Un asesinato de calidad
UN SENTIMIENTO de horror es la primera reacci¨®n que ha producido en el mundo la noticia del crimen odioso que ha segado la vida de Indira Gandhi. A la vez, una sensaci¨®n de angustia: ha desaparecido una de las figuras m¨¢s importantes del mundo pol¨ªtico contempor¨¢neo. Nadie como ella puede representar hoy a la India, con sus m¨¢s de 700 millones de habitantes, el segundo pa¨ªs m¨¢s poblado de la tierra. No se puede pensar sin cierta preocupaci¨®n en las consecuencias que podr¨ªa tener, en un Estado atravesado por profundas diferencias religiosas, ling¨¹¨ªsticas, culturales, de casta, agudizadas en los ¨²ltimos meses, la brusca desaparici¨®n de una personalidad de su talla, que ha marcado con su sello personal, incluso mediante sus errores, una ¨¦poca de la historia de la India. El gran proyecto que ha estado en el centro de su vida ha sido crear, construir, casi se podr¨ªa decir imponer, una India grande y unida. Los resultados que ha logrado en el desarrollo de ramas industriales antes inexistentes, en forjar una base econ¨®mica m¨¢s moderna, son evidentes; con esa misma preocupaci¨®n, dedic¨® particulares esfuerzos a elevar el potencial militar del pa¨ªs.En d¨ªas pasados, Indira Gandhi declaraba: "Me sentir¨ªa orgullosa de morir por la India". Esa profec¨ªa se ha cumplido: Indira Gandhi ha muerto por la India. Al caer asesinada, ha escrito la ¨²ltima p¨¢gina de un combate al que dedic¨® todas sus energ¨ªas desde la juventud, por la grandeza de la India; por la continuidad de la obra de Gandhi y de Nehru, su padre. Sin embargo, la cuesti¨®n que ha polarizado. una parte considerable de su vida pol¨ªtica, y que en cierto sentido ha causado su muerte, ha sido el af¨¢n de superar las profundas divisiones, incluso los enfrentamientos existentes entre los diversos pueblos que integran ese complejo conglomerado que es la India. La convicci¨®n absoluta de Indira de que s¨®lo una India unida, y por tanto fuerte, puede contar en el mundo la ha empujado a pol¨ªticas duras, en ciertos casos implacables, contra las reivindicaciones, presentadas con insistencia, por nacionalidades y religiones espec¨ªficas, exigiendo niveles superiores de autonom¨ªa, incluso la independencia. La partici¨®n sangrienta del subcontinente indost¨¢nico que dio lugar a la creaci¨®n de Pakist¨¢n, complicada luego por la escisi¨®n de Bangla Desh, ]?la sido una herida nunca totalmente cicatrizada. Para Indira, la India unida de su ideal, de sus sue?os, exig¨ªa impedir, asfixiar cualquier peligro de nuevas secesiones. Quiz¨¢ el futuro depare respuestas diferentes. Pero no parece arriesgado, hoy por hoy, afirmar que en ese punto la pol¨ªtica de Indira Gandhi ha sufrido graves reveses. Quiz¨¢ por errores de concepci¨®n, o por errores de m¨¦todo. Estaba guiada por un gran ideal; pero no vacilaba, tanto para lograr la hegemon¨ªa de su partido como para cortar las tendencias separatistas, a utilizar todos los recursos del aparato del Estado, sin excesivos escr¨²pulos.
El caso en el que ha ido m¨¢s lejos en esa actitud de dureza fue cuando orden¨®, en agosto pasado, el asalto al Templo de Oro, en la ciudad sagrada de los sijs, Amritsar. Su decisi¨®n, que cost¨® muchas vidas, fue reprobada incluso por la mayor parte de sus partidarios. Es probable que Indira firmara ese d¨ªa su propia sentencia de muerte. El fanatismo sij alcanza niveles tan absolutos, ciegos, de verdadera demencia, que es dificil imaginarios en el mundo contempor¨¢neo. Es suficiente en si para explicar que miembros de la propia escolta de Indira Gandhi hayan cometido el asesinato. Ello no impide que se pueda pensar en otras ramificaciones, si en alg¨²n momento surgiesen hechos que las demostrasen.
La rapidez con la que el Partido del Congreso ha designado al hijo de Indira, Rajiv, como Jefe del Gobierno, revela un temor l¨®gico a un per¨ªodo de vac¨ªo o de dudas: pEiligroso en el clima general del pa¨ªs, pero tambi¨¦n en el seno del partido, en el que est¨¢n latentes fuertes enfrentamientos internos. Esa primera designaci¨®n apunta ya a la candidatura de Rajiv como candidato a jefe de Gobierno por el. Partido del Congreso en las futuras elecciones. El Congreso tiene hoy una mayor¨ªa holgad¨ªsima en el Parlamento; pero a la vez dificultades muy serias en Estados muy importantes. El mito de la familia Gandhi-Nehru, los padres de la patria, no ha perdido su influencia, sobre todo como factor unificador. Pero no es seguro que la sucesi¨®n del hijo signifique continuidad; con menos personalidad y experiencia que su madre, cabe suponer que Rajiv estar¨¢ m¨¢s atado, al menos en una primera etapa, a los barones del Congreso y a los intereses econ¨®micos que ¨¦stos representan. En todo caso, una nueva p¨¢gina se abre en la historia de la India.
La esperanza de todos los amigos de la India es que las contradicciones internas puedan reducirse; y que se perfil e un horizonte de m¨¢s serenidad y eficacia en la soluci¨®n de angustiosas situaciones econ¨®micas.
Si Indira Gandhi tuvo serias dificultades en el terreno de la pol¨ªtica interior, lo que nadie puede discutirle es que ha alcanzado, en el escenario mundial, uno de los primeros lugares. Gracias en gran medida a ella, la India geza de una influencia, un prestigio, un respeto reconocidos pr¨¢cticamente por todos, tanto en Occidente como en el Este. En una etapa de la historia en que las tendencias a la bilateralidad parec¨ªan arrolladoras, cuando todo indicaba una supeditaci¨®n general al juego de las dos, superpotencias Y de los dos bloques militares encabezados por ellas, la India, y personalmente Indira Gandhi, ha sido uno de los factores decisivos que ha frena.do y limitado ese proceso. Indira ha sido fiel a la gran tradici¨®n de una pol¨ªtica de no alineamiento, de no integraci¨®n en los bloques militares, iniciada por su padre, el Pandit Nehru, y por otras figuras hist¨®ricas como Tito, Suikarno, Nasser. Esa pol¨ªtica se ha extendido particularmente en ?frica, Asia y Am¨¦rica Latina. Ha alcanzado incluso cierta estructuraci¨®n en el Movimiento de los No Alineados. Es cierto que, debido sobre todo a los enflrentamientos de la India con Pakist¨¢n y China, si bien bastante aminorados ¨²ltimamente, Indira Gandhi siempre ha considerado que mantener unas relaciones arristosas con la Uni¨®n Sovi¨¦tica era un factor necesario de su pol¨ªtica exterior. Pero esta consideraci¨®n nunca la ha apartado del eje de su pol¨ªtica: el no alineamiento. Recordemos que, cuando Fidel Castro quiso dar al Movimiento de No Alineados un sesgo prosovi¨¦tico, en gran parte gracias a Indira Gandhi fue posible retomar a una pol¨ªtica de verdadero equilibrio, de alejamiento de los dos bloques militares. La desaparici¨®n de Indira Gandhi ahora, cuando ocupaba precisamente desde 1983 la presidencia del Movimiento de los No Alineados, crea un vac¨ªo en una estructura particularmente delic,ada de las relaciones internacionales. El Movimiento de los No Alineados es hoy un componente necesario del equilibrio mundial. Por razones obJet¨ªvas bastante evidentes, incluso geogr¨¢ficas, la India necesita potenciar esa pol¨ªtica. Cabr¨ªa, pues, esperar que la tradici¨®n pol¨ªtica que Indira Gandhi encarna, en la escena mundial, ser¨¢ continuada por sus sucesores.
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