Algo m¨¢s que una ¨²nica manzana podrida
Como comentaba ayer el d?ario Reppublica, este nuevo esc¨¢ndalo que acusa a los servicios secretos militares de desviacionismo y de haber participado en ¨¢lgunes de los atentados m¨¢s atroces de los ¨²ltimos a?os, "no es un accidente del momento, la manzana podrida ca¨ªda casualmente en el cesto de las sanas, porque desde hace 20 a?os se va repitiendo la misma m¨²sica en este pa¨ªs: la instituci¨®n que tendr¨ªa que velar por la seguridad del Estado se ha revelado el centro de las conspiraciones m¨¢s torpes".Y es que ¨¦sta es una historia que arranca en 1964, cuando los SIFAR, servicios secretos militares de entonces, proyectaron con el general De Lorenzo, casi todo el estado mayor del arma de carabineros un golpe de Estado.
Descubierta la trama, se reformaron los servicios secretos y se cre¨® el SID (Servicio de Informaciones de la Defensa), al que se le encarg¨® la misi¨®n de limpieza de los viejos servicios de seguridad militar. Pero, en seguida, tambi¨¦n ¨¦ste se revel¨® igualmente desviado, tras la protecci¨®n concedida a Giannettini, un personaje siniestro implicado en la matanza de plaza Fontana, de Mil¨¢n, en la que resultaron muertas 18 personas y m¨¢s de 100 heridas. Se culp¨® entonces al bailar¨ªn anarquista Luigi Valpreda, cuando en realidad result¨® m¨¢s tarde seriamente sospechoso el propio SID.
Estos servicios secretos hab¨ªan almacenado m¨¢s de 20.000 fichas sobre la vida privada de otros tantos personajes italianos del rriundo pol¨ªtico, sindical, financiero, period¨ªstico y eclesi¨¢stico. La acci¨®n era ilegal y Giulio Andreotti, que era entonces presidente del Gobierno, orden¨® que se querriara aquel material explosivo. Pero, no se sabe c¨®mo, una fotocopia del material cay¨® en manos de Licio Gelli, el jefe de la logia P-2, quien la convirti¨® en su mejor arma de chantaje.
Se lleg¨® as¨ª a una nueva reforma de los servicios secretos, y naci¨® el actual SISMI. Pero cuando explot¨® el esc¨¢ndalo de la P-2, result¨® que los tres altos mandos de los servicios secretos figuraban en la lista de Licio Gelli y se vieron obligados a dimitir. Pero el general Santovito, jefe del SISMI, hab¨ªa dejado a su persona de confianza dentro: el general Pietro Musumeci, que empez¨® a subir como la espuma y a actuar con los mismos m¨¦todos ?legales de los antiguos servicios secretos. Hasta que tambi¨¦n ¨¦l ha ca¨ªdo en la c¨¢rcel y con su detenci¨®n se hace cada vez m¨¢s siniestro el proyecto de la logia secreta del fugitivo Licio Gelli, que ahora dice que quiere entregarse y volver a Italia.
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