El Banco de Espa?a aconseja a los bancos que no repartan un dividendo superior al 10% de sus recursos propios
El ejercicio que termina el pr¨®ximo mes de diciembre es el primero en el que los bancos privados espa?oles tienen, en principio, libertad para repartir el dividendo que les parezca m¨¢s conveniente a sus accionistas. En cualquier caso, el Banco de Espa?a no aceptar¨¢ que los bancos propongan una distribuci¨®n de beneficios que no sea acorde con la situaci¨®n real que deben reflejar los balances de las entidades y que debe ser aprobado, preceptivamente y con anterioridad, por la autoridad monetaria. Todo indica que 1984 ser¨¢ el primer a?o en el que se rompa el espejismo mantenido hasta ahora de una situaci¨®n igual en todas las instituciones financieras privadas y que, en cualquier caso, el dividendo no sobrepasar¨¢ el 10% de los recursos propios.
La inspecci¨®n del Banco de Espa?a llevada a cabo entre los grandes bancos privados, y que estuvo paralizada en los a?os en que se produjo la crisis, que afect¨® a entidades de peque?o y mediano tama?o, ha permitido a la autoridad monetaria hacerse una idea bastante aproximada de la situaci¨®n real de cada uno de los bancos. Aunque, obviamente, los resultados de dichas inspecciones son celosamente guardados por los m¨¢ximos responsables, parece que, aunque no existan grandes problemas de solvencia en ninguno de los casos, s¨ª se detectan situaciones distintas en cada una de las casas investigadas que deben traducirse en actuaciones diferentes en cada caso. Hasta hace dos a?os la pol¨ªtica de dividendos a repartir entre los accionistas de los bancos estaba fijada por ley y no pod¨ªa sobrepasar el 6% de los recursos propios de los bancos. La liberalizaci¨®n del sistema financiero de 1982 establec¨ªa libertad a los bancos para que hicieran lo que consideraran necesario, pero en los dos primeros a?os se dejaba que el Banco de Espa?a estableciera un tope riguroso a la distribuci¨®n de dividendos. As¨ª se hizo, y los dividendos de los ejercicios de 1982 y 1983 quedaron limitados como m¨¢ximo al 8% de los recursos propios.
Sin autoridad formal
El a?o 1984 es el primer ejercicio en el que el Banco de Espa?a no tiene autoridad formal para establecer una retribuci¨®n m¨¢xima del capital de los bancos. Pero le quedan armas suficientes como para fijar cu¨¢l debe ser la retribuci¨®n que cada banco da a sus accionistas. En medios financieros privados se especula con que el Banco de Espa?a no permitir¨¢ que se destine a dividendos m¨¢s all¨¢ del 10% de los recursos propios de cada entidad. En el Banco de Espa?a, no obstante, existe la creencia ya de que no se pueden poner barreras iguales para todas las instituciones financieras y que a partir de este a?o cada palo debe aguantar su vela, aunque signifique problemas secundarios para algunas casas. Aunque no existan resquicios legales para limitar los dividendos de los bancos, lo cierto es que el Banco de Espa?a tiene reconocida la facultad de aprobar previamente los balances de fin de ejercicio de cada entidad financiera, en el que se recoge la propuesta de distribuci¨®n de los beneficios y, por tanto, la retribuci¨®n a los accionistas. La f¨®rmula que el Banco de Espa?a puede utilizar para limitar unos dividendos demasiado elevados a su entender es simple: no aceptar el balance en los t¨¦rminos en que se le presenten, y puede forzar a los bancos y cajas de ahorro a que realicen mayores provisiones para morosos o a que se contabilicen ¨¦stos de forma real.
De hecho, los resultados contables de bancos y cajas de ahorro correspondientes al primer semestre de este a?o ya muestran una clara l¨ªnea de por d¨®nde se quiere ir. El margen de explotaci¨®n de bancos ha crecido casi el 38% -209.000 millones de pesetas- en relaci¨®n al mismo per¨ªodo del a?o anterior; el de las cajas de ahorro lo ha hecho el 62% -casi 97.000 millones de pesetas-. Los saneamientos de cr¨¦ditos y otros quebrantos superan los 109.000 millones de pesetas en el caso de los bancos, y los 44.000 millones de pesetas en el de las cajas. Su crecimiento respecto al primer semestre del a?o anterior es bastante superior al experimentado por el margen de explotaci¨®n. Ello quiere decir que una cantidad creciente de los fondos generados por la actividad bancaria est¨¢ siendo destinada a provisiones y saneamientos.
Riesgo-pa¨ªs
El anuncio del gobernador del Banco de Espa?a de que en este ejercicio ya tendr¨¢n que empezar a reflejarse las provisiones para los riesgos conterceros pa¨ªses, aunque las operaciones financieras est¨¦n aseguradas por la Administraci¨®n de estas naciones, va a obligar a realizar provisiones en mayor cuant¨ªa de las que se ven¨ªan realizando. Los cr¨¦ditos morosos de bancos y cajas de ahorro han seguido creciendo en este ejercicio. Mientras que en diciembre los morosos de la banca sumaban, en las oficinas espa?olas, un total de 548.751 millones de pesetas, y los de las cajas, 183.143 millones, siete meses despu¨¦s, en julio de 1984, se hab¨ªan situado en 553.767 millones y 209.005 millones, respectivamente. Todo ello considerando que las cifras de morosos que se recogen en los balances que mensualmente mandan las instituciones financieras al Banco de Espa?a reflejen la realidad y no se mantenga la pr¨¢ctica, hasta ahora habitual, de no reconocer como fallido a todas las operaciones que deber¨ªan aparecer en ese ep¨ªgrafe. En opini¨®n de expertos de la banca privada, y tambi¨¦n del Banco de Espa?a, se tiene el convencimiento de que algunas instituciones financieras siguen activando los intereses no devengados como aumentos de cr¨¦ditos para no reconocer as¨ª su ineludible clasificaci¨®n de morosos.
Si esto sigue ocurriendo, como teme buena parte de los expertos, ello significa que los balances y las cuentas de resultados no reflejan la realidad, toda vez que se anotan como productos financieros intereses no cobrados, y como aumento de inversi¨®n bancaria lo que no es otra cosa que el aumento de cr¨¦ditos para que formalmente se puedan satisfacer dichos intereses. El Banco de Espa?a, a trav¨¦s de la inspecci¨®n, ha apretado las tuercas en este sentido, y las revisiones concretas de cr¨¦ditos a empresas o personas determinadas parece que han sido exhaustivas. Por ello, la rumoreada recomendaci¨®n de que no se permitir¨¢ sobrepasar como dividendo el 10% de los recursos propios, con claras diferencias entre unos bancos y otros para que se empiece a conocer la distinta realidad de cada uno de ellos, adquiere visos de certeza.
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