¨®n su actual pol¨ªtica de protecci¨®n exterior en el sector de semillas oleaginosas y aceites de semillas.
Por lo que respecta al aceite de oliva y la producci¨®n espa?ola de semillas oleaginosas, la ¨²nica posibilidad razonable es que el per¨ªodo de transici¨®n contemple una transici¨®n cl¨¢sica, es decir, aproximaci¨®n-gradual de precios y ayudas, para adoptar de un modo total desde la adhesi¨®n el actual acquis comunitario.
El vino
Adrien Ries, antiguo director en la Comisi¨®n Europea, ha escrito: "El vino tiene que madurary, al rev¨¦s que en otros productos agr¨ªcolas, el almacenamiento mejora la calidad; tratarlo con el sol artificial de las azucareras, mezclarlo con vinos importados o adulterarlos con alquimias es violar el car¨¢cter sagrado del vino. El vino es una bebida, y como tal, entra en competencia con otras bebidas; pero es tambi¨¦n un producto agr¨ªcola, como la leche, el zumo de manzana o el jugo de naranja. Gravarlo como se grava la cerveza, el alcohol, los cigarrillos o la gasolina no es s¨®lo prueba de mal gusto o de costumbre b¨¢rbara, sino que viola el car¨¢cter sagrado del Mercado Com¨²n Agr¨ªcola" (*).
Las palabras de Ries evitan, por su contundencia, una mayor explicaci¨®n de la problem¨¢tica vitivin¨ªcola europea. La. producci¨®n se ha multiplicado de un modo artificial. Italia y Francia, con la mitad de superficie que Espa?a, doblan la producci¨®n espa?ola. Esto suele ocurrir cuando la vi?a abandona las tierras que son adecuadas, para desplazar otros cultivos en zonas llanas, de regad¨ªo, etc¨¦tera. Los rendimientos se elevan, la calidad baja y se producen excedentes que es preciso transformar en alcohol invendible. Junto a todo ello, las producciones que se obtienen en zonas donde la carencia de sol impide suficiente riqueza alcoh¨®lica son enriquecidas artificialmente con adici¨®n de sacarosa. El consumo de vino se desestimula de forma en¨¦rgica en pa¨ªses como el Reino Unido, Dinamarca o Irlanda, donde impuestos especiales sobre el vino distorsionan absolutamente la concurrencia entre productos sustitutivos.
La situaci¨®n descrita dificulta la negociaci¨®n de este sector, pero m¨¢s por la actual situaci¨®n del mercado comunitario que por los problemas que puede a?adir Espa?a, que en cualquier caso posee una normativa mucho m¨¢s coherente y eficaz que la comunitaria.
El equilibrio global
La negociaci¨®n agr¨ªcola implica otros muchos aspectos no citados aqu¨ª por cuesti¨®n de espacio, pero que afectan intereses reales de empresas, sectores o regiones que son tenidos en cuenta en todo momento. En una visi¨®n panor¨¢mica de la problem¨¢tica general cabr¨ªa hacer a¨²n algunas consideraciones respecto al equilibrio global de la negociaci¨®n no s¨®lo dentro del cap¨ªtulo agr¨ªcola, sino del conjunto de la econom¨ªa espa?ola. La adhesi¨®n de un sistema econ¨®mico como el espa?ol, con sus peculiaridades, como cualquier otro, debe contener elementos de armonizaci¨®n que impidan distorsiones en la asignaci¨®n de recursos que no vengan estimuladas por un funcionamiento realmente m¨¢s libre del mercado. El sistema econ¨®mico es un todo interrelacionado y no adm¨ªte, sin grandes costes, caprichos o extravagancias. De ah¨ª la necesidad de lograr un equilibrio lo m¨¢s estrecho posible entre los distintos cap¨ªtulos sectoriales de la negociaci¨®n.
El per¨ªodo de transici¨®n debe permitir una integraci¨®n arm¨®nica de la agricultura espa?ola, amortiguando los efectos positivos o negativos, pero dentro de una gradualidad que suponga realmente un impulso de integraci¨®n econ¨®mica. Las posiciones sostenidas por Espa?a no han huido jam¨¢s de esa idea de progresividad, que impone sacrificios y adaptaciones imprescindibles para que el per¨ªodo de transici¨®n signifique realmente un camino de integraci¨®n y no simplemente una fase de par¨¢lisis y defensa proteccionista ante la necesaria apertura de mercados. Gradualidad y prudencia en la aproximaci¨®n a lo largo de un per¨ªodo de transici¨®n suficientemente largo, en torno a los siete a?os, es una postura razonable y constructiva.
Cualquier otra posici¨®n, venga de quien venga, que intente pasar facturas y costes adicionales a quien no ha participado en la fiesta o en el estropicio es una postura innegociable. Es cierto que la CEE es un tren en marcha, donde el pa¨ªs candidato debe subirse en marcha. La velocidad del tren es el problema del candidato. Que de pronto le cambien el tren, ya es algo m¨¢s discutible, pero si se lo cambian a todos los pasajeros, puede llegar a aceptarse. Lo que ya no es tolerable es que, sea el tren que sea, se cierren las puertas de los vagones, de modo que el pa¨ªs candidato no pueda moverse dentro del tren y quede aprisionado en el furg¨®n de cola.
El tratado de adhesi¨®n es un acuerdo pol¨ªtico internacional entre dos partes soberanas, en el que puede escribirse cualquier cosa que pueda llegar a ser aceptable para ambas. No hay m¨¢s limitaciones que la capacidad de convencimiento mutuo. Si no, no podr¨ªa llegar a entenderse por qu¨¦ la CEE acept¨® al Reino Unido mantener importaciones de mantequilla de Nueva Zelanda. Sirva el ejemplo como muestra de extravagancia comercial.
La negociaci¨®n del cap¨ªtulo agr¨ªcola en la adhesi¨®n de Espa?a est¨¢ empezando. Poco podr¨¢ avanzarse mientras la CEE no complete su posici¨®n con declaraciones en el sector del vino y de materias grasas. Por ahora, la identificaci¨®n de problemas, la delimitaci¨®n de islotes de conflictividad, su observaci¨®n en paseos circulares y reiterativos van ocupando las sesiones de negociaci¨®n.
Es preciso completar la descripci¨®n cartogr¨¢fica. Posteriormente, tal vez sea irremediable aproximarse a una soluci¨®n tipo paquete. La CEE no debe imaginar como soluci¨®n posible ninguna en la que cada pa¨ªs miembro obtenga de Espa?a s¨®lo aquello que desea. Bueno, barato y bonito. No. Tampoco podemos imaginar desde nuestro pa¨ªs una soluci¨®n sin costes.
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