La India oficial y la India real
Indira Gandhi no fue capaz en sus casi 20 a?os de mandato, de resolver del todo ninguno de los innumerables y gigantescos problemas econ¨®micos, ¨¦tnicos, religiosos , pol¨ªticos, sociales, culturales y ling¨¹¨ªsticos de su pa¨ªs. Y acab¨® siendo v¨ªctima de uno de ellos, controlado, pero no resuelto: el separatismo ¨¦tnico-religioso de los sijs.Pese a todo, nadie puede negar que la India haya avanzado y mejorado desde la independencia de 1947, gracias sobre todo, y precisamente, a los en¨¦rgicos y continuados esfuerzos de quienes dominaron, con su Partido del Congreso, la vida india en todos estos a?os -salvo la breve etapa conservadora del Dchanata de Desai entre 1977 y 1979-: Nehru y su hija Indira.
La India es hoy una democracia, la "m¨¢s grande del mundo", como gustan decir los indios, dotada de un sistema parlamentario liberal, base de un capitalismo muy activo con toques socialistas, con libertades individuales y colectivas (de opini¨®n, religiosas, ¨¦tnicas, jur¨ªdicas, pol¨ªticas, etc¨¦tera). Es un pa¨ªs laico, m¨¢s igualitario, si ello es posible en una sociedad b¨¢sicamente diversificada y desigual, donde las castas han sido prohibidas y la mujer ha mejorado su status. En el que se ha alcanzado cierto nivel tecnol¨®gico, m¨¢s crecimiento econ¨®mico (260 d¨®lares per c¨¢pita), el hambre ha disminuido, lo mismo que el analfabetismo (hoy, menos del 68%), aumentando la esperanza de vida (55,6 a?os). La estructura federal ha logrado conciliar m¨ªnimamente la unidad y la diversidad en el pa¨ªs de las 1.652 lenguas...
Parecer¨ªa que la India ha encontrado su camino para la modernizaci¨®n gracias a su sistema econ¨®mico y sociopol¨ªtico. Pero no todo parece funcionar como es debido o, al menos, como se dice.
El deterioro de la democracia liberal, la inoperancia relativa de la pol¨ªtica de desarrollo y de lucha contra el hambre, la creciente centralizaci¨®n, las dificultades de la convivencia ¨¦tnica y religiosa, la corrupci¨®n y, naturalmente, el asesinato de Indira Gandhi, nos obliga a preguntarnos qu¨¦ le sucede a la India oficial y si, por debajo de ella, no hay otra mucho m¨¢s real que la condiciona y explica.
En todos los pa¨ªses, y m¨¢s en los de descolonizaci¨®n reciente, el pa¨ªs oficial, hecho generalmente a imagen de la potencia colonizadora, contrasta profundamente con el real. En el caso de la India esto es evidente. La vida pol¨ªtica-es complej¨ªsima y el sistema imperante no la cubire, ni mucho menos. ?ste es una reproducci¨®n del sistema brit¨¢nico y en parte del norteamericano. Pero es occidental, liberal y democr¨¢tico parlamentario s¨®lo en apariencia: su funcionamiento es decididamente indio. La lucha por el poder, la din¨¢mica social, de estilo e instrumentos occidentales, se realiza. en el marco de la sociedad tradicional, de la ideolog¨ªa hind¨², donde es enorme el peso hist¨®rico de los Estados precoloniales, de la eterna presencia de las nacionalidades y religiones, del sistema de castas.
El esfuerzo unitarista de los Gobiernos de la India no ha borrado la memoria de los Estados y fronteras precoloniales (ni siquiera, como se ve, del Estado sij de 1820 a 1849), como no la borraron los brit¨¢nicos. Y pese a la integraci¨®n de las 562 entidades pol¨ªticas soberanas tras la independencia de la Uni¨®n y a la abolici¨®n de los privilegios de los ex pr¨ªncipes y raj¨¢s, en 1970. Pero subsisten graves problemas en Assarn, Cachemira, Panc?yab (de nuevo los sijs), etc¨¦tera.
Nacionalismos y religi¨®n
No han disminuido los nacionalismos regionales, con los que hay que contar continuamente: problemas culturales, ling¨¹¨ªsticos y religiosos en Tamil Nadu, en Haryana (sij), en Nagaland, en Meglialaya, en Mizoram, en Goa, en Gudyarat y Maharashtra, en Andlira Pradesh -donde ha habido disturbios recientemente-, y entre las poblaciones tribales, un 7% de la poblaci¨®n, no asimiladas tras las invasiones arias. Los partidos ¨¦tnicos son muy activos, como el Telugu Desam de Rama Rao, en Andhra Pradesh, el tamil Dravida Kurinetra Kazhagam, o el Dcharjand, de los tribales munda de Bihar, entre otros muchos.
Tambi¨¦n la diversidad religiosa difumina el papel de los partidos a la occidental e influye decisivamente en la vida pol¨ªtica y econ¨®mica. Aunque el induismo es mayoritario (82% de una pobilaci¨®n de 700 millones), hay un 12% de musulmanes, unos 80 millones; unos 18 millones de cristianos, 13 millones de sijs y exiguas minor¨ªas budistas, parsis,jainistas, etc¨¦tera, cada uno con sus organizaciones pol¨ªticas: recu¨¦rdese el Akali Dal, sij, o los grandes partidos hinduistas, como el Jan Sangh o el Hindu Mahasabha. Los musulmanes se consideran subirepresentados en la sociedad india, pese a la Liga Musulmana y otros partidos, pero participian activamente en la pol¨ªtica, apoyando al Gobierno central y al Partido del Congreso, pero tambi¨¦n a los comunistas, como en el sur, incluso en contra del isl¨¢mico Pakist¨¢n y a veces contribuyeron a la ca¨ªda de Indlira Gandhi, como en 1977.
Las castas, abolidas por los brit¨¢nicos y prohibidas por la India independiente en 1950, rompen tambi¨¦n los esquemas de la lucha de partidos y de las clases sociales, y siguen operativas como anta?o. La intellighentsia india la forman en parte los brahmanes (la casta superior); pero hay brahmanes pobres y ricos. Los militares siguen siendo kshatriyas (y s?js); los burgueses y terratenientes suelen ser vaisyas, y sudras los peque?os campesinos. En el campo, la vida se ve a trav¨¦s de la jerarqu¨ªa c¨¢stica. Los intocables (mal llamados parias), el 15% de la poblaci¨®n, han visto mejorada su situaci¨®n gracias a las leyes de, Nefiru, pero siguen sometidos en el campo, menos en las ciudades, a la persecuci¨®n y la marginaci¨®n. En el medio urbano los intocables se han convertido en proletarios y subproletarios, pero hay algunos intocables ricos. Un elemento nuevo es la participaci¨®n paria en la pol¨ªtica, apoyando generalmente al Partido del Congreso, a trav¨¦s de sus propias organizaciones como la Federaci¨®n de Castas y los revolucionarios Dalit Panthers.
Los pol¨ªticos, sean del partido que sean, utilizan la solidaridad de casta. Un partido puede llegar a identificarse, le guste o no, con la casta local mayoritaria, que le dar¨¢ sus votos. Pierden significado as¨ª los partidos, la oposici¨®n entre derecha e izquierda, la movilizaci¨®n electoral. La democracia parlamentaria a la occidental se indianiza y la casta se moderniza y hace laica.
En el campo econ¨®mico, una parte del capitalismo indio s¨®lo existe gracias a las castas (empresarios marwari de Radchputana, o los chettiar del sur, entre otros). En el pol¨ªtico, las alianzas y cambalacheos basados en las castas son legi¨®n. Indira, que era brahmana, como todos sus consejeros y como los jefes de los partidos, incluido el partido comunista pro sovi¨¦tico, utiliz¨® el esp¨ªritu de casta en la pol¨ªtica de su partido: en 1971, por ejemplo, obtuvo la victoria en Radyasthan al elegir a sus candidatos entre los miembros de la casta superior dyat. En ese 1971, la casta ezhava se ali¨® con los marxistas -contrarios a las castas- en Kerala, y hechos parecidos ocurrieron en las elecciones de 1977 y 1980.
La sociedad india se rehinduiza progresivamente, porque la ocupaci¨®n brit¨¢nica, a fin de cuentas, fue demasiado breve (menos de dos siglos) como para impedir la pervivencia de la estructura fundamental de la sociedad hinduista. Como en los dem¨¢s pa¨ªses de reciente descolonizaci¨®n, la influencia de la propia historia y de la propia tradici¨®n milenarias acaban primando no s¨®lo por la acci¨®n de los fundamentalistas hind¨²es y de los regeneracionistas laicos, sino tambi¨¦n, en gran medida, espont¨¢neamente. El sistema sociopol¨ªtico y econ¨®mico a la occidental no va a dejar de influir por eso en la vida india. Pero ser¨¢ siempre una forma, un ropaje, con cu?as, quiz¨¢, en algunos aspectos de la sociedad (extensi¨®n de la familia nuclear, cierta europeizaci¨®n sexual -puritana-), limitados por otra parte a ciertas clases o grupos, y a los gobernantes modernizadores occidentalizantes, como Indira Gandhi, que a veces confunden progreso con occidentalizaci¨®n.
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