La tard¨ªa entrada de Espa?a en el ?frica negra
La presencia diplom¨¢tica espa?ola en el subcontinente empieza a dar sus frutos
El "problema de Canarias", unido, a la descolonizaci¨®n de los territorios que Portugal pose¨ªa en ?frica tras la revoluci¨®n de los claveles, fue determinante para la apertura de nuevas embajadas de Espa?a en la zona. El desconocimiento que Espa?a ten¨ªa del ?frica subsahariana era casi tan grande como el que el ?frica subsahariana ten¨ªa de Espa?a. "Nos encontramos con sorpresas como la de que algunos dirigentes africanos supusieran que los habitantes de Canarias eran negros", recuerda, con -una sonrisa, un veterano diplom¨¢tico, refiri¨¦ndose a aquellos a?os.Aun as¨ª, la presencia de Espa?a en el ?frica subsaliar¨ªana es limitada. Los medios son escasos y limitan los efectos positivos de operaciones de imagen de altura, como los viajes reales: en Madrid s¨®lo hay dos diplom¨¢ticos encargados del an¨¢lisis pol¨ªtico de lo que ocurre en la regi¨®n; es raro que en cada embajada, el personal diplom¨¢tico sea superior a dos personas -el embajador y un secretario-, y en casi todo! los casos, cada representaci¨®n diplom¨¢tica cubre varios pa¨ªses en r¨¦gimen de acreditaci¨®n m¨²ltiple.
La falta de personal lleva a que los resultados. dependan muchas veces delentusiasmo y eficacia del embajador, de quien, trabajando muchas veces en solitario, dependen no s¨®lo las relaciones pol¨ªticas, sino las comerciales, financieras y de cooperaci¨®n, y no s¨®lo en el pa¨ªs en el que tiene: su residencia, sino en las otras naciones vecinas en las que tambi¨¦n se encuentra acreditado.
Resultados desiguales y sorprendentes
De ah¨ª que los resultados sean bastante desiguales y a veces tan sorprendentes como los producidos en Angola, pa¨ªs en el que Espa?a ser¨¢ ya este a?o el tercero en orden de importancia por el volumen de sus intercambios comerciales, incrementando sensiblemente un flujo que ya el a?o pasado ascend¨ªa a m¨¢s de 24.500 millones de pesetas en las importaciones y a cerca de 5.000 millones en la exportaciones, con tendencia a ir disminuyendo el desequilibrio desfavorable a Espa?a.
A pesar de todos estos proble mas, en el Ministerio de Asuntos Exteriores espa?ol existe optimismo ante el futuro de las relaciones entre Espa?a y los pa¨ªses del ?frica subsahariana. "Estos pa¨ªses", dice Manuel Sassot, director general para ?frica y Oriente Pr¨®ximo "solicitan la presencia de Espa?a no para que Espa?a sustituya a ning¨²n otro pa¨ªs, sino para diversificar sus relaciones; para sustraerse no s¨®lo a la influencia de las antiguas potencias coloniales, sino tambi¨¦n para sustraerse a, la influencia de los grandes bloques".
A juicio del responsable de la diplomacia espa?ola en la regi¨®n, Espa?a tiene un "buen papel en ?frica", sea cual sea el "color pol¨ªtico" del pa¨ªs interlocutor. Son dos las razones que el Ministerio de Asuntos Exteriores espa?ol atribuye a este "buen papel". Por un lado, el hecho de que Espa?a no haya sido potencia colonial en el ?frica subsahariana, si se hace excepci¨®n a su pasada presencia en Guinea Ecuatorial. Por otro, el proceso de desarrollo espa?ol, que es muy reciente y que despierta curiosidad en los dirigentes africanos que piensan en la posibilidad de aplicarlo en sus pa¨ªses.
Una visita obligada para los dirigentes del Tercer Mundo que
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vienen a Madrid es la de la sala de exposiciones que el Instituto Nacional de Industria (INI) mantiene en su sede de la plaza del Marqu¨¦s de Salamanca. Los logros del INI, que los espa?oles acostumbran a mirar ahora con recelo debido a sus altos costes, producen cierta -y a veces notable- admiraci¨®n en buen n¨²mero de dirigentes africanos, que ven ah¨ª la posibilidad de construir en sus pa¨ªses industrias basadas en tecnolog¨ªa media.Es este tipo de tecnolog¨ªa que Espa?a puede ofrecer la que tiende a introducirse en el ?frica subsahariana. Como ejemplo sirven las cuestiones econ¨®micas tratadas durante las dos visitas de dirigentes africanos habidas esta semana. Aprovechando la estancia en Madrid del primer ministro de Guinea-Conakry, coronel Diarra Traore, se estudi¨® la posibilidad de que Espa?a participe en la renovaci¨®n del material industrial existente en ese pa¨ªs, para lo cual se decidi¨® enviar una comisi¨®n mixta del INI y del sector privado para que elabore un estudio.
Igualmente se pens¨® en la participaci¨®n espa?ola para la explotaci¨®n de una nueva mina de bauxita, una f¨¢brica de sosa, una cementera, peque?os pantanos, creaci¨®n de planes urban¨ªsticos y construcci¨®n de escuelas, hospitales, supermercados y un peque?o astillero para la reparaci¨®n de pesqueros.
Durante la visita del jefe del Estado angole?o, Jos¨¦ Eduardo dos Santos, se habl¨® de la venta de aviones Aviocar -de Construcciones Aeron¨¢uticas, Sociedad An¨®nima (CASA)-, de la participaci¨®n en el concurso para la construcci¨®n de una nueva refiner¨ªa, de la instalaci¨®n de una f¨¢brica de productos para la construcci¨®n, de la venta de equipos para redes el¨¦ctricas y de la puesta en marcha de nuevas carreteras y de una red de frigor¨ªficos industriales.
El problema en casi todos los casos es el de la financiaci¨®n. A veces, esta dificultad ha paralizado el intercambio econ¨®mico, como sucede con Zaire, que mantiene viejas deudas desde hace 11 a?os. Para ello, son tres los sistemas que se arbitran: financiaci¨®n espa?ola, cuando es posible, y, sobre todo, trueque de tecnolog¨ªa por materias primas o creaci¨®n de empresas mixtas. A trav¨¦s de esta tercera posibilidad, empresas espa?olas ofrecen tecnolog¨ªa y capital y obtienen a cambio beneficios.
Nuevos caladeros y mercados
El incremento de relaciones con el ?frica subsahariana ha servido tambi¨¦n para aumentar el campo de acci¨®n de la flota pesquera espa?ola, que ha tenido acceso a nuevos caladeros y ha encontrado incluso nuevos mercados. Espa?a ha firmado acuerdos pesqueros con diversos pa¨ªses de la zona, ha construido barcos -como los 37 arrastreros comprados por Angola- y ha formado personal aut¨®ctono o lo ha enrolado en sus propias tripulaciones, en cumplimiento de las leyes de algunos pa¨ªses que, como Senegal, ponen esta condici¨®n para conceder que buques de otros pa¨ªses pesquen en sus aguas.
Los pa¨ªses africanos no son insensibles a las preocupaciones existentes en otras naciones del mundo en Latinoam¨¦rica, especialmente, y en alg¨²n pa¨ªs n¨®rdico- sobre los efectos que pueda tener la entrada de Espa?a en la CEE en las relaciones econ¨®micas y comerciales que se mantienen con ellos. Esta cuesti¨®n se la repet¨ªa un periodista angole?o al presidente del Gobierno espa?ol, Felipe Gonz¨¢lez, durante la conferencia de prensa que ¨¦ste ofreci¨® el viernes por la tarde junto al presidente de Angola, Jos¨¦ Eduardo dos Santos.
Seg¨²n Gonz¨¢lez, la integraci¨®n en la CEE no modifica en nada la situaci¨®n, sino que, simplemente, supone un "anclaje definitivo" en uno de los tres apoyos de la pol¨ªtica exterior espa?ola, dejando intactos los otros dos: Latinoam¨¦rica y ?frica. La entrada en la CEE -mantuvo el presidente del Gobierno espa?ol- le servir¨¢ a Espa?a para participar en una serie de decisiones que ya- le afectan, al tener su destino en pa¨ªses de la CEE casi la mitad de sus exportaciones, nivel similar al de Italia, pa¨ªs presente en la Comunidad desde su creaci¨®n.
La experiencia de Angola parece haber animado a las autoridades espa?olas. Con la sola presencia en Luanda del embajador Manuel Pi?eiro Souto -a quien se atribuye buena parte de los ¨¦xitos en las relaciones-, se ha logrado un din¨¢mico nivel de intercambio y una corriente de simpat¨ªas, que ha servido para robar plano a Lisboa, la ant¨ªgua metr¨®polis.
Otra serie de circunstancias han servido para dinamizar la relaci¨®n: Espa?a junto a Italia y Francia, fue de los primeros pa¨ªses en reconocer al r¨¦gimen de Luanda, antes, incluso, de que lo hiciera Portugal.
Desde entonces, los contactos aumentaron a trav¨¦s de la pesca; t¨¦cnicos espa?oles pusieron en marcha una f¨¢brica de conservas, y se construy¨® un instituto oftalmol¨®gico, regido por dos espa?oles y dos angole?os formados en. Espa?a.
La presencia de soldados y cooperantes cubanos y buen n¨²mero de religiosos espa?oles sirvi¨® para divulgar el castellano, y la televisi¨®n hizo el resto, cuando comenzaron a exhibirse series y pel¨ªculas espa?olas.
Que Lisboa tenga celos de esta penetraci¨®n de Espa?a en Angola se ha sospechado con frecuencia, aunque tanto espa?oles como portugueses lo han negado oficialmente.
De momento, la embajada angole?a en Espa?a seguir¨¢ radicando en Lisboa, aunque vaya a abrirse en Madrid una oficina auxiliar. Sin embargo, la posible instalaci¨®n en Angola de una f¨¢brica espa?ola de materiales de construcci¨®n puede afectar a las exportaciones portuguesas de este sector y levantar nuevos recelos.
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