OPEP, 1984
Las decisiones tomadas la pasada semana por los productores del mar del Norte y Nigeria fueron una buena noticia para los pa¨ªses consumidores. Menores precios del petr¨®leo significan menores costes de producci¨®n de casi todo, mejor equilibrio de pagos internacionales y condiciones m¨¢s favorables para la recuperaci¨®n econ¨®mica. Los grandes exportadores, tanto OPEP como no-OPEP, han reaccionado en forma concertada para tratar de impedir la consolidaci¨®n de estos descensos.
En el momento ¨¢lgido de la segunda crisis del petr¨®leo, la demanda mundial de este producto ascend¨ªa a 52 millones de barriles/d¨ªa (b/d), siendo la producci¨®n de la OPEP en dicho momento de 31 millones de b/d, es decir, un 60% del total. Las sustituciones y las medidas de conservaci¨®n han reducido la cifra a 45,8 millones de b/d y la producci¨®n de la OPEP a 17,5 millones de b/d, un 38% de la demanda mundial (cuadro l).Esta reducida particiaci¨®n ha venido debilitando la posici¨®n de la organizaci¨®n al ser cada vez m¨¢s dif¨ªcil su funci¨®n de productor marginal, imprescindible para mantener el sistema de precios. Como consecuencia, los descensos de la demanda y el incremento de las producciones en otras zonas del mundo han tenido que ser absorbidos ¨ªntegramente por los pa¨ªses de la OPEP para sostener la estructura monopolista de precios.
La nueva realidad del mercado
Este descenso de las cuotas de mercado ha producido criormes tensiones entre los Estados miembros que s¨®lo la guerra Ir¨¢n-Irak ha permitido salvar al haber reducido en dos tercios las salidas de estos dos grandes exportadores. Sin embargo, los diferentes pa¨ªses han estado luchando soterradamente por ganar ventas acosta de los dem¨¢s, lo que ha mante nido los precios a la baja.
En primer lugar, las transacciones en el mercado libre han crecido espectacularmente -¨¦stas representan hoy el 40% de las ventas totales, frente a s¨®lo un, 8% en 1979- y en este mercado los descuentos sobre los precios ificiales est¨¢n generalizados. En segundo lugar, y para buena parte de las transacciones a precios oficiales, existen acuerdos de barter, en los que los bienes entregados; a cambio lo son a precios que compensan la diferencia entre las cotizaciones oficiales y las reales. En tercer lugar, existen gran n¨²mero de variantes que, mantenienclo la ficci¨®n de ventas a precios oficiales, suponen en la pr¨¢ctica descuentos de mayor o menor cuantia sobre los mismos.
El resultado de todo ello es que casi nadie ha estado coniprando crudos en los ¨²ltimos ineses a precio oficial. Este mercado excedentario y enga?oso respecto a los precios que realmente se practican llev¨® a Noruega la pasada semana no a bajar sus precios, sino a ponerlos oficialmente donde en realidad estaban ya.
El tema, sin embargo, era muy grave para la OPEP, porque una cosa es hacer trampas con los precios oficiales y otra muy distinta iniciar una carrera abierta y a la baja con los precios oficiales mismos. Tambi¨¦n, y eso ha sido tal vez lo m¨¢s importante, la OPEP no pod¨ªa consentir sin un grave deterioro de su prestigio que un peque?o exportador tomara una iniciativa a la baja y que ¨¦sta tuviera ¨¦xito. Si tal cosa suced¨ªa, nadie se iba a tomar en serio a la OPEP en el futuro, y en un mercado que, como todos los dem¨¢s, es enormemente sensible a las expectativas, ello podr¨ªa poner en peligro la supervivencia de la propia organizaci¨®n.
Este hecho ha sido, a m? juicio, la raz¨®n principal de la fort¨ªsima y r¨¢pida reacci¨®n de Yamani, convocando a seis pa¨ªses de la organizaci¨®n y dos de fuera de ella y anunciando su determinaci¨®n de reducir en tres millones de b/d la producci¨®n para restaurar los equilibrios y mantener la actual estructura de precios. ?sta es la toma de postura m¨¢s fuerte y decidida que Yamani ha realizado en varios a?os. Sin embargo, los sacrificios que comporta tal afirmaci¨®n son enormes. Arabia Saud¨ª se declara dispuesta a reducir su producci¨®n en 1,5 millones de b/d, y los otros 1,5 millones se los tendr¨¢n que repartir entre cinco miembros de la OPEP, cosa bastante dif¨ªcil de cumplir en la pr¨¢ctica.
Yamani cuenta, sin embargo, en esta ocasi¨®n con un aliado excepcional tanto por su potencial como por su seriedad: M¨¦xico. La reacci¨®n de M¨¦xico en esta ocasi¨®n ha sido fulgurante y su apoyo a Yamani total. Yamani, de la mano de Francisco Ochoa, secretario mexicano de Minas, est¨¢ intentando convencer a los m¨¢s recalcitrantes, hasta el punto que los brit¨¢nicos han dejado en suspenso su decisi¨®n de rebajar los precios; han decidido esperar y ver. Y las reacciones en este sentido no son las ¨²nicas. El presidente de una gran multinacional que opera en el mar del Norte declaraba el jueves que la baja de precios "no ten¨ªa que haber ocurrido y debe arreglarse de inmediato".
La tercera crisis
La baja que "no ten¨ªa que haber ocurrido" ya hab¨ªa ocurrido en la realidad. Adem¨¢s, ?de qu¨¦ baja se habla? La depreciaci¨®n de las monedas occidentales respecto del d¨®lar, moneda en que se fija el precio de los crudos, ha supuesto en la pr¨¢ctica una tercera crisis. Con la excepci¨®n de Estados Unidos y Jap¨®n, el resto del mundo industrializado ha experimentado un incremento considerable de los precios de sus importaciones de crudo en t¨¦rminos reales. Para el caso de Espa?a este incremento fue del 29,6% (cuadro 2), y si la comparaci¨®n la referimos a pesetas corrientes, mientras que en diciembre de 1980 pag¨¢bamos por nuestro barril de petr¨®leo 2.599 pesetas, en agosto de este a?o la cifra era de 4.845 pesetas, es decir, un 86% de aumento. En sentido contrario, la relaci¨®n real de intercambio de los pa¨ªses exportadores ha mejorado en forma considerable.
Si Yamani consigue en Ginebra un acuerdo suficientemente serio de reducci¨®n de la producci¨®n, aunque fuera menos de los tres millones anunciados (entre 1,5 millones y dos millones ser¨ªan suficientes), tiene grandes posibilidades de mantener la actual estructura de precios. Otro tema que sin duda tambi¨¦n ser¨¢ abordado es el de los diferenciales de precios entre crudos pesados y crudos ligeros. Situado en 2,5 d¨®lares/barril en el mercado oficial y en s¨®lo un d¨®lar/barril en el mercado libre, este problema tiene dos soluciones posibles: bajar los crudos ligeros, que son los que est¨¢n sobrevaluados, o subir los crudos pesados. Yamani, de momento, se inclina por la segunda opci¨®n. Si este punto de vista prevaleciera, el precio medio del crudo subir¨ªa.
Sin embargo, se decida lo que se decida en Ginebra, el sistema de descuentos va a continuar, pues la grave situaci¨®n financiera de casi todos los pa¨ªses productores les fuerza a buscar salidas adicionales para sus crudos y a no respetar los compromisos. Adem¨¢s, la inestabilidad del mercado tiene visos de permanencia, ya que la parte del petr¨®leo en la energ¨ªa total va a seguir descendiendo (cuadro 1), por lo que el crecimiento de la demanda de petr¨®leo, recuperada ya de su descenso, no ser¨¢ muy r¨¢pida y, adem¨¢s, antes o despu¨¦s Ir¨¢n o Irak se incorporar¨¢n al mercado con plena fuerza, lo que incrementar¨¢ la oferta en cuatro o cinco millones de barriles/d¨ªa.
En estas circunstancias, una pol¨ªtica de compras flexible que permita aprovechar las oportunidades coyunturales del mercado es esencial para optimizar los costes de aprovisionamiento, y en ello se pueden ahorrar o perder cientos de millones de d¨®lares anualmente. Espa?a ha emprendido un camino eficaz en cuanto a contenci¨®n del consumo petrolero. El sector el¨¦ctrico, por poner un ejemplo, consumir¨¢ en 1985 casi 10 veces menos fuel que en 1983, y ¨¦ste no es el ¨²nico caso. Sin embargo, nuestro sistema de compras es demasiado r¨ªgido y no permite aprovechar las oportunidades del mercado en la mejor forma posible. Esto es algo que casi ning¨²n experto discutir¨ªa. La cuesti¨®n est¨¢ en que mayor flexibilidad supone menos seguridad, y a la hora de optar entre seguridad y precio las opciones son muy variadas.
Mi opini¨®n, en concreto, es que el precio debe primar sobre la seguridad en los pr¨®ximos a?os y que la flexibilizaci¨®n del sistema de compras debe ser m¨¢xima, ya que el mercado mundial est¨¢ presentando oportunidades muy serias (descuentos a veces de tres d¨®lares sobre los precios oficiales), y eso no debe perderse, ya que el impacto beneficioso que sobre el crecimiento, los pagos exteriores y la inflaci¨®n tiene una baja en los precios del petr¨®leo es demasiado importante para no jugarla a fondo (*). Adem¨¢s, nunca debemos olvidar que cuando las cosas vinieron mal dadas (1974 y 1979) muchos contratos serios que hab¨ªa costado dinero mantener nos declararon fuerza mayor y la seguridad con que cont¨¢bamos se esfum¨®.
En definitiva, lo ¨²nico que podemos hacer los consumidores, y en particular un pa¨ªs medio como Espa?a, ante acontecimientos sobre los que no tenemos posibilidad de influir es reducir la proporci¨®n relativa del petr¨®leo (que se est¨¢ haciendo) y comprar en las mejores condiciones posibles, adaptando el sistema de adquisiciones a la realidad del mercado aun a costa de aceptar un riesgo calculado.
* Los modelos econom¨¦tricos aplicados a nuestra econom¨ªa muestran que un descenso del 10% en los precios del petr¨®leo incrementar¨ªa el crecimiento en 0,7 puntos y mejorar¨ªa la inflaci¨®n en 0,9 puntos.
es catedr¨¢tico de la Universidad Polit¨ªca de Madrid.
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