Muri¨® Ismael Merlo, uno de los grandes del 'teatro de actor'
"Tengo la enfermedad que mat¨® a David Niven: me estoy quedando chiquito, chiquitito...": ¨¦sta era una de las ¨²ltimas bromas de Ismael Merlo -bromista continuo- sobre s¨ª mismo. Quiz¨¢ se sent¨ªa un poco aplastado por una edad no muy avanzada, pero s¨ª muy trabajada: los a?os del c¨®mico cuentan m¨¢s, sobre todo cuando se viene de las ¨¦pocas dif¨ªciles. No ha muerto de la enfermedad de David Niven, sino del coraz¨®n. Dentro de la tradici¨®n de que el actor no puede estar nunca enfermo si tiene una representaci¨®n que hacer, Ismael Merlo acudi¨® ya el domingo al teatro Infanta Isabel sinti¨¦ndose mal; hizo su trabajo, y a la madrugada su compa?ero Manuel Tejada le acompa?¨®: tem¨ªa verle irse solo. Pero ha muerto solo, en la ba?era de su casa -su compa?era, Vicky Lagos, no estaba-, con el ¨²ltimo ¨¦xito dentro de s¨ª mismo. Su papel en Di¨¢logo secreto, de Buero Vallejo, hab¨ªa recibido los elogios un¨¢nimes de la cr¨ªtica, hab¨ªa levantado los aplausos y las risas del p¨²blico. Era una bocanada de sinceridad, de espontaneidad, de juego esc¨¦nico lleno de sentidos, que ahora va a ser muy dif¨ªcil de sustituir: le hab¨ªa dado su presencia.Lo hac¨ªa siempre. Ismael Merlo era uno de esos raros actores que tienen el secreto de ser al mismo tiempo ellos, mismos y el personaje que interpretan. Tan ¨¦l mismo era siempre, que sus compa?eros recuerdan docenas de an¨¦cdotas de sus bromas en escena, dichas muchas veces en tono brillante, incluso perceptible para el p¨²blico, pero, colocadas las frases de tal modo que nunca destrozaron una escena, ni una composici¨®n (en La hija del capit¨¢n, de Valle-Incl¨¢n, que terminaba con una ristra de vivas patri¨®ticos, a?adi¨® un d¨ªa un "¨ªViva Adolfo Marsillach!", que estaba en el patio de butacas).
Esta personalidad anecd¨®tica perfila apenas unos rasgos humanos, una l¨ªnea de car¨¢cter; pero es indudable que su talento esc¨¦nico, ten¨ªa toda la seriedad necesaria. Una de las mejores interpretaciones que se recuerdan de Ismael Merlo fue en un papel ins¨®lito: la Bernarda Alba de Garc¨ªa Lorca, en la direcci¨®n de ?ngel Facio. Sin un solo movimiento equ¨ªvoco, sin una concesi¨®n al sexo del papel original, supo componer la figura r¨ªgida y dura de la madre implacable con unos toques esperp¨¦nticos que no pens¨® nunca el poeta, pero que, si permitieron toda clase de discusiones sobre la innovaci¨®n, no, dejaron nunca lugar a dudas sobre la capacidad de actuaci¨®n dram¨¢tica del actor y su manera de transmitir la tragedia. Otro papel ins¨®lito fue mudo: en El grito, de Fernando Qui?ones, donde todo el texto lo dec¨ªa Vicky Lagos, mientras ¨¦l, en el papel de un abuelo que yace, convaleciente y enmudecido, llevaba un brillante contrapunto de m¨ªmica, de gesto, de peque?as acciones tragic¨®micas. Son dos pruebas excepcionales para la raza de un actor que estaba en el escenario como pocas han sabido estar.
Llenaba sus papeles. Pod¨ªa ser una figura secundaria, como en Petra Regalada, de Antonio Gala, o el motor trepidante de una acci¨®n de vodevil negro, como en Lo que vio el mayordomo, de, Joe Orton. Pod¨ªa hacer teatro menor, comedias que pasan sin pena ni gloria, o textos de grandes escritores; llevar compa?¨ªa propia o estar contratado; en todos los casos, nunca dej¨® que su papel se acartonase, se hiciera r¨ªgido o dejara un resquicio de inseguridad: la vida la pon¨ªa ¨¦l mismo hasta cuando no estaba en el texto. Cuesta trabajo llamarle naturalista por el simple hecho de que estuviera con naturalidad en escena; siempre iba un poco m¨¢s all¨¢, siempre encontraba u?a vuelta m¨¢s que dar al torniquete de la interpretaci¨®n directa. Siempre, como ahora, alegraba un texto, lo vivificaba.
Cuesta mucho trabajo pensar que este gran representante de lo que fue el teatro de actor -que va desapareciendo- ya no va a estar en un escenario. Ha pasado con demasiada brusquedad del ¨¦xito a la nada, de las ovaciones de un teatro al m¨¢rmol de la mesa del Instituto Anat¨®mico Forense, donde le llevaron por la incidencia de su muerte. No dej¨® pasar un a?o sin aparecer en alg¨²n reparto o en alguna pel¨ªcula (su interpretaci¨®n en La caza, de Carlos Saura, fue sencillamente extraordinaria). Nos va a faltar a todos.
Babelia
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