El machismo asesino
Chelo Maqueda y Carmen Mayordomo han sido asesinadas por un demente. Carmen Fit¨® se salv¨®, no se sabe bien por qu¨¦. Se salv¨® para recordar durante lo que le reste de vida la in¨²til masacre. Montse Roig escribe que el presunto asesino es un pobre ser apaleado por la vida, por la miseria, por el paro y por la persecuci¨®n social. As¨ª debe de ser si Montse Roig lo dice, porque Montse Roig es una mujer honrada. Un vecino del agresor escribe una carta que corrobora el criterio de Roig, y el vecino debe de ser tambi¨¦n un hombre honrado. Montse Roig explica que el presunto asesino ha sido llevado a ese extremo de desesperaci¨®n en el que un hombre debe comprar un cuchillo, esconderlo durante algunos d¨ªas y despu¨¦s hundirlo repetidamente en el cuerpo de una, de dos, de tres mujeres. Convertido en basura, como lo califica la escritora, el presunto agresor debe convertir en ceniza a sus v¨ªctimas, v¨ªctimas que ha escogido porque le eran m¨¢s propicias, m¨¢s cercanas, m¨¢s d¨¦biles.Tanto el vecino como Roig explican que la miseria del presunto asesino justifica su acto de desesperaci¨®n, y como el vecino y Montse Roig son personas honradas, as¨ª debe de ser. Esa miser¨ªa del acusado, propiciada por la explotaci¨®n social, por el r¨¦gimen pol¨ªtico, por la prepotencia de las grandes multinacionales y por la patronal, hab¨ªa sido precisamente combatida por Chelo Maqueda desde aquellos lejanos tiempos de la lucha contra la dictadura en los que con su aspecto de ni?a buena, reci¨¦n cambiado el vestido de la primera comuni¨®n, estuvo conmigo y con 300 abogados m¨¢s encerrada tres d¨ªas en el Colegio de Abogados de Barcelona pidiendo el indulto para los militantes de ETA condenados a muerte en el consejo de guerra de Burgos. Chelo Maqueda trabaj¨® como abogada laboralista en defensa de los trabajadores durante muchos a?os. Hubiera podido hacerlo en defensa de la patronal, y por propia experiencia estoy convencida de que hubiera obtenido con ello m¨¢s ganancias econ¨®micas. Chelo Maqueda militaba en el PSC, que en Catalu?a es perdedor de las elecciones auton¨®micas, y hubiese podido hacerlo en CiU, donde por cierto trabaja su marido, y tambi¨¦n quiz¨¢ de ello se le hubiera derivado algunas ventajas m¨¢s, incluso familiares. No lo hizo, pero el agresor no se lo reconoci¨®.
El vecino del presunto asesino afirma que los que deber¨ªan estar en prisi¨®n son los que asistieron al entierro de Chelo y de Carmen, y no el acusado, supongo que refiri¨¦ndose a los componentes del Gobierno de Catalu?a. Pero el vecino, que debe de ser un hombre honrado, no piensa que m¨¢s justo con su planteamiento hubiese sido asesinar a los directos culpables de su situaci¨®n. La violencia, si alguna justificaci¨®n tiene, debe ser, al menos, la de que golpee exactamente al culpable. La ley del Tali¨®n tiene la ventaja respecto a
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otras leyes anteriores y posteriores a ella que responde con la misma medida de la agresi¨®n contra el propio e identificado culpable. El ojo por ojo y diente por diente deb¨ªa exig¨ªrsele al causante de los males del supuesto asesino de Chelo y de Carmen; o sea, el ministro de Trabajo, o el de Sanidad, o el de Industria, o el presidente del Gobierno de Catalu?a. ?Por qu¨¦ el acusado no prepar¨® el asesinato de cualquiera de los supuestos culpables de su triste situaci¨®n? ?Por qu¨¦ no utiliz¨® su imaginaci¨®n, su tiempo y su deseo de venganza en preparar atentados contra el presidente o el ministro de Econom¨ªa? Al igual que los valentones de ETA cuando matan al guardia de la esquina, aburrido en la custodia de la puerta de un banco, porque resulta bastante m¨¢s dif¨ªcil atentar contra el Rey o el presidente que contra el polic¨ªa de la esquina o contra Chelo y Carmen.
Chelo y Carmen y Carmen Fit¨® eran v¨ªctimas propiciatorias. Eran buenas y amables, trabajaban solas en el mismo despacho, eran ingenua-, y no sospechaban nada, y sobre todo eran mujeres. Todav¨ªa queda por saber si el supuesto asesino se hubiese atrevido a agredir a tres hombres. La ecuaci¨®n ya est¨¢ planteada completa. El acusado no s¨®lo es pobre, trabajador y demente, es ante todo, porque as¨ª naci¨®, hombre, y como tal adem¨¢s de los atributos sexuales primarios y secundarios que lo definen, ha asumido una cultura masculina que desde la infancia ha sedimentado capas y m¨¢s capas de agresividad machista. La educaci¨®n y la conducta aprendida, ense?ada por sus padres, aumentada por la escuela y por los mecanismos sociales, lo ha convencido de su capacidad y de su legitimidad para agredir, para abusar y para despreciar a las mujeres precisamente porque es hombre.
No bastar¨ªan miles de p¨¢ginas para describir el contenido grotesco y tr¨¢gico a la vez del mach¨ªsmo cultural que se desarrolla en nuestro pa¨ªs, incluso -ioh, paradoja!- m¨¢s en estos a?os democr¨¢ticos. Desde la violencia gratuita, s¨¢dica y sucia de las pel¨ªculas de guerra, del oeste, de la serie negra, del rock, del punk, americanas y espa?olas, que los ¨²ltimos directores espa?oles se han convertido en los malos imitadores de lo peor americano (Pelopaja es la ¨²ltima muestra del machismo y del Imal gusto). Violencia que inunda hasta las pel¨ªculas de dibujos para ni?os, al machismo descarado de la pornograrla y del llamado erotismo. En esta vasta producci¨®n cultural, las palizas, las violaciones y el asesinato de mujeres son actividades que practican constantemente los hombres en las pantallas grapdes, en la peque?a, en las novelas, en los comies y ?helas! en la vida diaria.
Quinientas cuarenta y siete mujeres han sido asesinadas en los ¨²ltimos cinco a?os por su marido, su amante, su novio, su padre y su hijo, seg¨²n da noticia la cr¨®nica period¨ªstica espa?ola. M¨¢s v¨ªctimas que las producidas por el terrorismo. Once mil denuncias se presentaron en las comisanas, durante los ¨²ltimos siete meses del a?o 1983, de 13 provincias espa?olas, de mujeres que hab¨ªan sido sistem¨¢ticamente golpeadas por su marido, o su compa?ero de vida. Como se supone que ¨²nicamente el 10% de las agresiones masculinas contra las mujeres es denunciado, multiplicando este factor por el n¨²mero de denuncias y abarcando los 12 meses del a?o y las 52 provincias del Estado,- en un.c¨¢lculo aproximado llegamos a la conclusi¨®n de que en 1983 fueron 180.000 las mujeres apaleadas sistem¨¢ticamente por los hombres de su familia... porque son mujeres. A partir de las denuncias Conocidas y de las noticias de prensa'y realizando un c¨¢lculo semejante al anterior he llegado a la conclusi¨®n de que en todo el pa¨ªs 15.000 mujeres han sido violadas cada a?o durante los diez ¨²ltimos por hombres que estiman que el cuerpo de las mujeres les pertenece s¨®lo... porque son mujeres.
Montse Roig dice que la miseria engendra demencia y que ¨¦sta lleva al asesinato, y Montse Roig es una mujer honrada. Yo conozco miles de mujeres miserables y dementes. Todos los d¨ªas recibo media docena de ellas. Mujeres en el declive de la vida, que la han perdido porque se la han dado a tres, a cinco, a siete y hasta a 14 hijos en una incesante labor reproductora. Mujeres a las que la demencia las asalt¨® a ra¨ªz de la violaci¨®n por el padre todav¨ªa en la infancia, o por los palos del marido en la adultez. Mujeres locas porque no saben qu¨¦ dar de comer a sus hijos peque?os, o a los adultos que no tienen trabajo. Mujeres desquiciadas porque el marido alcoh¨®lico las apalea para desahogarse de sus m¨²ltiples frustraciones; ¨¦sas que luego lo convertir¨¢n en un asesino, y para quitarles el dinero que ellas han obtenido fregando durante 14 horas diarias para cortiprarse ¨¦l el alcohol que lo alivie de sus frustraciones de hombre. Mujeres ignorantes, miserables, sin trabajo, sin destino, sin futuro y sin presente. Mujeres maleducadas, trastornadas, ingratas, que dirigen hacia m¨ª los insultos que no se atreven a devolver a su verdugo. Mujeres que deben prostituirse para sobrevivir, muchas veces obligadas por el propio marido; mujeres que prestan su cuerpo a todas las humillaciones, alienadas como ning¨²n hombre lo estar¨¢ jam¨¢s, puesto que es su cuerpo su propia m¨¢quina despersonalizadora y destructora. Y ninguna agrede a nadie. Ninguna asesina a nadie.
Montse Roig y el vecino del supuesto asesino de Chelo Maqueda y de Carmen Mayordomo insisten en que el acusado no es culpable, sino v¨ªctima. Y tanto Roig como el vecino son personas honradas. Pero yo sigo pensando que las ¨²nicas v¨ªctimas son las muertas; ellas, mis amigas, y todas las dem¨¢s mujeres apeleadas, violadas y asesinadas por hombres. Hombres v¨ªctimas de otros hombres, v¨ªctimas de un sistema de clases que ellos mismos inventaron hace tiempo, v¨ªctimas de. su propia arrogancia de machos, v¨ªctimas que deber¨ªan saber escoger el enemigo cuando se deciden por la violencia vindicadora; hombres, en fin, ?tan violentos con las mujeres y tan serviles con los hombres que les mandan y a los que temen! Hombres v¨ªctimas de otros hombres y verdugos de las mujeres que tantas veces, como su madre, su esposa o su hija, y como Chelo y Carmen, quisieron ayudarlos a salir.de su miseria y de su demencia y recibieron como pago varias cuchilladas en el cuerpo.
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