La maestra que llev¨® el miedo a ?trabo
En el pueblo nadie quiere a la profesora que intent¨® envenenar a dos ni?os
El titular del Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 2 de Motril, Eduardo de Lorenzo, ha decidido la libertad incondicional de Mari Carmen Ruiz S¨¢nchez, la maestra de la localidad granadina de ?trabo que se ha confesado autora del intento de envenenamiento de dos ni?os de las amenazas de muerte a varios profesores, a uno de los cuales le incendi¨® la vivienda, y protagonista de sus autolesiones, que en principio atribuy¨® a "unos encapuchados". El juez afirma que Mari Carmen Ruiz "est¨¢ sometida a un procedimiento penal por posibles delitos de da?os, amenazas, etc¨¦tera" -apela al secreto del sumario ante la pregunta de si entre esos posibles delitos est¨¢ el de intento de homicidio- y a?ade que decidir¨¢ o no su procesamiento cuando. est¨¦ concluido el sumario. Mientras tanto, los habitantes de Itrabo siguen indignados por la visita de Mari Carmen Ruiz en el pueblo hace ocho d¨ªas, que ella explica como exclusivamente motivada por ver a sus padres y a una de sus hijas. Las manifestaciones del delegado de Educaci¨®n de Granada en el sentido de que no conceder¨¢ los traslados pedidos por cinco de los nueve profesores de ?trabo a ra¨ªz de estos sucesos, por "no sentar un precedente ni meterse en una espiral", contribuyen a haceim¨¢s tenso el ambiente del pueblo.
Mari Carmen fue siempre una ni?a tranquila y retra¨ªda., Naci¨® en una familia de tres hermanos, hijos de un modesto guarda forestal, y paso, sin soluci¨®n de continuidad, de saltar a la cuerda y leer tebeos del Capit¨¢n Trueno y el Jabato en ?trabo al internado de las Hijas de la Caridad, en Granada, donde permaneci¨® desde los nueve a?os hasta que acab¨® Magisterio, Y donde no le ense?aron, aparentemente, nada que pudiera conducirla, de mayor, a envenenar ni?os.Para cuando Mar? sali¨® del colegio ¨¦ste se llamaba ya Regina Mundi, y de las manos de la Reina del Mundo pas¨® directamente al matrimonio con Francisco Pe?alver, un instalador de sistemas de riego de su pueblo con aspecto de estar muy acostumbrado a vender el producto. Era el verano de 1974 y ella ten¨ªa 21 a?os. Hab¨ªa empezado a ejercer como maestra -estuvo en Salobre?a, Guajar Alto y Villanueva del Rosario antes que en ?trabo-, y pasaba las horas libres en su casa, leyendo o haciendo ganchillo.
Su marido viajaba mucho por motivos de trabajo. Algunas veces, temporadas cortas; otras, no tanto. Fueron tres a?os los que estuvo en Arabia, y hay quien dice que la maestra pasaba mucho tiempo, sola, sacando la casa adelante. Ella, ahora, dispuesta a agarrarse a cualquier clavo ardiendo que avale que su comportamiento fue motivado por trastornos ps¨ªquicos, una neurosis depresiva, acelerada por el ¨²ltimo parto, dice, no duda en afirmar que a la segunda de sus hijas -tiene tres, de siete a?os, cuatro a?os y cuatro meses- la sac¨® adelante "pr¨¢cticamente sola, y todo eso ha podido influir, indiscutiblemente". Y a?ade: "No quiero que culpen a mi marido, que cumpl¨ªa con su deber; pero al estar tan pocas horas en casa, no ha tenido tiempo de darse cuenta de que yo estaba mal".
Entre ganchillo y ganchillo, Mari Carmen levantaba la vista y miraba alrededor. En otra de las casas de los maestros viv¨ªan Jos¨¦ Antonio Plazas y Mar¨ªa Prieto, ¨¦l tambi¨¦n profesor. Un matrimonio lo que se dice bien avenido, que tuvo una ni?a en mayo de este a?o. Poco antes, Mar? Carmen dio tambi¨¦n a luz a sus hija Elena, y se dice que quiz¨¢ fue un embarazo no deseado,o que quer¨ªa un chico. Elena no com¨ªa; naci¨® con problemas y pes¨® poco. La ni?a de Jos¨¦ Anton¨ªo y Mar¨ªa pes¨® al nacer cuatro kilos y medio y empez¨® a criarse como un sol. La maestra alababa a la hija de sus vecinos, llevaba a la suya a los mismos m¨¦dicos. Las familias, especialmente las mujeres, eran amigas. Tambi¨¦n Mari se llevaba bien con Jos¨¦ Antonio, aunque hab¨ªan tenido alguna discusi¨®n en el claustro de profesores. Nada grave. El mayor de Jos¨¦ Antonio, Alejandro, de ocho a?os, iba a clase con Mari Carmen, y estaba encantado con ella.
El pasado 13 de mayo alguien quem¨® la cortina de acceso a casa de los Plazas, y dos d¨ªas despu¨¦s son¨® el tel¨¦fono: "Lo de la cortina es s¨®lo un aviso; lo mismo os ocurrir¨¢ a ti y a tu familia. Lo que ten¨¦is que hacer es iros", dijo una voz de mujer. Pocos d¨ªas despu¨¦s, Mari Carmen Ruiz, que, aunque dada de baja por parto, se. encontraba en la escuela, afirm¨® que acababa de recoger otra llamada: "Han dicho que es el segundo aviso, que te tienes que ir del pueblo". Plazas no olvidar¨¢ f¨¢cilmente la fecha del 27 de junio, cuando baj¨® a urgencias, a Motril, con su hijo Alejandro desencajado, como muerto, echando espluma por la boca. Se lo hab¨ªan tra¨ªdo de la calle, desvanecido. El ni?o fue trasladado con suero, en una UVI m¨®vil, a Granada. El m¨¦dico dijo que iba en estado cr¨ªtico y le intentaba hacer una radiograria cuando Alejandro, all¨ª, sobre la mesa, tuvo un paro cardiaco. Lograron reanimarle y le hicieron un encefalograma: dio intoxicaci¨®n por medicamentos. No lo pod¨ªan creer.
El ni?o no hab¨ªa tomado nada. S¨®lo posteriormente logr¨® decir que su se?orita, Mari Carmen, le hab¨ªa mandado a comprar una botella de agua y se hab¨ªa empe?ado en que tomara en su casa una coca-cola fresquita. Alejandro no pod¨ªa saber que dentro iban cuatro pastillas de Dormadol, un sedante del que los adultos toman una gragea al d¨ªa. Y ahora pregunta: "?Por qu¨¦ la se?orita no me quer¨ªa a m¨ª, si yo s¨ª la quer¨ªa a ella?".
Mientras el ni?o estaba internado, Mari Carmen ense?¨® en el pueblo un folio manuscrito y djo llorando que se lo hab¨ªan echado en su casa. El texto dec¨ªa que todos los; maestros y sus hijos morir¨ªan, hicieran lo que hicieran.
Cuando d¨ªas despu¨¦s volvileron a Itrabo Jos¨¦ Antonio Plazas y su mujer, la maestra se present¨® a decirles lo que se alegraba de que Alejandro estuviese ya bien. Y les inisti¨® en que le dejaran a la cr¨ªa de tres meses para cuidarla. No hac¨ªa falta, y hoy tiemblan pensando en su ni?a chica. S¨®lo quer¨ªan irse de vacaciones.
Se inarcharon a Almu?¨¦car, con los abuelos. Y all¨ª, por la radio, un vecino se enter¨® de que hab¨ªan incendiado la casa de un maestro de Itrabo. Era la de Plazas. Alguien hab¨ªa hecho un boquete desde la casa contigua y hab¨ªa echado alg¨²n l¨ªquido inflamable. Destrozaron la televisi¨®n, el equipo de m¨²sica, los altavoces. Se chamuscaron e impregnaron de humo incluso las habitaciones de la planta alta, las ropas, los libros. La casa est¨¢ inhabitable. Mar¨ªa Prieto rompe a llorar: "Lo que llevamos dentro no nos lo, quita nadie".
El mismo d¨ªa del incendio fue la intoxicaci¨®n de Trini Ruiz, de seis a?os, sobrina de la maestra. Trini tuvo m¨¢s suerte: su dosis fue la mitad que la suministrada a Alejandro y su propia t¨ªa Mari Carmen, con gran frialdad de cabeza, la meti¨® en el coche y se la llev¨® al Hospital Cl¨ªnico de Granada, donde pidi¨® que hicieran a, la ni?a un lavado de est¨®mago y dijo, sin parpadear, que sab¨ªa de qu¨¦ se trataba, "porque ya hemos tenido el mismo caso con otro alumno".
Pruebas caligr¨¢ficas
Dice Plazas que el marido de Mari le dio a entender que todo era.obra de grupos de extrema derecha. Cuenta el alcalde, Fern¨¢ndez Olvera, del PSOE -quien, como director de la escuela, jam¨¢s tuvo queja alguna del rendimiento de la maestra-, que algunas personas pr¨®ximas a la familia de Mari Carmen hicieron correr por el pueblo la noticia de que le hab¨ªan detenido a ¨¦l, convencidas, seguramente, de que envenenar ni?os es actividad muy propia de la izquierda. Ante el anuncio de que en las investigaciones de la Guardia Civil se incluir¨ªan pruebas caligr¨¢ficas vino lo que el alcalde califica de bajada del tel¨®n: Mari Carmen se quem¨® las manos. Dijo que unos encapuchados le hicieron meterlas en aceite hirviendo y luego le quemaron los pechos, mientras le advert¨ªan que no quer¨ªan en el pueblo gente como ella. "A¨²n con las manos vendadas", dice Fern¨¢ndez Olvera, "segu¨ªa preguntando si habr¨ªa pruebas caligr¨¢ficas. Cuando le dijimos que c¨®mo no grit¨®, explic¨® que los encapuchados pusieron la radio muy alta. Cuando lleg¨® la Guardia Civil no encontr¨® cerillas. A los veinte m¨ªnutos, en una segunda inspecci¨®n, las cerillas estaban all¨ª y ella segu¨ªa detenida. Si la Guardia Civil dice que actu¨® sola, ?qui¨¦n las puso?".
Tanto Plazas como Fern¨¢ndez Olvera, al igual que sus mujeres -la del alcalde, Juani Mart¨ªn, es tambi¨¦n profesora en ?trabo-, opinan que un trastorno transitorio de tres meses, durante los que se aprovechan, con coartadas y respuestas para todo, circunstancias con premeditaci¨®n, nocturnidad y alevos¨ªa, es un trastorno de transitoriedad un poco larga.
Mari Carmen Ruiz y su marido acusan a estos dos profesores de querer aprovecharse de las circunstancias para salir de Itrabo: el alcalde, a Motril, y Plazas, a esta misma localidad o a Granada. Los profesores explican que en Motril tienen su domicilio -aunque viv¨ªan en el pueblo-, y Plazas a?ade que, con la casa destrozada, no tendr¨ªa que volver a comprar muebles, porque, en caso de ir a Granada, tiene all¨ª a sus padres. "Ni siquiera he concursado. No me quer¨ªa ir, porque a mi hija mayor todav¨ªa le faltan tres a?os para ir al instituto. ?Qu¨¦ pretenden, que este a?o me olvide de todo y que el a?o que viene concurse y me vaya al quinto pino?", dice Plazas. La respuesta de la Delegaci¨®n Provincial de Educaci¨®n denegando los traslados porque el caso est¨¢ resuelto no convence a los profesores, que se?alan que los vecinos se han manifestado dos veces para apoyarles y han presionado para que no se vayan. Mari Carmen Ruiz est¨¢ suspendida de empleo y sometida a expediente, y afirma que no volver¨ªa a la escuela, aunque s¨ª quiere reincorporarse al trabajo dentro de un tiempo, porque comprende que no la aceptar¨ªan, y afirma que tampoco quiere traumatizar a sus hijas.
Los ni?os tienen miedo
El alcalde dejar¨¢ este a?o a sus ni?os en Motril, lo que le costar¨¢ 20.000 pesetas mensuales, porque no hay colegios estatales con comedor. No quiere que vuelvan al pueblo. El mediano, Carlos, tendr¨ªa que haber ido este a?o con Mari Carmen. Los ni?os ya no consienten en ir solos a ning¨²n sitio. En el caso de Plazas, su hija mayor se le echa al cuello llorando continuamente. Alejandro vio el otro d¨ªa en un coche a la maestra y ech¨® a correr hacia su casa, p¨¢lido.
Mari Carmen Ruiz ha estado sometida a observaci¨®n en el psiqui¨¢trico de Granada y ha salido hace unos d¨ªas. La prensa local dec¨ªa ayer que el informe de los m¨¦dicos que la atendieron dice que no padece enfermedad ps¨ªquica alguna, aunque parece existir otro documento, redactado por m¨¦dicos solicitados por su familia, en el que se afirma lo contrario. La maestra est¨¢ en su casa de Motril, en completa libertad. Mientras su marido dice que es el primer interesado en que todo se aclare, que est¨¢ dispuesto a pagar los desperfectos de la casa a Plazas, y que "si ella tuviera que ir a la c¨¢rcel, lo que la autoridad diga", Mari Carmen repite constantemente una idea que puede provenir igual de expertos m¨¦dicos aconsejando profesionalmente a una mente da?ada que de no menos expertos abogados trazando su l¨ªnea de defensa por las difusas sendas de la enajenaci¨®n transitoria: "Recuerdo los sucesos, pero los veo como si no los hubiera protagonizado yo. Y quiero pedir perd¨®n a todos. Ahora tengo mucha ilusi¨®n de empezar a vivir con mis hijas y mi marido. Ni a mi peor enemigo le deseo que pase por los momentos de angustia que yo he vivido".
"?Que no vuelva!"
?trabo es un pueblo de calles empinadas y un fuerte sol, bajo el que pasean gatos, moscas y alg¨²n burro cargado de matas de ma¨ªz. Si se except¨²a a dos o tres pastores y a 110 parados, el resto de sus 1.280 habitantes vive exclusivamente de la agricultura e intentando, seg¨²n el alcalde, del partido socialista (la corporaci¨®n la forman cinco miembros del PSOE y cuatro de AP) luchar por su propia supervivencia.Tras una d¨¦cada de imparable descenso de la poblaci¨®n, este pueblo, situado en la monta?a, a menos de una veintena de kil¨®metros de Motril, lleva tres a?os con el n¨²mero de vecinos estacionado, y doce meses despu¨¦s de las ¨²ltimas elecciones municipales ya hab¨ªa solucionado su problema de tener agua s¨®lo una hora y media al d¨ªa para pasar a disfrutarla durante toda la jornada, mediante la construcci¨®n de 17 kil¨®metros de tuber¨ªa a una altura de 700 metros. El alcalde se siente satisfecho de que en el ayuntamiento aprueben todo por unanimidad, sin problernas con la oposici¨®n.
Por eso todos coinciden en que el caso de la maestra no ha hecho sino enturbiar el nombre del pueblo y enfrentar a sus vecinos, que, si bien son un¨¢nimes en afirmar que si vuelve Mari Carmen Ruiz no mandan a sus ni?os a la escuela, no pueden evitar encontrarse a los familiares de aquella en las tiendas o en el bar. Encarnaci¨®n, magn¨¢nima, comenta en el mercado: "Yo no voy a decir ni que la corten en cachos ni nada. Simplemente, que le hagan lo que se merezca". Francisco Bustos, director de la Caja Rural y concejal de AP, manifiesta que "desear¨ªamos que no viniera aqu¨ª y que al pueblo lo dejen tranquilo". Y una anciana vestida de negro sentencia: "Lo habr¨¢ hecho por medio de alguna rabia. que haya tenido en el cuerpo, pero de locuras, nada".
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