?xito apote¨®sico de Karajan en su concierto de reconciliaci¨®n con la Filarm¨®nica de Berl¨ªn
?xito apote¨®sico -11 minutos de ovaciones y nueve veces sali¨® a saludar- sell¨® la reconciliaci¨®n del director Herbert von Karajan con la Orquesta Filarm¨®nica de Berl¨ªn, tras una extraordinaria interpretaci¨®n de la Misa en si menor, de Johann Sebastian Bach, en el marco del 34? Festival de Oto?o de Berl¨ªn Oeste.
Con un gesto ampuloso, los dos brazos abiertos en cruz, como si quisiese abarcar a todos los m¨²sicos y el coro, mientras la Coral de Viena conclu¨ªa a cinco voces con un Dona nobis pacem (Danos la paz), que ten¨ªa todo el valor de un s¨ªmbolo, Karajan concluy¨® la direcci¨®n de la misa en si menor, de Bach, al mismo tiempo que el p¨²blico rompi¨® en ovaciones y bravos. Con gesto extenuado, el rostro gris¨¢ceo, el maestro hizo primero una reverencia a la orquesta y luego al p¨²blico. Casi se cay¨® Karajan, al dar la mano al primer viol¨ªn, y luego abandon¨® el escenario con los pies a rastras, apoyado en el tenor sueco Goesta Winbergh. En ese momento el director de orquesta parec¨ªa un anciano decr¨¦pito, al que de repente se le vinieron encima sus 76 a?os. Durante las dos horas largas, sin pausa intermedia, que dur¨® la interpretaci¨®n de la misa, Karajan dirigi¨® desde el podio, apoyado en una barra de hierro, pero sin sentarse, de memoria, sin hacer uso de batuta o partitura.
Curiosa mezcla
Fue una direcci¨®n sobria y comedida, no hubo ni una pizca de patetismo, como si la orquesta, el coro y los solistas marchasen solos, sin necesidad de direcci¨®n, como una pieza perfectamente engranada, en la que la simple presencia del maestro bastaba para asegurar el funcionamiento exacto de la interpretaci¨®n. La ceremonia inaugural de la reconciliaci¨®n provoc¨® naturalmente que desde semanas antes se agotasen las entradas. A la puerta de la Filarm¨®nica berlinesa se mov¨ªan con gesto entre desolado y ansioso muchos aficionados con un cartel que dec¨ªa "busco entrada". Alguno acompa?aba el cartel con un billete de 100 marcos (5.600 pesetas), que fue la cantidad pagada a la puerta por una entrada que en taquilla s¨®lo costaba 20 (1.120 pesetas). El p¨²blico de la Filarm¨®nica el domingo era una curiosa mezcla de gentes emperifolladas con sus mejores galas y j¨®venes en vaqueros y otros vestidos poco convencionales. Hubo leves aplausos para la Coral de Viena, cuando apareci¨® en el escenario, una breve ovaci¨®n con algunos bravos a la orquesta, que salud¨® de pie y luego se hizo un silencio en el p¨²blico. Karajan sali¨® acompa?ado de los cuatro solistas, la contralto griega Agnes Baltsa, la soprano norteamericana Katheleen Battle, el tenor sueco Goesta Winbergh y el bajo holand¨¦s Robert Battle. Una ovaci¨®n, no excesiva, acoge la aparici¨®n del maestro, que se dispone r¨¢pidamente a. dirigir la orquesta, que inicia la misa con un Kirie que pone la carne de gallina.
Sin aspavientos
Karajan dirige toda la misa sin el menor aspaviento, con gestos cortos y precisos. Basta un movimiento de mano para poner en pie, como movido por un resorte, a todo el coro. En las actuaciones de los solistas Karajan parece entrar en un di¨¢logo ¨ªntimo con el ¨®boe o el flautista, que producen tonos maravillosos en el Gloria y en el Sanctus. Del momento final del Credo al Sanctus se pasa sin un resquicio de pausa Y, s¨®lo cuando la coral entona a ocho voces el Hosanna in excelsis, Karajan mueve los brazos con gesto ampuloso, pero de ninguna manera desmesurado. Cuando concluye la misa, con el Dona nobis pacem, queda la sensaci¨®n de que el conflicto de meses entre Karajan y la orquesta ha quedado definitivamente superado con la m¨²sica de Bach. Karajan hab¨ªa escrito una carta a la orquesta, en la que ped¨ªa una interpretaci¨®n conjunta de la Misa en si menor, de Bach, prevista en el Festival berlin¨¦s de Oto?o, porque "esa obra, profundamente impregnada de humanidad y esp¨ªritu cristiano, deber¨ªa poner punto final, en un esp¨ªritu de reconciliaci¨®n, para facilitar la reanudaci¨®n de nuestro trabajo". La guerra entre Karajan y la orquesta se endureci¨® el pasado mes de junio despu¨¦s de que el conjunto hubiera rechazado a la clarinetista Sabine Meyer, protegida del maestro, y tras la negativa del Senado berlin¨¦s del intendente general de la Orquesta, Peter Girth. La reconciliaci¨®n se llev¨® a cabo hace unos d¨ªas tras un acuerdo en el que las partes decidieron resolver sus futuros problemas mediante oportunas conversaciones entre el se?or von Karajan y los representantes de la orquesta".
Un nuevo conflicto estuvo a punto de dar al traste con la reconciliaci¨®n, en v¨ªsperas del concierto, cuando Karajan design¨® como primer viol¨ªn a Leon Spierer, mientras que la orquesta quer¨ªa al japon¨¦s Toru Yasuhaga, que ha cumplido su per¨ªodo de prueba de un a?o con la Filarm¨®nica berlinesa. Al final se acept¨® el deseo del maestro, que en la quinta salida a saludar bes¨® al primer viol¨ªn y extendi¨® los brazos en cruz. Entre la quinta y la sexta salida el primer viol¨ªn deposit¨® una rosa roja sobre el atril de Karajan, mientras el p¨²blico puesto en pie ovacionaba sin parar a la orquesta y al maestro.
El d¨ªa de la reconciliaci¨®n no pudo tener una coronaci¨®n m¨¢s perfecta que la Misa en si menor, de Bach. La Filarm¨®nica y Karajan realizar¨¢n este oto?o una gira a Jap¨®n y Corea.
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