Tr¨¢gico aniversario chileno
LAS JORNADAS de protesta convocadas por la oposici¨®n democr¨¢tica chilena los d¨ªas 4 y 5 de septiembre han tenido un balance tr¨¢gico: un m¨ªnimo de nueve muertos, decenas de heridos, cientos de detenidos. Uno de los dirigentes de la Democracia Cristiana, Andr¨¦s Zald¨ªvar, golpeado en el inicio de la primera manifestaci¨®n, ha declarado: "El Gobierno es el que provoca la violencia". Todas las informaciones coinciden en que las fuerzas de la polic¨ªa y de los carabineros han actuado con una brutalidad inaudita, sin ninguna proporci¨®n con el n¨²mero de participantes en las protestas, que en muchos casos era bastante escaso. En las barriadas obreras de las cercan¨ªas de Santiago y en la Universidad dispararon incluso en momentos durante los cuales reinaba la calma; el prop¨®sito de sembrar el p¨¢nico entre los habitantes era evidente. As¨ª, han sido cometidos verdaderos asesinatos, como el de un sacerdote franc¨¦s, el padre Jarlan, alcanzado por una bala mientras le¨ªa los Evangelios. En un gesto de arrogancia, el general Pinochet hab¨ªa declarado recientemente que estaba dispuesto a repetir un segundo once de septiembre; indicaba con ello su voluntad cerril de mantenerse en el poder sea como sea, provocando incluso un nuevo ba?o de sangre si lo juzgaba necesario. No ha llegado a eso, pero no cabe duda de que las instrucciones dadas a las fuerzas represivas ante las recientes jornadas de protesta tend¨ªan a corroborar la actitud amenazante que ha adoptado el dictador ante un deseo de cambio cada vez m¨¢s patente en la sociedad chilena.Estamos precisamente en v¨ªsperas del und¨¦cimo aniversario del golpe militar que en 1973 derrib¨® el r¨¦gimen de Salvador Allende. Chile ha conocido desde entonces la etapa m¨¢s triste y desastrosa, en muchos aspectos, de su historia. Cuando los vientos de la democracia soplan con creciente vigor en el Cono Sur latinoamericano, Chile permanece como una mancha negra de terror reaccionario. Pero el clima de este septiembre de 1984 es bastante distinto del que reinaba hace un a?o: entonces el general Pinochet, al incorporar a un civil, Onofre Jarpa, al Ministerio del Interior, hab¨ªa iniciado gestos de apertura de cara a la oposici¨®n moderada: autoriz¨® el retorno de numerosos pol¨ªticos exiliados; se iniciaron incluso conversaciones entre Jarpa y representantes de dicha oposici¨®n. Ello despert¨® ciertas ilusiones de que podr¨ªa ponerse en marcha una transici¨®n pac¨ªfica. No cabe duda que fue uno de los factores del agrietamiento de las fuerzas de oposici¨®n, que se hallan a¨²n hoy estructuradas en tres agrupaciones: la Alianza Democr¨¢tica (con los sectores moderados y en particular la Democracia Cristiana), reacia a fomentar acciones de masas; el Movimiento Democr¨¢tico y Popular (con los comunistas, los socialistas de izquierda y el MIR), propensa a la radicalizaci¨®n, y el bloque socialista. Esas negociaciones con el Gobierno no desembocaron en nada; el propio Pinochet se encarg¨® de vaciarlas de todo contenido al rechazar cualquier posible evoluci¨®n, incluso en plazos largos, que permitiese el retorno a las urnas.
Actualmente el aislamiento pol¨ªtico de la dictadura es evidente; incluso el Partido Nacional, que la apoy¨® en su comienzo, se inclina hacia la Alianza Democr¨¢tica. Pero no cabe desconocer las cartas que Pinochet tiene en sus manos. En primer¨ªsimo lugar, el apoyo de los altos mandos militares, y en particular del Ej¨¦rcito de Tierra. Y a la vez, la actitud temerosa ante eventuales situaciones de violencia que existe sobre todo en las capas medias. Durante un per¨ªodo bastante largo la oposici¨®n ha estado sometida a dos tentaciones que en cierta medida han disminuido su eficacia: la pasividad de su ala derecha, deseosa de no asustar y de distanciarse de los comunistas, y la tendencia de ¨¦stos a sostener acciones de violencia sin perspectiva. Las jornadas de los d¨ªas 4 y 5 de septiembre han representado, por primera vez desde hace mucho tiempo, una coincidencia de las diversas fuerzas de la oposici¨®n. Es ¨¦ste un hecho de suma importancia porque puede poner en marcha un proceso superador de las divisiones que tanto da?o han hecho al conjunto de las fuerzas democr¨¢ticas en la etapa tan dif¨ªcil que est¨¢n atravesando.
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