'Etarras': disparos contra la democracia

Uno M¨¢s Uno

Hace pocos d¨ªas, un telefonema hizo acudir a la unidad para el ma,nejo de explosivos de la Guardia Civil a un lugar situado a poca distancia de la ciudad vasca de Vitoria. Mientras los expertos trabajaban en la bomba que hallaron ah¨ª, otra bomba estall¨®, dando muerte a tres hombres e hiriendo a cinco. La trampa hab¨ªa sido puesta por terroristas vascos de ETA como parte de las propuestas contra el acuerdo por el que los franceses han empezado a extradir a Espa?a a etarras culpables de homicidio.(...)En Espa?a misma, sobre la que no hay noticias pormenorizadas, la oposici¨®n a las extradiciones, que en el Pa¨ªs Vasco han aIcanzado gran violencia, est¨¢ extendi¨¦ndose al resto del pa¨ªs, e incluso, seg¨²n dice Fernando Savater en un art¨ªculo reciente, se est¨¢ haciendo circular, para recoger firmas, una "Carta a los pueblos y naciones del mundo" que, queriendo favoirecer a los etarras, no menciona para nada a ETA.

La cuesti¨®n no ha parado ah¨ª, porque al mismo tiempo, con celeridad pasmosa, esa misma posici¨®n pro-ETA -que as¨ª resulta en el fondo- est¨¢ empezando a manifestarse aqu¨ª y en ambientes calificados como parte del repertorio izquierdista. Lo cual ha hecho pensar en la inexplicable presencia de un cierto n¨²mero de etarras en Nicaragua, seg¨²n ha reconocido p¨²blicamente en Espa?a Tom¨¢s Borge.

Yo estar¨ªa tentado a concordar con Savater en que ciertos principios merecen m¨¢s respeto que quienes eventualmente puedan acogerse y hasta abusar de ellos, pero en el caso de los etarras no s¨¦ si uno pueda, en buena conciencia, manifestarse en Par¨ªs -o en San Sebasti¨¢n- por un principio, cuando lo que est¨¢ en juego es la supervivencia de una democracia nueva; lo que no se puede hacer, en todo caso, es caer en la falacia de no ver que un perseguido pol¨ªtico huido de una democracia es un contrasentido; como ha dicho Emilio Casinello, embajador de Espa?a en M¨¦xico, es un absurdo declarar que son equiparables un terrorista que huye d¨¦ una democracia y un pol¨ªtico o simple ciudadano perseguido por una dictadura.

El terrorista del siglo XX piensa que basta con remitir la responsabilidad de su acto a una organizaci¨®n cualquiera para quedar investido, autom¨¢ticamente, de la facultad de matar a las personas que sean -representantes del "Estado opresor" o no-, en el n¨²mero que resulte. Pr¨¢cticamente, el terrorista de hoy no reconoce l¨ªmites a su acci¨®n.( ... ) No nos sorprender¨ªa si un d¨ªa de ¨¦stos alg¨²n etarra o algo as¨ª hace saltar por los aires una ciudad con una bomba at¨®mica.(...)

9 de octubre