Petici¨®n a las C¨¢maras de EE UU para que nos dejen votar
Excelent¨ªsimos se?ores miembros del Senado y de la C¨¢mara de Representantes de EE UU:Al atreverme, sin t¨ªtulo personal alguno, a dirigirme a sus se?or¨ªas, no me mueve otra intenci¨®n que contribuir a la paz y al mayor entusiasmo mutuo entre nuestros pueblos. Se trata de invitarles a tomar una medida de la mayor importancia, a saber, la de aprobar la legislaci¨®n pertinente para que los espa?oles podamos votar en las elecciones presidenciales de su pa¨ªs. Y como no se me oculta el inicial rechazo de sus se?or¨ªas a tama?a pretensi¨®n, quiero rogarles que consideren por un instante mis argumentos.
Si los ciudadanos usamericanos eligen a sus dirigentes ejerciendo su derecho de voto es porque su felicidad personal depende mucho del acierto de su decisi¨®n. Esto es v¨¢lido para todos los niveles -local, de cada Estado, federal-, pero en la designaci¨®n del presidente del pueblo m¨¢s poderoso de la Tierra es particularmente decisivo. Cada cuatro a?os, con esa frecuencia loable que es la garant¨ªa de la vitalidad de una democracia, como ya vio el agudo Alexis de Tocqueville en 1831, el pueblo americano concede a un hombre unos poderes tremendos, de cuyo uso acertado depende el bienestar f¨ªsico y moral de todos los usamericanos. S¨ª, esto es evidente, pero lo nuevo en esta era nuclear y de apretada vecindad que vive el mundo desde la segunda guerra mundial es que de ese uso acertado tambi¨¦n depende el bienestar de los espa?oles. Por ello quiero llevar al ¨¢nimo de sus se?or¨ªas qu¨¦ injusto resulta que no tengamos arte ni parte en esa elecci¨®n. Muy probablemente esto mismo ocurre a otros pueblos, pero yo hablo del que conozco, vivo, padezco y quiero, el m¨ªo.
Me he preguntado alguna vez por qu¨¦ coincide la elecci¨®n presidencial americana con los a?os bisiestos, de tan mala fama entre nosotros. Bien es verdad que no hay que preocuparse demasiado porque, como es sabido, la Tierra gira m¨¢s lentamente cada d¨ªa debido al rozamiento de las aguas con la costa, a causa de las mareas, y dentro de 629.000 a?os el a?o tendr¨¢ 365,2 d¨ªas, con lo cual bastar¨¢ un a?o bisiesto cada cinco a?os, en lugar de cada cuatro, y desaparecer¨¢ la singular coincidencia.
Se ha dicho que un estornudo de Wall Street produce una pulmon¨ªa en Europa. Me parece exagerado, pero lo que es indudable es que lo bueno para Estados Unidos no es bueno necesariamente para Europa, y hoy, con la subida del d¨®lar, estamos viendo lo certero de esta afirmaci¨®n. ?Conocen sus se?or¨ªas el desastre de la filoxera? En 1863, un codicioso viticultor bordel¨¦s trat¨® de aclimatar en Francia las vides americanas, que daban mucha mayor producci¨®n. Pero estas cepas tra¨ªan la Phyllosera vastatrix, par¨¢sito de sus ra¨ªces, pero en un equilibrio biol¨®gico que las hac¨ªa resistentes a ¨¦l. Al no ocurrir lo mismo con las cepas europeas, de ra¨ªces m¨¢s finas, provoc¨® el temible insecto en tres o cuatro a?os la muerte y desaparici¨®n del 80% del vi?edo franc¨¦s. En nuestro pa¨ªs la plaga lleg¨® m¨¢s tarde, en 1878, y tambi¨¦n fue una cat¨¢strofe de incalculables consecuencias econ¨®micas, y..., hasta revolucionarias en Catalu?a. "Esa tendencia general a hacer semejantes a nosotros mismos a los dem¨¢s -obra reservada exclusivamente a Dios- ha tentado a muchos americanos, entre ellos al presidente Wilson, a transformar Europa en una nueva Am¨¦rica, como si los problemas del Viejo Continente fueran caprichos y no fatalidades", ha dicho un periodista espa?ol muy admirador de ustedes. La repercusi¨®n de un gesto de vuestros dirigentes en nuestro pa¨ªs es enorme, como esas sombras chinescas en que un dedo se proyecta como un bast¨®n en la pared iluminada. Y parece simb¨®lico que las lluvias, unas veces salvadoras, otras inundadoras, nos vengan del Oeste. Por eso pienso que si particip¨¢semos los espa?oles en la eleccion de vuestro presidente atender¨ªa ¨¦ste mejor los problemas de la otra orilla del Atl¨¢ntico, y con ello, la armon¨ªa euroamericana.
"El sistema americano de derechos individuales", ha escrito un eminente constitucionalista, "se caracteriza por una cierta imprecisi¨®n en cuanto a su sujeto, que unas veces es el pueblo; otras, los ciudadanos de cada Estado, y otras, en fin, la persona, imprecisi¨®n terminol¨®gica que ha dado lugar a distintas posibilidades respecto al destinatariao de dichos derechos, que en ocasiones se ha limitado a los ciudadanos norteamericanos y en ocasiones (y es lo que me interesa subrayar a sus se?or¨ªas), ha comprendido a los extranjeros". Quiz¨¢ encuentren, pues, precedentes para legislar sobre mi s¨²plica.
Debe tranquilizar a sus se?or¨ªas que Espa?a admira mucho el modo de ser de vuestras gentes, a pesar de ser el nuestro un pueblo viejo, de vuelta ya de haber imperado en el mundo, y el vuestro, una Republica imperial tan joven que s¨®lo ha perdido una guerra: la guerra de Vietnam. Vemos con alegr¨ªa esa fuerza irreprimible de un continente a¨²n vivo y salvaje que asoma siempre por la trama civilizada de Estados Unidos. Nuestro pasado com¨²n nos une, pues olvidando la trampa del Maine, que nos puso arteramente el presidente McKinley, s¨®lo nos acordamos del apoyo en dinero y gara?ones que os dio nuestro ilustrado rey Carlos III cuando vuestra guerra de independencia contra los ingleses. El comercio con Espa?a os es favorable (dos a uno). Quiz¨¢ sepan sus se?or¨ªas tambi¨¦n que el consumo de botellas de coca-cola por habitante en Espa?a es el mayor del mundo, que somos uno de los principales suministradores de calzado para vuestros pies y tambi¨¦n de algunos cerebros eminentes que han hecho destacar la investigaci¨®n, el arte o el cine de vuestro pa¨ªs. Por eso creo que si sus se?or¨ªas nos concediesen a los espa?oles el privilegio que solicito, la amistad hispano-norteamericana no ser¨ªa s¨®lo un fr¨ªo tratado econ¨®mico-militar, sino una relaci¨®n mucho m¨¢s sentida y profunda. Quiz¨¢ entonces podr¨ªamos comparar el rodeo con la fiesta de toros, beber el caf¨¦ americano, comprender mejor vuestras costumbres y parecernos correcto entrar en la OTAN, porque nos lo pedir¨ªa un hombre en cuya elevaci¨®n a presidente habr¨ªamos opinado.
Pero, como en ning¨²n caso esta ventura ser¨ªa para las elecciones del pr¨®ximo noviembre, deseo que el pueblo usamericano tenga en ellas el m¨¢ximo acierto en la designaci¨®n de su presidente, de quien tanto depende la estabilidad del mundo; un presidente al que pedir¨ªa que venga m¨¢s por Europa y lea m¨¢s libros de historia.
Con la esperanza de ser escuchado por sus se?or¨ªas, quedo respetuosamente suyo.
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