Parque del Mar, 12 de pol¨¦mica
El rey Juan Carlos acudir¨¢ a Palma de Mallorca para inaugurarlo el D¨ªa de la Hispanidad
El pr¨®ximo 12 de octubre el rey Juan Carlos inaugurar¨¢ el Parque del Mar de Palma de Mallorca. Con este acto se cerrar¨¢ una historia de 12 a?os de pol¨¦mica urban¨ªstica que implicaba distintas concepciones de la dad y en la que intervinieron personalidades tan relevantes como el pintor Joan Mir¨® y el arquitecto Josep Llu¨ªs Sert. Las esculturas de Andreu Alfaro, Enrique Broglia y la propuesta de Guinovart enmarcan un parque que, tiempo atr¨¢s, deb¨ªa cobijar un aparcamiento. Palma ya tiene Parque del Mar, ahora se plantea un uso din¨¢mico del mismo, en una ciudad no tan volcada al Mediterr¨¢neo como su ubicaci¨®n sugiere.
Cuando el Rey de Espa?a pise el pr¨®ximo d¨ªa 12 el Parque del Mar, a la sombra de una catedral g¨®tica que apunta a la Meca, para celebrar el D¨ªa de la Hispanidad cerca del mural dise?ado por el pintor Joan Mir¨® y entre las esculturas de Andreu Maro y Enrique Broglia, no s¨®lo se inaugurar¨¢n los senderos de cemento, agua y ¨¢rboles que anuncian a los visitantes el callejero de una ciudad cerrada pese a todo. Doce a?os de gritos, empujones, adefesios, liquidaciones por derribo y concursos fallados habr¨¢n sido solemnemente clausurados. El agua de mar que ba?a de nuevo las murallas de la vieja ciudad de Palma refleja ahora las agujas ciegas de una catedral opulenta e indiferente y tambi¨¦n la historia pol¨ªtica de una comunidad que encontrar¨¢ en los rincones de un parque sudado colectivamente las met¨¢foras de su esplendor, agon¨ªa, muerte y resurrecci¨®n.
Trazado sobre los terrenos que la construcci¨®n de una autopista oblig¨® a ganar al mar, el parque -el solar ¨¢rido entonces- fue cedido en 1972 por el Ministerio de Obras P¨²blicas y Urbanismo al Ayuntamiento de Palma. Desde esa misma fecha pueden rastrearse los furibundos titulares de una Prensa que hostig¨® los desmanes cotidianos de los ayuntamientos de la decadencia franquista, ejercitando el derecho todav¨ªa no escritor ni sellado ni jurado.
La cesi¨®n administrativa, por concurso, a la empresa Parkmar, SA, en 1974, del proyecto de construcci¨®n del Parque del Mar convirti¨® al ayuntamiento y, al solar del mar en el centro de la conspiraci¨®n democr¨¢tica mejor urdida y victoriosa de la reciente historia pol¨ªtica mallorquina. El eslogan de la campa?a -el proyecto de parque contemplaba, para sorpresa de todos, un gran espacio para reposo de autocares tur¨ªsticos- fue pancarta durante a?os de fugaz carrera estudiantil, cabecera de incontables editoriales period¨ªsticos, octavillas y pegatinas. Los locuaces parabrisas de los autom¨®viles gui?aron por toda la isla la consigna del gran consenso ciudadano -m¨¢s tarde modelo para otros objetivos pol¨ªticos: Park s¨ª, parking no. Ese fue el no pasar¨¢n de una isla ins¨®lita que consigui¨® sorprender incluso a su clandestina clase pol¨ªtica. En 1976, el movimiento ciudadano, que hab¨ªa conseguido articular como ariete pol¨ªtico los criterios razonables de artistas y arquitectos (Joan Mir¨® y Josep Llu¨ªs Sert contribuyeron autorizando la inapelable l¨®gica de la oposici¨®n) consigui¨® hacer retroceder al ayuntamiento, modific¨® sus disposiciones legales y le oblig¨® a rescatar el solar del mar indemnizando a la empresa Parkmar, SA, responsable de un conjunto de arbitrariedades interesadas, con 130 millones de pesetas.
Con Paulino Buchens como alcalde, en la actualidad presidente del Fomento de Turismo, el ayuntamiento aprob¨® en octubre de 1976 -permanentemente presionado por el ojo imp¨¢vido de la ciudad an¨®nima- la convocatoria de un concurso de anteproyectos para la construcci¨®n definitiva del Parque del Mar. Fallado el 21 de enero de 1978, el premio del concurso se adjudic¨® al equipo Z¨®calo por un jurado en el que intervinieron -Josep Llu¨ªs Sert y Joan Mir¨®. Compuesto por varios arquitectos e ingenieros, el equipo ganador hab¨ªa dise?ado un proyecto que conservaba el aspecto esencial de una maqueta fabricada en 1969 por el Ministerio de Obras P¨²blicas y Urbanismo: un lago interior que recuperase aproximadamente el aspecto primitivo de unas murallas salpicadas por el mar.
Pero la victoria municipal de los socialistas en las elecciones de la primavera de 1979 convirti¨® la secuencia hist¨®rica del parque en una moraleja. Aunque pobremente reflexionada, encarna el dilema que m¨¢s pensamientos ha confundido y decepcionado. El Parque del Mar, en¨¦rgicamente reclamado desde una izquierda constituida entonces como lugar ¨¦tico, se convierte en parte de un plan urban¨ªstico que esa misma izquierda debe resolver, enfrent¨¢ndose en soledad a problemas t¨¦cnicos de realizaci¨®n, adjudicaciones a empresas privadas, demoras, cr¨ªticas de una derecha dispuesta a multiplicar con lupa los fallos y reproducir una t¨¦cnica de desgaste, acoso y derribo similar a la reclamada por la oposici¨®n democr¨¢tica antes de junio de 1977.
Las frases del alcalde Ram¨®n Aguil¨® desde 1979 hasta 1984 ilustran el estupor, la duda y, al mismo tiempo, la resoluci¨®n inevitable del poder. As¨ª, entre "?y c¨®mo puede un ayuntamiento de izquierdas defender una obra de tal coste?" y "el Parque del Mar es el entorno monumental m¨¢s importante del mundo", el alcalde socialista vacila y se afirma alternativamente, mientras, la Prensa recuerda constantemente la cada vez m¨¢s intangible aspiraci¨®n colectiva. Al titular, de vez en cuando, las fotos del solar del mar como foco de plaga de ratas y mosquitos gigantes, la Prensa foguea la angustia de los concejales socialistas y mantiene la aspiraci¨®n que la izquierda sociol¨®gica. hab¨ªa estimulado y sostenido antes de las primeras elecciones.
Para Jaime Carbonero, actual concejal de Urbanismo en el Ayuntamiento, la realizaci¨®n definitiva del parque constituye un acto de coraje pol¨ªtico". "Desde el primer momento", afirma, "no s¨®lo nos hemos enfrentado a la cr¨ªtica de la derecha, sino a la contestaci¨®n de las asociaciones de vecinos que consideraban suntuoso el gasto realizado, en relaci¨®n a otras prioridades".
La cr¨ªtica, sin embargo y extra?amente, no ha quemado lo m¨¢s m¨ªnimo a un consistorio que conserva un caudal pol¨ªtico y popular considerable, aumentado ahora con el acto de inauguraci¨®n del Parque del Mar; sin duda la realizaci¨®n urban¨ªstica positiva m¨¢s importante desde el derribo de las murallas de la ciudad en 1902. Hay final feliz porque ha habido final, simplemente". Para Jaime Carbonero es muy probable que las pol¨¦micas sobre las caracter¨ªsticas internas del parque remitan ahora que la gente podr¨¢ pasear por un lugar de cemento y vegetaci¨®n. "Y, mientras tanto, haremos las gestiones adecuadas con el Gobierno aut¨®nomo para financiar conjuntamente la segunda fase del proyecto, pues la apertura de un canal que conecte directamente el lago interior con el mar ser¨¢ bastante costosa".
Espacio abierto
Antonio Tarabini, concejal socialista de Circulaci¨®n, Transportes y Turismo, detenido en 1975 en plena campa?a de movilizaci¨®n en favor del Parque del Mar por orden del entonces gobernador civil Carlos de Meer, valora con absoluta perspectiva pol¨ªtica la actuaci¨®n de la oposici¨®n democr¨¢tica en aquella ¨¦poca: "En cualquier lugar ve¨ªamos estafas y cosas de millones. Pero la campa?a tuvo un¨ª capacidad de captaci¨®n impresionante y oblig¨® a los concejales del ayuntamiento a modificar su propia actitud y visi¨®n de las cosas. Nuestro objetivo m¨¢s importante es ahora convertir el parque en un lugar din¨¢mico que concentre los socios y las ilusiones de una ciudad que desea vivir cultura". Efectivamente, desde el principio, con la presencia y entusiasmo de Joan Mir¨®, el Parque del Mar se imagin¨®, simult¨¢neamente en muchas mentes, como un espacio abierto al mar y a los vientos de las bellas artes. El mural de Mir¨®, realizado por el ceramista Castald¨®, las esculturas de Broglia y Alfaro y el conjunto en piedra mar¨¦s de Santany, dise?ado por Guinovart, bautizar¨¢n un parque que celebrar¨¢ para siempre el buen sentir de una ciudad discretamente asomada al exterior.
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