El mal menor
Complementariamente a lo que se cree, sostengo la opini¨®n de que la socialdemocracia es algo m¨¢s que una tendencia pol¨ªtica o una concepci¨®n estrat¨¦gica del poder. La socialdemocracia es un estilo de vida, y uno se comporta socialdem¨®cratamente no s¨®lo cuando vota, sino incluso cuando besa, si es que besa de verdad. En el trabajo, en el amor, en las relaciones familiares, en las sociales, en los momentos de pecado solitario o acompa?ado, el talante socialdem¨®crata se manifiesta con sus caracter¨ªsticas fundamentales, que se resumen en una: pactar con la v¨ªctima lo menos malo para el verdugo y la v¨ªctima.Hay un pesimismo socialdem¨®crata diametralmente opuesto al pesimismo fascista. Ante el espect¨¢culo de la fragilidad del individuo, el fascista lo disfraza de h¨¦roe hist¨®rico y lo programa para la gran escenograf¨ªa de la muerte. Ante esa misma fragilidad, el socialdem¨®crata trata de que se jubile cuanto antes y se esconda en alg¨²n pliegue del casi nada para gastarse lo muy poco que le queda. Yo creo que el talante universal mayoritario fin de siglo va a ser socialdem¨®crata; socialdem¨®crata a la baja, pero socialdem¨®crata. Basta tomarle el pulso a las venas de este pa¨ªs pocas horas despu¨¦s del debate sobre el estado de la naci¨®n para darnos cuenta de la lentitud de la sangre colectiva y la racional aceptaci¨®n de que la naci¨®n est¨¢ en ese estado en que m¨¢s vale no tocarla demasiado, porque seguro que empeora. Un estado de ¨¢nimo similar al de aquel pobre hombre ciego, manco y cojo que en plena ca¨ªda desde un quinto piso rogaba a Dios que al menos le dejara tal como estaba.
Desde que los economistas descubrieron qu¨¦ es el grado cero del desarrollo y el capitalismo universal empez¨® a actuar en consecuencia, toda la humanidad se ha ido convirtiendo en ese personaje ciego, manco y cojo que en plena ca¨ªda ruega a Dios que le deje tal como est¨¢. Se equivoc¨®, por tanto, don Manuel Fraga cuando trata de excitar al enfermo ofreci¨¦ndole terribles espejos para su terrible situaci¨®n. El enfermo pone cara de fastidio y deja escapar un quejido de prevenci¨®n: "D¨¦jeme usted, don Manuel. M¨¢s vale no tocarme. A¨²n podr¨ªa ser peor".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.