Los desplantes de la Comunidad
LAS NEGOCIACIONES para la adhesi¨®n de Espa?a a la Comunidad Econ¨®mica Europea (CEE) est¨¢n en su fase decisiva. Lo ocurrido el mi¨¦rcoles pasado en L¨²xemburgo la incapacidad de la Comunidad, por tercera vez en un mes, de presentar una oferta global a Espa?a y la desconvocatoria por parte del ministro espa?ol de Asuntos Exteriores, por primera vez en la historia, de la sesi¨®n formal de negociaci¨®n entra dentro de una relativa, aunque preocupante, normalidad, dada la dificultad del tema.La CEE se ha presentado, una vez m¨¢s, con las ma nos vac¨ªas ante Espa?a. Desde la cumbre de Fontaine bleau no se ha ¨¢vanzado nada sustantivo; el acuerdo intern¨® entre los diez ha sido imposible, aunque haya habido aclaraciones de matiz: los ministros de Econom¨ªa y de Asuntos Exteriores llegaron a un consenso condicional que podr¨ªa resolver los conflictos presupuestarios de la actual CEE sin romper el lazo existente entre la ampliaci¨®n a doce de la CEE y la entrada en vigor el primero d¨¦enero de 1986 de los nuevos recursos presupuestarios.
La ampliaci¨®n a doce es un objetivo decidido en diversas ocasiones; as¨ª, el proceso de adhesi¨®n de Espa?a y Portugal debe ser paralelo y simult¨¢neo. Por ello, las presiones francesas para separar ambos casos deben ser denunciadas como contraproducentes para los intereses, de nuestro pa¨ªs: si Portugal entrase antes, el final de las negociaciones bilaterales se producir¨ªa con una Comunidad de once, no de diez miembros, lo que provocar¨ªa dificultades adicionales y un nuevo retraso; adem¨¢s, nuestro pa¨ªs estar¨ªa vendido y los negociadores, apremiados a entrar casi como fuese, lo que sin duda aflojar¨ªa el mismo proceso negociador en sus aspectos m¨¢s concretos. Sin perder su dimensi¨®n hist¨®rica, ¨¦sta es fundamentalmente una negociaci¨®n econ¨®mica y comercial. Y es dinero, puestos de trabajo y riqueza lo que est¨¢ en juego. Deah¨ª que en la recta final los diez afilen sus dientes.
Para Espa?a seria nefasto perder la fecha del primero de enero de 1986 para su ingreso definitivo en el Mercado Com¨²n. Ceder en ello ser¨ªa correr el riesgo enorme de relegar esta adhesi¨®n -dada la situaci¨®n pol¨ªtica de varios pa¨ªses comunitarios, especialmente de Francia- hasta bien entrada la d¨¦cada de los a?os noventa.
En definitiva, la CEE ha mostrado una vez m¨¢s su incapacidad para lograr un acuerdo interno sobre las posturas que presentar a Espa?a. Cuando se trata. de estudiar y llegar a soluciones sobre los intereses m¨¢s concretos, resurge con fuerza la Europa de los mercaderes, olvidando aquellas ideas rom¨¢nticas sobre la uni¨®n pol¨ªtica que ya se marcaban en el Tratado de R¨®ma.
Pero, adem¨¢s, una cosa es que fracase una sesi¨®n negociadora y otra el monumental desplante dado al representante espa?ol en la negociaci¨®n,, el ministro Fernando Mor¨¢n, por sus colegas de los diez. ¨²nicamente se encontraba esperando a Mor¨¢n en Luxemburgo el presidente del Consejo de Ministros de la CEE, el irland¨¦s Peter Barry. Secretarios de Estado y embajadores, es decir, funcionarios de segunda fila, dieron la nota descort¨¦s hacia un pa¨ªs que,antes o despu¨¦s, va a ser uno m¨¢s de la Comunidad. La actitud y las declaraciones de Mor¨¢n, afirmando que "la buena crianza en esta casa (por la CEE) no parece lo normal", merecen ser apoyadas. El ministro es el tepresentante de un pa¨ªs soberano y como tal requiere el trato m¨¢s exquisito. En Luxemburgo ha habido humillaci¨®n.
Tal como est¨¢n las cosas, cabe temer que las negociaciones acaben chapuceramente o a patadas. Se est¨¢n pagando los errores del pasado de Mantener las relaciones a un nivel supraestructural, pyramente pol¨ªtico, sin prestar atenci¨¢rva sus dimensiones t¨¦cnicas. Y aunque los actuales negociadores del Palacio de la Trinidad han mejorado sustancialmente esta situaci¨®n, sigue siendo absurdo convocar reuniones ministeriales cada 15d¨ªas cuandoentre ambas no hay tiempo suficiente para que la CEE las prepare con cierta correcci¨®n t¨¦cnica -y de la otra-. Hay que volver a dignificar estas sesiones, cuyo fin deber¨ªa ser el de negociar y dirimir temas centrales. No hace falta desplazar a 25 personas y un ministro para intercambiar papeles. Para eso basta un botones.
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