Cuerpos y ruidos
La reforma administrativa que ha emprendido el Gobierno, con importantes modificaciones en las retribuciones de los funcionarios, resulta necesaria, en opini¨®n del autor de este art¨ªculo. Estima el presidente de la autonom¨ªa madrile?a que la racionalidad que se pretende introducir en la organizaci¨®n de los servicios p¨²blicos reportar¨¢ notables beneficios a la sociedad.
El paso dado con la ley de la Funci¨®n P¨²blica -se anuncia por el secretario de Estado de Hacienda- va a tener una importante continuaci¨®n en un nuevo sistema de retribuciones.Se pretende introducir racionalidad en el sistema, dice Jos¨¦ Borrell.
Pues, de momento, producir¨¢ ruidos, digo yo.
En efecto, aquella ley, este decreto y -si se produce- la tan anunciada ley de sanidad van a dar ocasi¨®n de ver el corporativismo en acci¨®n, es decir, vamos a contemplar las resistencias a un cambio prometido y fundamental: el de los servicios p¨²blicos. Hablar a estas alturas del bosque funcionarial espa?ol con su secuela de variopintos agravios, huidas hacia soles m¨¢s calientes, injusticias, para muchos funcionarios -y, sobre todo, para la sociedad- ser¨ªa caer en el t¨®pico. Todo el mundo asegura que es preciso reformar la Administraci¨®n; lo que no se a?ade, y el Gobierno s¨ª debe a?adir, es que tal reforma no puede arruinar al erario p¨²blico. Tambi¨¦n se dice que para ello "es preciso consultar a los afectados"; lo que no se incluye, y el Gobierno s¨ª debe incluir, es que los m¨¢s afectados son todos los espa?oles que tienen que "volver ma?ana".
Dos axiomas merecen enunciarse:
1. Ning¨²n sistema burocr¨¢tico se reforma a s¨ª mismo.
De tal axioma pueden deducirse algunas conclusiones pr¨¢cticas:
a) Contar con todos y cada uno de los colectivos o cuerpos que componen el sistema es tarea in¨²til y car¨ªsima, porque siempre se cumple la ley de bronce siguiente: 'Todo funcionario conoce, al menos, a otros dos de su misma, categor¨ªa: uno de ellos gana m¨¢s, el otro trabaja menos".
b) La reforma debe ser un juego de suma cero, o no ser¨¢. Es decir, que si unos ganan, otros pierden. La habilidad del reformador consiste en que los agravios sean m¨ªnimos, y la dispersi¨®n de los mismos, m¨¢xima.
2. Toda reforma produce resistencias en forma de "ruidos".
Nadie piense que la resistencia va a ser clara; todo lo contrario. Ya estamos viendo, nada, m¨¢s anunciarse la intenci¨®n del Gobierno, que los contestatarios avant la loi son los m¨¢s entusiastas partidarios de la mejora de la gesti¨®n p¨²blica, eso s¨ª, bien hecha, es decir, sin que la reforma les perjudique personalmente.
Lo curioso y axiom¨¢tico de las resistencias corporativas es el ruido, es decir, la capacidad de estos colectivos para enturbiar y, confundir el mensaje. Los pilotos no quieren privilegios, qu¨¦ va: desean simplemente dar un mejor servicio; los grandes maestros de la medicina, due?os efectivos de los hospitales p¨²blicos o de las cl¨ªnicas privadas, no desean seguir en el machito: desean, c¨®mo no, una mejor sanidad para el pa¨ªs.
Falta de reflejos
Lo que complica el caso espa?ol no es el cumplimiento inexorable de estos y otros axiomas, sino la situaci¨®n inerme en que la sociedad se encuentra. Indefensi¨®n que comienza con el desproporcionado eco que tales ruidos suelen encontrar en los medios de comunicaci¨®n. A la falta de claridad impuesta, la sociedad no puede oponer una resistencia adecuada por falta de medios y de entrenamiento. Los ciudadanos espa?oles carecemos, a¨²n, de un reflejo elemental: lo que gane de m¨¢s el colectivo X, por cuenta del Estado, sale de nuestro bolsillo.
Detr¨¢s de esa falta de reflejos ocurre, a mi parecer, algo m¨¢s grave, y es ello la particular concepci¨®n que el ciudadano espa?ol tiene, en general, del Estado: a la vez, de bien fundada desconfianza y de infinita exigencia. Lo primero se deriva, con toda probabilidad, del largo pasado que perdura en el presente; lo segundo deviene de una sociedad acostumbrada a reclamar derechos (se obtengan o no) sin imaginar siquiera los deberes. Frente al pedig¨¹e?o, esa abstracci¨®n que suele llamarse ciudadano medio tiende a pensar: "Que se lo den y que se calle", antes que a preguntarse el objeto y raz¨®n de la demanda. Un programa que en TVE dirig¨ªa no hace mucho el se?or Tola era, en este sentido, fuente inagotable de ense?anzas para esa sociolog¨ªa de lo espa?ol que est¨¢ por hacer. A la democracia le va a costar un tiempo romper con tal din¨¢mica.
La reforma que se propone es, en mi humilde opini¨®n, inatacable en sus l¨ªneas maestras, y sin embargo ha tenido un arranque harto sintom¨¢tico. En primer lugar, la circulaci¨®n necesariamente restringida dentro del Gobierno se ha convertido en una reproducci¨®n masiva del documento-base, de suerte que no hay funcionario que no disponga de un ejemplar del mismo.
Representantes de los funcionarios
No es exagerado deducir que una parte de los cargos pol¨ªticos se han convertido ya, por mor de la convivencia cotidiana, en representantes de sus funcionarios ante el Gobierno, abandonando, de hecho, una de sus misiones: el ser los representantes de la legitimidad popular del Gobierno ante los funcionarios a sus ¨®rdenes. La funcionarizaci¨®n de los cargos p¨²blicos, elegidos democr¨¢ticamente para ejercer un tiempo, es uno de los graves riesgos que todo Gobierno arrastra, y ¨¦ste debe tener los reflejos despiertos si se quieren evitar tan malas consecuencias.
En segundo lugar, alg¨²n colectivo ha empezado ya con el ruido antes de que cayeran del nogal los frutos, echando mano del refr¨¢n que anuncia: "Quien da primero da dos veces".
Del buen fin del intento van a depender bastantes cosas, como, por, ejemplo, que todas las administraciones, y no s¨®lo la central -dado el efecto inducido que, se va a generar-, puedan racionalizarse, en beneficio del Estado y de su credibilidad p¨²blica; en beneficio, en suma, de la sociedad.
Un ministro suele ironizar en privado diciendo: "La reforma es m¨¢s dura de hacer que la revoluci¨®n".
Lo que el Gobierno anuncia es una reforma que se est¨¢ pidiendo a gritos. Espero, deseo y ruego que se haga, pues lo peor ser¨ªa dar, al fin y a la postre, con la llamada soluci¨®n revolucionaria, que, como es bien sabido, consiste en dejarlo todo como est¨¢.
es presidente de la Comunidad Aut¨®noma de Madrid.
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