Encuentro en Washington

EL ACTO de contrici¨®n impl¨ªcito en la oferta lanzada a principios de semana por el presidente Ronald Reagan a la Uni¨®n Sovi¨¦tica al abrir el fuego ret¨®rico en la 39" Asamblea General de las Naciones Unidas no ha encontrado el eco absolutorio de Mosc¨². El lunes., el presidente y candidato a un segundo mandato realiz¨® ¨ªmprobos esfuerzos por mostrarse, en flagrante contradicci¨®n con su trayectoria pol¨ªtica, acr¨ªtico con Mosc¨² y deseoso de adentrarse por la senda de la reconciliaci¨®n entre las dos superpotencias. A cambio, los principales dirigentes del Kremlin -el jefe del Estado, Konstant¨ªn Chernenko; su ministro de Asuntos Exteriores, Andrei Gromiko, y el jefe de las fuerzas del Pacto de Varsovia, V¨ªktor Kulikov- optaron por mantener en sus trece los cl¨¢sicos ataques contra la pol¨ªtica exterior de Estados Unidos y sus aliados de la OTAN, al tiempo que se niegan a aceptar por buenas palabras que, en su opini¨®n, no tienen traducci¨®n alguna en el terreno de los hechos.Haciendo honor a su fama de paciente pragm¨¢tico, Gromiko no tuvo empacho en lanzar el jueves una dur¨ªsima diatriba contra Estados Unidos y sus pretensiones de obtener la supremac¨ªa militar, y aceptar ser recibido 24 horas despu¨¦s en la Casa Blanca por el blanco de sus cr¨ªticas. La inexistencia de procesos electorales -y de encuestas de opini¨®n- en la URSS no impide a sus l¨ªderes guiarse por los or¨¢culos pol¨ªticos norteamericanos y, por tanto, ser conscientes de que todo apunta a que la persona que estar¨¢ durante los pr¨®ximos cuatro a?os al otro extremo del tel¨¦fono rojo seguir¨¢ respondiendo al nombre de Ronald Reagan. Y que es m¨¢s prudente mantererl e a raya con alguna que otra golosina -el encuentre de ayer en la Casa Blanca no puede sino interpretarse como un regalo del Kremlin- que azuzarle hasta el punto de no dejarle ninguna capacidad de maniobra.

A todos, y muy especialmente a Europa, interesa que la distensi¨®n fructifique, A todos obligan los esfuerzos por intentar diluir la radicalizaci¨®n pol¨ªtica que ha caracterizado a la Administraci¨®n Reagan y que ello no sea exclusivamente fruto de la tensi¨®n preelectoral norteamericana. Un paso adelante, sin duda, ser¨ªa la apertura de nuevos canales de di¨¢logo entre Washington y Mosc¨², similares, al menos, a los instaurados en la d¨¦cada de los setenta por Richard Nikon y su secretario de Estado, Henry Kissinger. No es un hecho gratuito el que Reagan se entrevistara con Kissinger antes de pronunciar, el lunes, su discurso aperturista hacia la URSS. Hecho que, sin representar un regreso de Kissinger, s¨ª ilustra la recuperaci¨®n de influencias de hombres del equipo de Nixon en la Administraci¨®n Reagan. Los hombres, en definitiva, que creyeron en una necesidad de distensi¨®n con la URSS, que firmaron el primer acuerdo SALT sobre reducci¨®n y control de armas nucleares intercontinentales e incrementaron los lazos de uni¨®n entre las dos superpotencias.

Un ¨²nico elemento del rompecabezas estrat¨¦gico se mantiene en su sitio: Andrei Gromiko, responsable de la dipIomacia sovi¨¦tica desde 1957. Y de ah¨ª la importan cia del simb¨®lico apret¨®n de manos de ayer en la Casa Blanca entre uno de los art¨ªfices hist¨®ricos del poder¨ªo sevi¨¦tico y el actual inquilino de la Casa Blanca.