Los cantes del Sol Naciente
M¨¢s de 20.000 aficionados practicantes de la guitarra flamenca; varios cientos de guitarristas profesionales; abundantes tablaos flamencos (s¨®lo en la capital hay m¨¢s de 30); por cientos se cuentan tambi¨¦n las bailaoras, aunque por decenas tan s¨®lo los bailaores; finalmente, varias aut¨¦nticas pe?as flamencas y alg¨²n que otro cantaor profesional que pelea contra los ardides de la fon¨¦tica andaluza aplicada al cante.Podr¨ªa parecer que con esta re laci¨®n se trata de inventariar los efectivos del flamenco en Espa?a, o en Andaluc¨ªa, m¨¢s en concreto: sin embargo, estamos hablando de Jap¨®n, el pa¨ªs del go y las geishas del ikebana y el kabuki, o sea, de uno de los modelos culturales m¨¢s alejados de nuestra interpretaci¨®n del mundo y la vida. En efecto, no hay que demostrar el gran inter¨¦s del pueblo japon¨¦s por determinados aspectos de la cultura andaluza, porque es un hecho conocido desde hace tiempo.
Quiz¨¢ no sea tan notorio que hace dos a?os fuera una bailaora japonesa quien gan¨® el primer premio de baile por sevillanas en el concurso abierto que cada Feria de Abril organiza el Ayuntamiento de Sevilla.
A lo mejor s¨ª es m¨¢s conocida por el p¨²blico espa?ol la labor de Yoko Koinatsubara, bailarina bailaora y core¨®grafa, quien obten¨ªa recientemente el Premio Nacional de Teatro que otorga cada a?o el Ministerio de Cultura japon¨¦s, con un espect¨¢culo mitad ballet espa?ol, mitad baile flamenco, sobre la vida de Goya, estrenado en Sevilla y repuesto en Madrid hace semanas (Luces y sombras). Aparte un joven bailaor, natural de Bormujos (Sevilla), el resto de la compa?¨ªa se corupone ¨ªntegramente de artistas y t¨¦cnicos japo neses.
Mucho m¨¢s an¨®nima, por seguro, es la tarea de Tanave o Matsumoto, asistentes al curso de perfeccionamiento de guitarra flamenca que Manolo Sanl¨²car ha impartido con ocasi¨®n de la Bienal de Arte Flamenco de Sevilla (con un p¨²blico entre el que se encontraba siempre una treintena de atentos japoneses, por cierto), y en colaboraci¨®n con la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo: dos alumnos muy aventajados en lo que se refiere al dominio de la t¨¦cnica espec¨ªfica del toque flamenco, seg¨²n el profesor y sus propios sorprendidos compa?eros de clase.
A prop¨®sito cito estos datos, anecd¨®ticos algunos de ellos, para invocar la atenci¨®n sobre la rareza que supone el "fen¨®meno flamenco japon¨¦s", ins¨®lito puente cultural que nada tiene de fantas¨ªa,
La punta del iceberg
Porque la n¨®mina que refleja el inventario de los japoneses que practican de alg¨²n modo el arte flamenco no representa sino la punta del iceberg total que es la afici¨®n, el p¨²blico que sustenta esa ya considerable lista.
Hay que preguntarse obligatoriamente por qu¨¦ todo lo anterior es posible y por qu¨¦ no ocurre igual con otras formas folkl¨®ricas de nuestro alrededor, aunque no podamos dar cabal respuesta a ¨¦sta o a otra posible cuesti¨®n que plante¨¢ramos.
Creo que a la mayor¨ªa de los espa?oles nos ser¨ªa tan imposible tratar de realizar un intento de explicaci¨®n del fen¨®meno desde el lado japon¨¦s como del lado flamenco, a causa de la com¨²n carencia de informaci¨®n que padecemos sobre ambas estructuras culturales, lo que no deja tampoco de tener su rareza, bien mirado.
Lo que s¨ª puede llegar a resultarnos claro a la mayor¨ªa de los que nos detengamos un momento en el asunto (y eso no har¨¢ da?o a Espa?a ni a ning¨²n espa?ol) es que una evidencia que tiene ya m¨¢s de dos siglos contin¨²a esperando que la sociedad deje de minusvalorarla o ignorarla; una verdad abaratada o caricaturizada muchas veces, que puede formularse con gran sencillez: "El flamenco constituye un lenguaje musical y po¨¦tico con capacidad universal de comunicaci¨®n, es decir, un arte". Lo cual, naturalmente, no significa que ¨¦ste arte tenga que agradar a todo el mundo, ni que todo quisque vaya a comunicarse a trav¨¦s, de ¨¦l, ni que todos los productos flamencos merezcan el marchamo de la calidad art¨ªstica.
S¨ª quiere decir que tras la palabra y el melisma y el rasgueo y el taconazo, o a veces a pesar de ellos, late un c¨®digo que podr¨ªa apoyarse en Cualquier otra t¨¦cnica, el c¨®digo autosuficiente y siempre inacabado de la comunicaci¨®n art¨ªstica, que tan diversas formas ha producido a lo largo del tiempo.
El flamenco del Sol Naciente viene a darnos una nueva oportunidad de reflexi¨®n -de nuevo pueden ser los extranjeros los que consigan que alcancemos a valorar con justeza una faceta de nuestro patrimonio cultural-, una nueva oportunidad tambi¨¦n para que algunos espaciales m¨¢s puedan acercarse y disfrutar los inagotables matices expresivos que el flamenco atesora.
Que en Andaluc¨ªa y aun en el resto de Espa?a se divulguen con rigor y amenidad los t¨®picos indispensables para una correcta y placentera interpretaci¨®n del modo musical y po¨¦tico del flamencos s¨®lo puede acarrearnos beneficios a todos, aunque ¨¦stos se limitaran al contacto directo con uno de los pocos corpus art¨ªsticos vivos y verdaderamente originales, a fuerza de tradicionalidad, en estos tiempos que corren de kitch y uniformidad mental.
Pero eso, eso tambi¨¦n, lo saben ya hace mucho los japoneses, que terminar¨¢n copando la mayor¨ªa de los tablaos que en el mundo ser¨¢n.
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