La misa en lat¨ªn
"No se puede dejar de valoi-ar el significado de la concesi¨®n a los fieles que lo deseen de o¨ªr misa en lat¨ªn seg¨²n el rito preconciliar de P¨ªo V". La raz¨®n de esto descansa en el hecho de que esta misa se ha convertido, desde hace muchos a?os, en un s¨ªmbolo del movimiento de Econe, encabezado por el obispo Lef¨¨bvre. Las razones que llevan al movimiento de Econe a elegir el rito de P¨ªo V se basan en el rechazo de la reforma lit¨²rgica decidida y ejecutada por Pablo VI despu¨¦s del Concilio Vaticano II. Para aqu¨¦l, la misa reformada de Pablo VI no expresaba ya la esencia de la misa porque el concepto protestante de pura conmemoraci¨®n del acto de Jes¨²s en la ?ltima Cena hab¨ªa suplantado al concepto cat¨®lico aut¨¦ntico de renovaci¨®n del sacrificio de la cruz. Trento hab¨ªa sido derrotado siglos despu¨¦s de su victoria, que hab¨ªa dado forma al catolicismo tal como hoy lo conocemos.El rechazo de la misa del Vaticano II se produc¨ªa, pues, en el contexto de un desconocimiento radical del ecumenismo del concilio.
El grupo de Lef¨ºbvre, ?era un grupo minoritario y aislado, como parec¨ªa, o era s¨®lo la punta de un iceberg, y lo que estaba oculto era algo m¨¢s? Era un movimiento difundido, tanto en la c¨²spide como en la base de la Iglesia, que ten¨ªa por finalidad la no recepci¨®n del Vaticano II. No recepci¨®n significaba no dejar pasar, en la vida de la Iglesia, el impulso que el concilio liab¨ªa dado. Ya en el c¨®nclave de 1978 se vio que este movimiento de no recepci¨®n era fuerte y consistente. ?Por qu¨¦ el ultraconservaidor Siri obtuvo tantos votos en el colegio cardenalicio, tantos que casi se convirti¨® en Papa? Porque en la c¨²spide de la, Iglesia exist¨ªa ya una l¨ªnea clara cuya finalidad era, precisamente, el rechazo del concilio.
Siri era un hombre que hab¨ªa manifestado siempre su aversi¨®n hac¨ªa el Concilio Vaticano II. Si despu¨¦s del concilio hab¨ªa sido papable, esto quer¨ªa decir que en la c¨²spide de la Iglesia exist¨ªa una tendencia significativa de rechazo respecto del concilio. La tendencia era muy f¨¢cil de explicar. El concilio, dec¨ªan sus adversarios, era un cancilio pastoral, es decir, poco m¨¢s que una reuni¨®n de estudios para la acci¨®n. No era un concilio de todo respeto, un concilio doctrinal. La idea del concilio sedebi¨® a Pablo VI: un concilio sin condenas, que se transformaba, para aquellos que creen que el sentido ¨²ltimo de un conciho deban ser los anatemas, en un concilio sin valor.
La novedad del concilio pastoral, que era, para el concilio, una novedad doctrinal y la indicaci¨®n de una verdadera reforma de la existencia eclesi¨¢stica, quedaba transformada, por el contrario, en la desvalorizaci¨®n que el concilio hab¨ªa heche de s¨ª mismo. Bastaba con aplicar el viejo criterio a la nueva realidad para que ¨¦sta apareciese ante aqu¨¦l como si careciese de todo valor.
Esto era lo que pensaban los anticonciliares bajo Pablo VI. El c¨®nclave en el que Siri era candidato fue el s¨ªmbolo de su victoria. Hab¨ªan sido capaces de resitir a la oleada conciliar y segu¨ªan siendo la expresi¨®n del sistema romano de siempre. El Concilio Vaticano II mor¨ªa con el Papa que lo hab¨ªa desarrollado.
Lef¨¨bvre no est¨¢ solo
As¨ª, pues, Lef¨¨bvre nunca estuvo solo. Ha sido siempre como un aviso. Y m¨¢s que un aviso. Probablemente ha sido un chantaje hacia Pablo VI. Y nunca le han faltado medios materiales a la comunidad de Econe.
Era inevitable que la punta del iceberg se uniese a su masa. Y esto es lo que ha ocurrido. Y de manera muy h¨¢bil. Hoy decir misa al modo de P¨ªo V significa objetivamente reconocer que Lef¨¨bvre tuvo raz¨®n en lo que dijo y en lo que hizo decir durante tantos a?os. ?Por qu¨¦ tuvo raz¨®n? La respuesta a esta pregunta es una sola: porque, efectivamente, la misa del concilio se presta a una duda leg¨ªtima. Reconociendo lo bien fundado de la petici¨®n de Lef¨¨bvre, el partido anticonciliar de los cardenales Siro, Oddi, etc¨¦tera, obtiene la prueba de su fuerza, y de su legitimidad. Junto a la resistencia abierta de Lef¨¨bvre exist¨ªa otra oculta, mucho m¨¢s poderosa.
Para la Iglesia cat¨®lica, pues, el problema que se deriva de todo esto es el siguiente: ?se puede decir que un concilio que tuvo como novedad hist¨®rica la renuncia a los anatemas y que quiso ser, precisamente por ser pastoral, un concilio de elevado perfil doctrinal deba ser considerado como si no hubiese tenido lugar? ?Es posible una legitimidad cat¨®lica que se base en la ilegitimaci¨®n doctrinal del Concilio Vaticano Il? Los no receptores, por llamarlos as¨ª, del Concilio Vaticano II llevan a cabo una oposici¨®n extremada y peligrosa: contraponen en el catolicismo tradici¨®n y autoridad. Es decir, el concilio carec¨ªa de autoridad porque superaba los l¨ªmites de la tradici¨®n.
Podr¨¢ celebrarse la misa de P¨ªo V s¨®lo reconociendo la legitimidad del Concilio Vaticano II. Pero los anticonciliares han aceptado siempre el concilio como un hecho que meramente ha ocurrido, pero sin aut¨¦ntico significado doctrinal.
Desde el momento en que legitiman la oposici¨®n de Lef¨¨bvre, refuerzan paralelamente su propia postura de resistentes desde dentro, de masa cr¨ªtica de rechazo en el coraz¨®n mismo de la instituci¨®n.
Hombres poderosos
Es cierto que estos hombres son poderosos. Est¨¢n decididos a llevar a cabo una radical "normalizaci¨®n" de la Iglesia cat¨®lica. Y han adoptado la teolog¨ªa de la liberaci¨®n como blanco de sus cr¨ªticas, no porque ¨¦sta represente un desario a la ortodoxia cat¨®lica (pues lo es en mucha menor medida que otras muchas teolog¨ªas que florecieron en los a?os conciliares), sino porque se trata de una ocasi¨®n para mostrar su intenci¨®n de reconducir a la Iglesia en su totalidad hacia los esquemas preconciliares. Las. comunidades de base, finalmente, son el desarrollo de un concepto cl¨¢sico del concilio: el del pueblo de Dios. Concepto que se hallaba tambi¨¦n en la base de la reforma lit¨²rgica de Pablo VI. Por ello, reconducir a la Am¨¦rica Latina a la normalidad representaba una prueba de la fuerza de la victoria de los anticonciliares.
Opus Dei
?No se constata acaso en esta operaci¨®n un evidente mapa del poder que influye en amplios campos tambi¨¦n en la pol¨ªtica italiana, tan ligada materialmente al Vaticano y a la que el Vaticano est¨¢ tan ligada? ?Nos hallamos quiz¨¢ ante el grupo de poder con menos prejuicios que haya operado nunca en el centro del mundo vaticano?. Un grupo cuyo argumento principal es, curiosamente, la acusaci¨®n contra los curas de Am¨¦rica Latina y del mundo de que "se meten en pol¨ªtica"... De que se meten en pol¨ªtica, claro est¨¢, al margen del juego de poder de la instituci¨®n. Y aqu¨ª nos viene a las mientes el singular nombre de la instituci¨®n que tiene hoy tanta importancia en el mundo vaticano tras la dram¨¢tica bancarrota del Banco Ambrosiano y el derrumbe moral de las finanzas vaticanas: el Opus Dei.
?Qu¨¦ papel tiene la Obra en el designio de normalizaci¨®n de una Iglesia que vuelve a ser toda ella jerarqu¨ªa y poder sagrado, y que pierde todas sus caracter¨ªsticas de pueblo de Dios? Quiz¨¢ hemos ido demasiado lejos hablando de una simple misa en lat¨ªn con tantos siglos encima. Pero en un mundo en el que el poder est¨¢ oculto, lo que importan son las se?ales. Y en el pa¨ªs de la Mafia, por si fuera poco, esto lo sabemos desde siempre, y por ello quiz¨¢ podamos hac¨¦rselo saber a los dem¨¢s.
'Teolog¨ªa de la liberaci¨®n'
El hecho de que el ataque contra la comunidad de base y contra la teolog¨ªa de la liberaci¨®n se haya producido paralelamente al reconocimiento del p¨ªo fundamento de las exigencias del obispo Lef¨¨bvre no es una casualidad. Es una se?al cl¨¢sica: indica qui¨¦n manda en Roma y ad¨®nde quiere conducir a la Iglesia. Y todo esto, ?se producir¨¢ sin resistencias? ?Hay que decir que el poder aumenta a trav¨¦s de su manifestaci¨®n y de su ejercicio?
Nadie pod¨ªa pensar que despu¨¦s del concilio pudiesen plantearse tales problemas, y de manera tan radical, en el seno de la Iglesia. De todos modos, el rechazo del concilio no nos devuelve a la Iglesia preconciliar, que ten¨ªa un alto sentido de legitimidad.
No nos devuelve una Iglesia-instituci¨®n ni nos devuelve un P¨ªo XII. Nos ofrece, en cambio, una Iglesia en la que los grupos de poder juegan seg¨²n la l¨®gica del ocultamiento y del mensaje propio de todo grupo de poder. Nunca como hoy el ser cat¨®lico ha exigido tanta fe en el hecho de que "las puertas del infierno no prevalecer¨¢n".
Gianni Beget-Bozzo es te¨®logo italiano.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.