Lucio BI¨¢zquez
Su 'casa' de Madrid, lugar de cita de pol¨ªticos, intelectuales, artistas y la alta sociedad
La historia de Lucio es la historia de un triunfador. Comenz¨® a trabajar a los 12 a?os, de botones, en el mes¨®n del Segoviano. Hoy, 40 a?os m¨¢s tarde, es due?o de un restaurante que lleva su nombre, Casa Lucio -adem¨¢s de otros dos m¨¢s, El Viejo Madrid y El Land¨®-, precisamente aquel en el que empez¨®. Un lugar en pleno Madrid castizo en el que cada noche, y con llenos hasta la bandera -como dice el propio Lucio-, se juntan pol¨ªticos de todo signo, intelectuales, artistas, marqueses, aristoputas y toda la jet-set, y que es cita obligada de turistas de todas las nacionalidades. Muchos de los famosos m¨¢s famosos tienen que esperar estoicamente durante media hora, o una, o lo que haga falta en la barra, hasta que haya una mesa libre, sin que eso les suponga el menor freno. Algo que no pasa en ning¨²n restaurante del mundo. El pasado domingo, Lucio particip¨® en la Cofrad¨ªa de la Buena Mesa en la Feria del Ganado de ?vila, donde dio de comer jam¨®n, jud¨ªas del Barco y ternera.
A Casa Lucio no se va a comer. Al menos, no s¨®lo. All¨ª se va tambi¨¦n a ver. Como dice Lucio, "esto es un espect¨¢culo. Esto es como de cine, de Hollywood. Porque aqu¨ª viene todo el mundo. Los famosos y la gente sencilla. Yo creo que lo hacen porque quieren distraerse, y en mi casa sobre todo damos simpat¨ªa. Aqu¨ª tenemos alegr¨ªa como para exportar. Por eso cada noche vienen pol¨ªticos de cualquier partido -con la sola excepci¨®n de Fraga, que no ha venido casi nunca-, militares, intelectuales, artistas, famosos; vamos, todo el mundo. Hasta Su Majestad ha venido seis o siete veces. Todos vienen a comer, pero, adem¨¢s, unos vienen a verse entre ellos y a que les vean, y otros a verles. Y la gente se lo pasa fen¨®meno. La clave es ¨¦sa. Y trabajar".Lucio Bl¨¢zquez lleg¨® a Madrid de su pueblo natal, Serranillos (?vila), siendo un chavalillo de 12 a?os. Su padre le puso a trabajar de botones en el mes¨®n del Segoviano. Trabajaba 18 horas diarias y cada 15 d¨ªas libraba dos horas. Abr¨ªa y cerraba el restaurante cada d¨ªa, pero sin que se lo pidiera nadie.
Sal¨ªa de ¨¦l. Cuatro a?os m¨¢s tarde, el chaval se hab¨ªa hecho el amo. Era el que controlaba el negocio.
A los 27 a?os decidi¨® independizarse. No ten¨ªa un duro, pero le hablaron de un local y fue a hablar con el due?o, quien, en lugar de vend¨¦rselo, le ofreci¨® asociarse con ¨¦l para poner un restaurante. Aquello se llam¨®, por idea de Camilo Jos¨¦ Cela -"ayer estuvo cenando aqu¨ª, despu¨¦s de esperar m¨¢s de media hora en la barra"-, El Schotiss. All¨ª estuvo durante 13 a?os antes de seguir solo.
Quer¨ªa volver donde empez¨®, y se compr¨® el mes¨®n del Segoviano, al que cambi¨® el nombre por el de Casa Lucio. "A partir de entonces, con llenos hasta la bandera. Porque este local est¨¢ en uno de los barrios mas bonitos del mundo, como es el Madrid castizo. Sobre todo para los extranjeros, que se vuelven locos. De aqu¨ª sale todo el mundo contento, y eso es lo m¨¢s importante para m¨ª".
Este castizo de Serranillos siempre est¨¢ en el restaurante, para recibir a la gente, sentarse de mesa en mesa, siempre con su sonrisa como tarjeta de visita, dar besos a todas las mujeres y entretener a los que est¨¢n esperando en la barra, durante tanto tiempo, hasta que consiguen una mesa, por muy famosos o importantes que sean o se crean. Porque por aquella barra pasa casi todo el mundo. Antes, Lucio ten¨ªa que derrochar habilidad para distribuir de forma estrat¨¦gica a sus clientes, cuando en ocasiones se daban cita casual gentes de la derecha m¨¢s recalcitrante con pol¨ªticos reci¨¦n salidos de la clandestinidad. Una habilidad que le permite nadar entre todos sin mojarse con nadie, hasta el punto de que, siendo seguidor ac¨¦rrimo del Atl¨¦tico de Madrid, presume de que las ¨²ltimas cenas ¨ªntimas de Santiago Bernab¨¦u las hizo con ¨¦l.
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