El misterio del 'Montrove'
El congelador gallego, con base en Las Palmas y con 16 tripulantes, se encuentra desaparecido desde que hace 46 d¨ªas zarp¨® hacia el banco pesquero sahariano
ENVIADO ESPECIALSi no fuera porque se teme seriamente por la vida de 16 personas de carne y hueso, la historia podr¨ªa parecer un relato de Stevenson. Pero es real. Y, hasta ahora, dram¨¢ticamente sencilla.
El congelador Montrove lev¨® anclas el 19 de julio pasado con gas¨®leo, agua, v¨ªveres y pertrechos suficientes para hacer una marea (per¨ªodo ininterrumpido de pesca) de 60 d¨ªas. Como la inmensa mayor¨ªa de los 1.200 barcos que faenan regularmente durante el a?o en el llamado banco canario sahariano, que se extiende hasta el sur de cabo Blanco, su objetivo era la pesca del cefal¨®podo.
Para Manuel Cruz Rodr¨ªguez, el patr¨®n del barco, la salida del muelle se hab¨ªa presentado sin novedad. Incluso pocas millas despu¨¦s de la bocana del puerto hab¨ªa sido avistado de cerca por el Borneira, otro congelador gallego. Y todo parec¨ªa indicar que se podr¨ªa hacer al menos una marea igual que la inmediatamente anterior, en la que el Montrove hab¨ªa descargado en puerto m¨¢s de 70 toneladas de pescado el 16 de julio, tres d¨ªas antes. Los hombres parec¨ªan animados, seg¨²n se supo por el congelador paisano, que zarp¨® casi al mismo tiempo. En realidad, la ruta hasta el banco pesquero podr¨ªa cubrirse casi en la mitad de tiempo, pero Cruz probablemente opt¨®, seg¨²n pudo apreciar la tripulaci¨®n del Borneira, mientras lo tuvo avistado, por una velocidad lenta -tres d¨ªas de navegacion- para ahorrar combustible uno de los secretos de una buena captura.
Probablemente, porque desde que fue visto por el otro barco gallego no se volvieron a tener noticias seguras del Montrove ni nadie supo nunca nada m¨¢s del pesquero. Ni tampoco de sus 16 tripulantes: un patr¨®n, dos oficiales de m¨¢quinas, dos engrasadores, un cocinero, un contramaestre y nueve marineros, de ello! dos marroqu¨ªes, como obliga el convenio pesquero con el pa¨ªs africano. Suficientes para manejar un buque de 243 toneladas de registro bruto - 111 neto- y 37,16 metros de eslora. Si acaso, no hubiese venido mal un segundo patr¨®n, puesto que desempe?aba con frecuencia Luis Paz Fern¨¢ndez, el hijo del armador del barco, Luis Paz Casal, que en esta ocasi¨®n decidi¨® no embarcarse horas antes de la partida, pese a figurar en el rol (lista de tripulantes aprobada por la Marina), porque, al parecer, a ¨²ltima hora le surgieron problemas familiares. "Aqu¨ª no se dan casos como en el tri¨¢ngulo de las Bermudas, y todos los hechos tienen su explicaci¨®n", se?al¨® un portavoz de la Comandancia Militar de Marina de Las Palmas cuando, tras el naufragio del Islamar III, que cost¨® la vida a 26 personas, cundi¨® la alarma de que el.Montrove llevaba m¨¢s. de 20 d¨ªas sin emitir ninguna se?al.
No se le dio mayor importancia entonces. El armador y el consignatario salieron en seguida al paso de que el congelador ten¨ªa una autonom¨ªa de 60/65 d¨ªas, e incluso el marinero Benito Gestido, que se qued¨® en tierra en esta ocasi¨®n, atestigu¨® que "el patr¨®n tiene la costumbre de estar hasta 15 y 20 d¨ªas sin comunicar con nadie".
Iban pasando d¨ªas y segu¨ªan sin tenerse noticias, pese a todo. Ante la presi¨®n de los familiares de los marineros, Luis Paz Casal, el armador, tuvo que salir al paso de que la esperanza era lo ¨²ltimo que se perd¨ªa, despu¨¦s de que las autoridades de Marina llegasen a la firme conclusi¨®n, despu¨¦s de varias jornadas de rastreo, de que el pesquero no se encontraba en esas aguas africanas. A algunos observadores les result¨® extra?a la apari encia de normalidad que armador y consignatario dieron al hecho; su poca preocupaci¨®n, en suma. Sin embargo, coincidiendo con ello se abrir¨ªa una nueva posibilidad: el pesquero Noeche crey¨® haber visto al Montrove hacia el 20 de agosto al sur del paralelo 24, en aguas del banco p¨¦squero de Mauritania.
Tres hip¨®tesis
Para entonces ya se hab¨ªa desechado la hip¨®tesis de secuestro por parte. del Frente Polisario, que, seg¨²n fuentes cercanas al mismo en Las Palmas, no ha capturado ning¨²n barco espa?ol desde 1980, en que retuvo durante varios meses a pescadores del Sarita y del Garmomar en pleno desierto sahariano. Y tambi¨¦n el Gobierno espa?ol hab¨ªa comprobado que ninguno de los pa¨ªses africanos que con alguna frecuencia apresan barcos tuviera retenido al Montrove. Asimismo se descartaba la hip¨®tesis de un abordaje, que explicar¨ªa el no funcionamiento de la radiobaliza, como ocurriera en los ¨²ltimos tiempos con el ?lvarez Entrena 15 o el Tirma, que no lamentaron v¨ªctimas por la raz¨®n de que en un caso de accidente como ¨¦ste es muy dif¨ªcil que un barco no deje restos flotantes. Y ni siquiera se plante¨® un acto de pirater¨ªa como ocurriera en 1980 con el Zuidester 8, un barco de bandera africana que apareci¨® a la deriva con toda su tripulaci¨®n asesinada.Hasta que finalmente las autoridades de Marina, armadores, consignatarios, capitanes, patrones y hombres de la mar en general terminaron por centrar el caso en las tres hip¨®tesis m¨¢s favorables, por este orden, desechada incluso la idea de que el barco estuviese haciendo contrabando en Sur¨¢frica u otra operaci¨®n ?legal y que por eso hubiese desconectado igualmente la radiofon¨ªa, como apunta un rumor que circula ampliamente en el puerto de Las Palmas: 1. Que el barco se encontrase a la deriva nadie sabe d¨®nde. 2. Que hubiese perdido por completo su sistema de radiofon¨ªa por razones desconocidas; y 3. Que estuviese faenando tranquilamente, amparado en su autonom¨ªa de m¨¢s de dos meses.
Expertos en navegaci¨®n consideran muy improbables las tres hip¨®tesis, porque en una zona como la atl¨¢ntica africana, donde circulan m¨¢s de un millar de barcos entre mercantes y pesqueros, existen otros sistemas alternativos, como se?ales luminosas durante la noche, para hacerse ver, e incluso, insisten estos expertos, bastar¨ªa con hundir durante una hora escasa la radiobaliza para emitir una prolongada solicitud de socorro.
El hecho de que semanas despu¨¦s de su salida del puerto de Las Palmas se descubriesen irregularidades en la composici¨®n de la tripulaci¨®n del barco a?ade a¨²n dramatismo al caso. Cuando el Montrove solicit¨® el despacho del buque (solicitud para hacerse a la mar), entreg¨® una lista de tripulantes que no se ajusta a la realidad en ocho de los nombres. Posteriormente entreg¨® una segunda, que es la que se supone se corresponde con las personas que viajan en el pesquero: Manuel Cruz Rodr¨ªguez (patr¨®n), Luis Paz Fern¨¢ndez (segundo patr¨®n), ?ngel Mart¨ªnez Iglesias (primer oficial de m¨¢quinas), Jos¨¦ Barros Pastoriza (segundo oficial de m¨¢quinas), Juan M. Carregal Blanco y Francisco J. Garc¨ªa Est¨¦vez (engrasadores), Antonio Soage Pi?eiro (cocinero), Miguel Nores Pastoriza (contramaestre) y Jos¨¦ Pastoriza Riobo, Jos¨¦ Agull¨® Ogando, Gerardo Ib¨¢?ez Fern¨¢ndez, Manuel Soage Loira, Antonio Trabazo Garc¨ªa, Antonio Pi?eiro Vilas, Enrique P¨¦rex Varela, Otiamini Jaminal M'Hamed y El Hassan Ennadir (marineros). Pero al menos una de ellas, el ci,tado Luis Paz Fern¨¢ndez, no viaja a bordo.
El consignatario del buque, Consignaciones Canarias Africanas, SA (Concasa), representante del Montrove en Canarias, una de las principales empresas del sector, justific¨® el hecho en que se trataba de un error humano; que se hab¨ªa entregado, por equivocaci¨®n, una lista vieja de una marea anterior y que se hab¨ªa subsanado una vez que se hab¨ªan dado cuenta. Igualmente se?al¨® el consignatario que era imposible que el pesquero estuviese implicado en operaciones de contrabando de ning¨²n tipo y que ten¨ªa instrucciones r¨ªgidas de no faenar en aguas que estuviesen prohibidas, para terminar mostrando su total extra?eza ante el caso, exactamente igual que lo hicieran las autoridades de Marina de las islas.
El hecho de que el buque llevase radiobaliza, seg¨²n todas las partes, sirve como esperanza principal frente a la hip¨®tesis que nadie se atreve a aventurar, la del hundimiento sin dejar rastro, como le ocurriera en 1980 al Mencey de Abona, aunque tiempo despu¨¦s se recogiera un cad¨¢ver irreconocible te¨®ricamente asignado a ese barco.
Cuarenta y seis d¨ªas despu¨¦s -empieza a hablarse del tri¨¢ngulo de Canarias- nadie es capaz de explicarse el misterio del Montrove.
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