Una deuda pendiente con Pierre Emmanuel
La reciente muerte del poeta franc¨¦s Pierre Emmanuel supone la desaparici¨®n de un gran testigo de las luchas del siglo por mantener la fe y la esperanza en un mundo en constante estado de alerta. En este art¨ªculo se trata sobre todo de la profunda relaci¨®n que Emmanuel mantuvo con el universo literatio espa?ol.
Naci¨® un d¨ªa de primavera en Gan, a ocho kil¨®metros de Pau, muy cerca de Espa?a a la que nunca ser¨ªa indiferente ni ajeno-, cuando mediaba la Gran Guerra, como en tiempos se dec¨ªa, y ha muerto en Par¨ªs el primer d¨ªa de este oto?o, si es que un poeta de verdad, como ¨¦l, puede morir del todo. Pues, aunque escasamente conocido entre nosotros, Pierre Eminanuel, Mathieu No¨¦l.para el registr o civil, un bearn¨¦s de pura cepa que pudo haber sido ciudadano norteamericano porque su padre hab¨ªa llegado a serlo y que se neg¨® a ello, fue y seguir¨¢ siendo, adem¨¢s de un notable ensayista, uno de los poetas m¨¢s representativos de la Francia c¨®ntempor¨¢nea.Sacudido- a teinprana edad por un fragmento de La jeune parque, de Val¨¦ry, disc¨ªpulo de Jean Wahl, asiduo lector de H¨®lderlin, de la Biblia, de Karl Barth, de San Agust¨ªn, y con s¨®lidas ra¨ªces en la mejor tradici¨®n de las letras francesas, "hab¨ªa aprendido", seg¨²n confesaba, "a respetar en las palabras, no ya la mera imagen de las cosas, sino la substancia misma del hombre", y se hab¨ªa acostumbrado a nadar en aguas- ¨ªntimas y profundas, casi metaflisicas o, m¨¢s exactamente quiz¨¢, casi m¨ªsticas, como denotan los simples t¨ªtulos de algunas de sus obras: Tombeau d'Orph¨¦e, Le Go¨²t de Vun, Le monde est int¨¦rieur... Pero, dado que el mundo interior no se opon¨ªa, para Eminanuel, al mundo exterior, sino que "lo penetraba y englobaba", ese h¨¢bito de lo ¨ªntimo y profundo no le impidi¨® convt!rtirse, durante la ocupaci¨®n hitleriana, en una de las voces que con m¨¢s resonantes acentos cantaron al grand peuple de la nuit, a la Resistencia, en poemas como Combats avec tes d¨¦fenseurs, Jour de Col¨¨re, La libert¨¦ guide nos pas, que est¨¢n hoy en todas las antolog¨ªas, ni le irqpidi¨® militar activamente en las organizaciones clandestinas que luchaban contra el nazismo. Por ello, en 1942, Drieu la Rochelle le. acus¨®, p¨²blicamente, de jud¨ªo y comunista.
Tras la paz de 1945, como no en vano hab¨ªa nacido bajo el signo de la guerra, nuestro poeta, fiel a la doble vertiente de su personalidad y su talento, sigui¨® combatiendo para defender al hombre de cuanto le oprime desde dentro y desde fuera: La face humanine, Pour une politique de la culture, La r¨¦volution parall¨¨le y decenas de art¨ªculos, de ensayos, de conferencias. Pero no habr¨ªa de combatir s¨®lo con la pluma y la palabra. Miembro del Comit¨¦ France-Espagne, junto a Picasso, Malraux, Aragon, Cas sou.... amigo y protector de Jos¨¦ Bergam¨ªn, codirector del semanario Les ?toiles, ¨®rgano de la Uni¨®n Nacional de los Intelectuales fran ceses, estuvo en todas las trincheras donde le fue posible poner pie, y con un amplio n¨²mero de univer sitarios y escritores de Europa y Am¨¦rica, entre los que figuraba Salvador de Madariaga contribuy¨® de un modo decisivo a fundar, organizar e impulsar el Congreso por la Libertad de la Cultura, luego llamado Asociaci¨®n Internacional en lugar de Congreso.
Nunca, repito, le hab¨ªa resultado indiferente lo espa?ol. Lo nuevo para ¨¦l era que, a partir de ese momento, ya pod¨ªa hacer algo efectivo por el pa¨ªs que tanto le atra¨ªa. Y en 1959, como directivo de la entidad arriba mencionada, Emmanuel reuni¨® en el sur de Francia, concretamente en Lours Marin, a un reducido grupo de espa?oles, Cano, Cela, Castellet, La¨ªn Entralgo, Mar¨ªas, del que no tardar¨ªa en surgir el Comit¨¦ Espa?ol de la Asociaci¨®n Internacional por la Libertad de la Cultura, al que, adem¨¢s de todos los citados antes (con la excepci¨®n de Cela), pertenecieron, entre otros, Aran guren, Josep Benet, Bru, Chueca, Garc¨ªa Sabell, Lorenzo Gomis, Mari¨¢. Manent, Jos¨¦ Antonio Maravall, Morodo, Ridruejo, Ruiz Gim¨¦nez, Sampedro, Carlos Santamar¨ªa y Tierno Galv¨¢n, y del que yo fui secretario hasta su extinci¨®n en 1977.
Merced al no muy caudaloso pero insustituible apoyo econ¨®mico que le prestaba la Asociaci¨®n Internacional por la Libertad de la Cultura, el Comit¨¦ Espa?ol, que jam¨¢s tuvo existencia legal y del que formaban parte hombres de or¨ªgenes y convicciones tan dispares como la precedente relaci¨®n de nombres delata, se convirti¨® pronto en un activo foco de oposici¨®n cultural, y, pese a sus limitadas posibilidades de acci¨®n, en un eficaz instrumento que permiti¨® canafizar muchas ayudas y poner en pr¨¢ctica muchas iniciativas. .
Dar bolsas para viajar al extranjero, para escribir libros o para emprender trabajos de investigaci¨®n; montar coloquios y mesas redondas sobre temas entonces candentes, unas veces en p¨²blico y con la venia nunca f¨¢cil de las autoridades de la ¨¦poca, como el simposio sobre Realismo y realidad en la literatura contempor¨¢nea, celebrado en 1963, en el hotel Suecia, de Madrid, con la participaci¨®n de 85 escritores y cr¨ªticos de seis pa¨ªses, o el simposio sobre Los problemas del desarrollo regional, celebrado en el Instituto de T¨¦cnicas Em presariales de C¨®rdoba, en 1968, con la participaci¨®n de 40 especialistas de toda Espa?a, y otras veces, en la m¨¢s rigurosa clandestinidad, como los seis encuentros, so bre los nacionalismos internos en Espa?a, celebrados entre 1964 y 1971 en diversas poblaciones del centro y de la periferia; abrir y mantener el di¨¢logo con nuestros vecinos peninsulares, mediante una sudesi¨®n de reuniones y seminarios, organizados en Francia, Portugal y Espa?a, en colaboraci¨®n con el comit¨¦ portugu¨¦s de la Asociaci¨®n Internacional por la Libertad de la Cultura, al que per tenec¨ªan personas tan relevantes en la vida cultural lusitana como Algada Baptista, B¨¦nardda Costa, C¨¢rdoso Pires, Lendley Cintra, Sedas Nunes, Joel Serrao o Hele na Vaz da Silva; poner en marcha una peque?a editorial y publicar una colecci¨®n de libros de bolsillo Hora H, ensayos y documentos, que alcanz¨® los 80 t¨ªtulos; nada de esto se habr¨ªa podido hacer si Pierre Emmanuel no hubiese auspiciado, primero, la constituci¨®n del Comit¨¦ Espa?ol y no hubiese promovido, despu¨¦s, su desarrollo.
Respirar con holgura
Pero lo m¨¢s importante, con serlo tanto, no fue, creo yo, eso. En la Espa?a cautiva de los primeros a?os sesenta, la aparici¨®n y las actividades del Comit¨¦ Espa?ol vinieron a franquear no pocos portillos y a representar, en nuestro desvalimiento, una de las posibilidades m¨¢s reales que cab¨ªa hallar entonces para comunicar entre nosotros y con el mundo exterior, para respirar con m¨¢s holgura en aquella atm¨®sfera confinada. Esto es, para m¨ª, lo que confiere mayor importancia al respaldo que recibimos del amigo que se nos ha ido. Y esto s¨®lo, aunque no hubiese otras razones, basta para que muchos, tal vez todos los que vivimos la experiencia, nos consideremos en deuda con Pierre Emmanuel.
Adentrarse en el conocimiento de su obra y contribuir a difundirla en tierras hisp¨¢nicas. Quiz¨¢ fuera este el medio m¨¢s id¨®neo para saldar una deuda semejante. Algo, y de no escasa monta, saldr¨ªamos ganando de paso. As¨ª comprobar¨ªamos de nuevo, si acaso hiciera falta, que el quehacer del poeta nunca es gratuito -ni extra?o a los intereses del com¨²n, que la indagac¨ª¨®n de lo esencial no se puede disociar de la lucha por la libertad, y que la fuerza de que ambas se alimentan brota, en suma, de un mismo y ¨²nico manantial: el,hondo pesar, el hondo sentir.
es escritor; fue secretario del Comit¨¦ Espa?ol de la Asociaci¨®n Internacional por la Libertad de la Cultura.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.