Unos toritos de nada
JOAQUIN VIDAL Los toros de Atanasio Fern¨¢ndez que estaban anunciados en Guadalajara fueron rechazados en el reconocimiento veterinario por falta de trap¨ªo, y sustitu¨ªdos por otros de Gavira que tampoco ten¨ªan trap¨ªo. C¨®mo ser¨ªan los de Atanasio. Los toreros, y m¨¢s si los apoderan taurinos influyentes -como era el caso ayer-, siempre buscan comodidades, y lo notable es que las encuentran. En lugar del toro de trap¨ªo y cuajo, que honra la profesionalidad torera cuando es vocacional, prefieren el t orito de nada, por su peligro escaso. Los despitorrados, chicos y flojos toritos de Gavira ten¨ªan poqu¨ªsimas posibilidades de lastimar a las cuadrillas, si no era de pisot¨®n. La coartada que emplean los taurinos es que s¨®lo esos tontos son los que "sirven". Los taurinos tienen una concepci¨®n utilitaria del espect¨¢culo y su aspiraci¨®n es que el toro posea, en lugar de casta, vocaci¨®n de servicio. Para lo que ha de servir es para torear, naturalmente. Ocurre, sin embargo, que a la hora de la verdad no hay quien lo tor¨¦e. Para pegarle pases, en cambio, s¨ª hay gente. La de ayer en Guadalajara era experta en estas labores, a las que un¨ªa un ejemplar sentido del destajo.
Plaza de Guadalajara
21 de septiembre. Segunda de feria. Toros de Salvador Gavira, sin trap¨ªo, d¨®ciles. Palomo Linares, protestas; silencio. Manzanares, silencio; ovaci¨®n y saludos. Yiyo, silencio; aviso y vuelta.
Pegar pases y torear, en opini¨®n de taurinos, son un mismo concepto. En la tauromaquia no lo son, pero este divorcio entre taurinos y tauromaquia ya constituye viejo problema. Habr¨¢ que explicarlo una vez m¨¢s: pegar pases es endosarle al toro suertes inconexas, sin estructurar la faena con prop¨®sito de, dominio; ah¨ª queda eso. Torear es todo lo contrario: ligar las suertes para un progresivo dominio del toro y, una vez conseguido, la faena ya est¨¢ hecha.
Los toreros de Guadalajara pegaban pases, faltar¨ªa m¨¢s. Palomo no quiso ni ver al primero, un toro bravo a carta cabal, en tanto al cuarto le ensayaba derechazos. Manzanares no se acopl¨® con el segundo, que por pitones llevaba pl¨¢tanos, y el acoplamiento con el quinto lo hizo a base de unipases. Erguida la planta cuando embarcaba con la derecha, ayud¨¢ndose de la espada cuando embarcaba con la izquierda. De tal guisa durante diez minutos eternos y alguien hubo de gritarle: "?Eh, oiga; ya est¨¢ bien de ayudarse con la espada!".
M¨¢s pegap¨¢ses que ninguno fue Yiyo. Tore¨® decorosamente al tercero y al sexto estuvo once minutos peg¨¢ndole pases. Cuantos pases cabe imaginar dio Yiyo, inclu¨ªdas manoletinas, para que se le entregara el p¨²blico, pero el p¨²blico no dec¨ªa ol¨¦, as¨ª le agarraran por el cuello. Es l¨®gico: la contemplaci¨®n de un trabajador peg¨¢ndole pases a un gato, no es como para caer en ¨¦xtasis. Se le agradece, si acaso, se le da tabaco, y eso es todo.
A Yiyo quiz¨¢ le quedar¨¢ la inc¨®gnita de por qu¨¦ no se le entregaba el p¨²blico, a pesar de los 200 pases irreprochables que lleg¨® a pegar. Nunca ser¨¢ tanta inc¨®gnita como de d¨®nde sac¨® el banderillero Pirri las medias que llevaba, de un morado subido. Si el obispo de Morido?edo echa en falta las suyas, ya sabemos de d¨®nde las sac¨®. Tambi¨¦n deber¨¢ Yiyo despejar la inc¨®gnita de por qu¨¦ en todas las plazas le exigen que banderill¨¦e. La gente se enojaba ayer por eso, y exclamaba: "?Ser¨¢ posible que no quiera banderillar?". Un aficionado, de los doctos, intentaba -aclarar la situaci¨®n: "?Se?ores, que este torero no banderillar!". Pero dec¨ªa otro: "Pues podr¨ªa hacerlo lo mismo, porque a estos toritos de nada, hasta yo los banderillo". La tarde alcarre?a estaba caliente. Acabada la corrida, salieron al ruedo unos disfrazados de toro, con un cartel que dec¨ªa: "Se?or Cort¨¦s" (el representante de la empresa), "esto es un toro". Pues ya tiene una pista el bueno del se?or Cort¨¦s.
Babelia
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