Adi¨®s a la iron¨ªa
La aclamada comedia de Bernard Slade La chica del asiento de atr¨¢s ha sido adaptada al cine por el propio autor y dirigida por el soso artesano Arthur Hiller, que, como es habitual en sus dem¨¢s pel¨ªculas, se limita a colocar la c¨¢mara en el lugar m¨¢s tradicional y a tratar de que se recite en su integridad el texto previsto: no hay en ¨¦l imaginaci¨®n, tratamiento, clima ni, lo que es peor, un inteligente inter¨¦s por convencer al espectador de que cuanto ve en la pantalla tiene, en verdad, algo de gracioso, entretenido o interesante.En ¨ªntima colaboraci¨®n narra la larga y mon¨®tona historia de dos escritores de teatro, cuya colaboraci¨®n les ha deparado notables ¨¦xitos, pero tambi¨¦n la inquietud de un amor que no puede culminarse: ¨¦l, casado, presume de fidelidad, mientras ella, dulce y pasiva, aguarda en su confusi¨®n el momento de que ese amor se realice en la cama. En tan esperada fecha, los perennes temores del hombre provocan un fracaso estrepitoso. Quiz¨¢ cuando la pel¨ªcula acaba, la pareja logra triunfar en sus pretensiones. Es problema de ellos.
En ¨ªntima colaboraci¨®n
Director: Arthur Hiller. Gui¨®n: Bernard Slade, seg¨²n su propia obra. Fotograf¨ªa: John C. Howard. M¨²sica: Marvin Hamlisch. Int¨¦rpretes: Dudley Moore, Mary Steenburgen, Frances Sternhagen, Janet Eilber. Comedia, norteamericana, 1983. Locales de estreno: Paz, Richmond.
Se supone que la posible importancia de esta historia reside en la calidad de sus actores. Dudley Moore, sin embargo, interpreta, su papel como si casualmente pasara por el rodaje. Es su obligada respuesta al f¨ªsico que aporta: tan bajito y fofo, debe componer un tipo antes que un personaje, y en esa batalla pierde matices y verosimilitud. Mary Steenburgen, que ha demostrado en pel¨ªculas anteriores su sensible talento, debe limitarse a sonre¨ªr con delicadeza, favoreciendo el mejor ¨¢ngulo de su rostro para que, al menos, de su belleza quede constancia. Ambos tienen buenas intenciones, pero sin superar la falta de asidero que padece el gui¨®n: las precipitadas secuencias del filme carecen de elementos sobre los que plantear un real trabajo de interpretaci¨®n. Afortunadamente no se han dejado tentar por efectos f¨¢ciles (ca¨ªdas, coscorrones, tartas o derivados), pero sin encontrar en tan fr¨¢gil historia recambios de inter¨¦s. Son muy voluntariosos.
Risa y sonrisa
La evidente decadencia de la comedia norteamericana se viene produciendo desde que los europeos emigrados a Hollywood dejaron de realizarlas o de, al menos, contagiar su esp¨ªritu cr¨ªtico a las nuevas promociones. Desde hace a?os, el g¨¦nero se ha vuelto rosa, intrascedente, de escasa imaginaci¨®n y sin br¨ªo. Lejos est¨¢n los tiempos en que la comedia serv¨ªa de introspecci¨®n a una sociedad que sab¨ªa re¨ªrse de s¨ª misma. Ahora sonr¨ªe s¨®lo con la extravagancia de algunos de sus ciudadanos. Est¨¢n encantados de s¨ª mismos.
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