Monopolio y contrabando de tabaco: dos fen¨®menos independientes
Mi colega Alonso de Ojeda, tomando como reclamo el editorial de EL PAIS de 11 de agosto, ha publicado, en la edici¨®n de este mismo peri¨®dico del pagado d¨ªa 25, un art¨ªculo, "Monopolio, igual a contrabando de tabaco", en el que acusa abiertamente a Tabacalera y al Monopolio de Tabacos de ser los verdaderos causantes del contrabando de tabaco. en nuestro pa¨ªs. Los argumentos en los que se basa el se?or Alonso de Ojeda para apoyar su tesis son los siguientes:1. Que los altos impuestos sobre el tabaco -en su opini¨®n, propios de un pa¨ªs tercermundista-, junto con el beneficio monopol¨ªstico de Tabacalera, hacen extraordinariamente rentable la actividad del contrabando en Espa?a y constituyen la causa directa del mismo.
2. Que la soluci¨®n del problema del contrabando debe afrontarse, por tanto, a trav¨¦s de la abolici¨®n del Monopolio de Tabacos, de la desaparici¨®n de Tabacalera y del establecimiento de un r¨¦gimen de libre importaci¨®n y comercio m¨¢s acorde con el que -tambi¨¦n en su opini¨®n particular- prevalece en los pa¨ªses civilizados.
3. Que de esta forma el Estado se ahorrar¨ªa los gastos in¨²tiles que supone la lucha frente al contrabando, y, finalmente, que esta soluci¨®n tendr¨ªa adem¨¢s la ventaja de liberar al Estado, del oprobio moral en que incurre al ser c¨®mplice de una actividad econ¨®mica nociva para la salud.
Impuestos sobre el tabaco
No voy a dudar, viniendo de quien vienen, de los nobles prop¨®sitos que animan a Alonso de Ojeda a proponer tan dr¨¢sticas soluciones para un problema tan complejo y que tanto preocupa a nuestras autoridades y a la opini¨®n p¨²blica nacional. No obstante, y con el ¨²nico objeto de contribuir a situar el problema del contrabando en sus justos t¨¦rminos econ¨®micos, tal vez sea oportuno, sin el menor ¨¢nimode entrar en pol¨¦mica, hacer las siguientes ptintualizaciones:
a) Es obvio que los impuestos que el Estado espa?ol recauda sobre el tabaco constituyen un espl¨¦ndido negocio para quien logre apropi¨¢rselos mediante la venta ilegal de productos tabaqueros. En 1983 el Estado recaud¨® m¨¢s de 95.000 millones de pesetas por impuestos sobre el tabaco, lo que equivale a decir que el Estado se lleva 44 de cada 100 pesetas de ventas. Para los cigarrillos rubios la proporci¨®n es todav¨ªa mayor, ya que el Estado recauda aproximadamente 60 de cada 100 pesetas de ventas de cigarrillos de esta clase. El est¨ªmulo del resultado monopolistico de Tabacalera al negocio de los contrabandistas no es, en cambio, nada atractivo. El resultado total de Tabacalera por la gesti¨®n del Monopolio de Tabaco y de Timbre ha ascendido en 1983 a 1.819 millones de pesetas, cifra que representa tan s¨®lo, el 0,6% de un volumen de ventas que en dicho a?o ha sido de 324.000 millones (*).
b) Es obvio, sin embargo, que el negocio de los contrabandistas no tiene nada que ver con la existencia del monopolio, ya que en los pa¨ªses que el se?or Alonso de Ojeda llama civilizados por mantener la actividad tabaquera en r¨¦gimen de comercio libre, la carga fiscal sobre el tabaco es muy superior a la nuestra. Por poner alg¨²n ejemplo, conviene saber que la carga fiscal sobre el tabaco es del 72% en B¨¦lgica, del 88% en Dinamarca, del 70% en Alemania y del 74% en el Reino Unido.
El contrabando es rentable en todos los pa¨ªses
Excluyo naturalmente del an¨¢lisis otros pa¨ªses con monopolio de tabaco que, de acuerdo con la terminolog¨ªa del se?or Alonso de Ojeda, ser¨ªan tercermundistas -tales como Jap¨®n, Austria, Francia e Italia-, los cuales tienen tambi¨¦n una carga fiscal sobre el tabaco que se sit¨²a por encima de la nuestra.
c) Por.lo dem¨¢s, result¨¢n dific¨ªles de comprender, viniendo de un economista, los escr¨²pulos del se?or Alonsio de Ojeda acerca de la presencia del Estado en la actividad tabaquera, ya que, como ¨¦l sabe -tengo que pensar que s¨ª-, el monopolio deber¨ªa garantizar, bajo condiciones dad¨¢s de fiscalidad, una asignaci¨®n de recursos con mayores precios y menores cantidades -algo muy deseable para un producto perjudicial para la salud- que la que prevalecer¨ªa en un m¨¢s -que hipot¨¦tico r¨¦gimen de competencia gobernado por las grandes multinacionales del tabaco.
El contrabando de tabaco no es m¨¢s rentable en Espa?a que en otros pa¨ªses con altos impuestos, con y sin monopolio, que han conseguido erradicarlo, y la ¨²nica culpa que cabr¨ªa atribuir al monopolio y a Tabacalera en este campo ser¨ªa, tal vez, la de no haber sabido inculcar a sus labores ese sabor rancio que s¨®lo se adquiere en las s¨®rdidas bodegas de los barcos furtivos y que algunos, incautos tanto parecen valorar.
Lo que debemos hacer, si de verdad queremos desterrar esta lacra social, no es apelar a la injusticia de los impuestos -en un pa¨ªs democr¨¢tico ya no hay que rezar un padrenuestro para que Dios nos libre de la justicia, como hac¨ªa decir a uno de sus personajes mi paisano Castelao-, sino, como han manifestado reiteradamente las autoridades del Gobierno y el propio presidente de Tabacalera, fomentar entre nuestros ciudadanos el respeto a la Hacienda como patrimonio com¨²n de todos los espa?oles, avergonzar a los consumidores de tabaco de contrabando ante quienes consumen productos vendidos legalmente y, por descontado, dejar caer sobre los contrabandistas defraudadores y evasores de divisas todo el peso de la ley.
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