La pobre teolog¨ªa de la liberaci¨®n
En una "cena con argumento", seg¨²n referencias de la Prensa (EL PA?S, 31 de octubre, p¨¢gina 26), don Fernando Sebasti¨¢n, obispo secretario de la Conferencia Episcopal Espa?ola, afirm¨® que los te¨®logos de la liberaci¨®n "son buena gente", pero que no son "te¨®logos de raza", porque no tratan de la Sant¨ªsima Trinidad y de la muerte de Cristo. Se podr¨ªa responder que eso no es exactamente, porque te¨®logos como Jon Sobrino reflexionan sobre la teolog¨ªa trinitaria, tratando de reformular en categor¨ªas relacionales lo que el concilio de Calcedonia afirm¨® en categor¨ªas ¨®nticas. Pero no me interesa polemizar sobre este punto. La cuesti¨®n es otra.Da la casualidad de que Jes¨²s de Nazaret no trat¨® nunca de la Sant¨ªsima Trinidad, sino del Reino de Dios, de las bienaventuranzas y de la "buena noticia a los pobres" (as¨ª interpreta Lucas el sentido del Evangelio). El profesor Geza Vermes afirma que, ante una doctrina como la de Nicea, "jam¨¢s sabremos si el propio Jes¨²s habr¨ªa reaccionado con asombro, c¨®lera o pesar". Ser¨ªa arriesgado negar de plano la validez de esta observaci¨®n, que hist¨®ricamente resulta relevante.
Tal vez habr¨ªa que decir que el Jes¨²s de carne y hueso era buena gente, pero no era un te¨®logo de raza. De modo que para un cristiano no ser tenido por te¨®logo de raza es cosa de poca monta. En cambio, ser buena gente es mucho m¨¢s importante. Porque, como dec¨ªa un librito del siglo XV, Imitatio Christi, ?de qu¨¦ te aprovecha hacer grandes disquisiciones sobre la Trinidad si desagradas a la Trinidad?
Lo que les preocupa a los te¨®logos de la liberaci¨®n (y nos preocupa en Espa?a a algunos, que no somos te¨®logos de laboratorio y de pose, como dice con alegre desenfado monse?or Sebasti¨¢n) es qu¨¦ significado tiene hoy el anuncio del Reino de Dios que Jes¨²s hizo y que le cost¨® la vida; cu¨¢l es la voluntad del Dios de Jes¨²s; por qu¨¦ caminos podemos seguir a Jes¨²s en el complejo mundo contempor¨¢neo; qu¨¦ nos pide la fidelidad a Jes¨²s.
Estos temas son radical y medularmente teol¨®gicos para una teolog¨ªa cristiana. M¨¢s esenciales que las especulaciones trinitarias de los siglos IV y V. Porque Pedro no necesit¨® de tales intentos de conceptualizaci¨®n para tener fe en Dios, en Jesucristo y en el Esp¨ªritu. En cambio, necesit¨® dejarlo todo y jugarse la vida (y perderla) para seguir a Jes¨²s.
Lo que pasa es otra cosa.
La investigaci¨®n teol¨®gica sobre el significado de la vida, del mensaje y de la muerte del Jes¨²s real, a la luz de la fe en su resurrecci¨®n, puede conducir a conclusiones poco favorables a los intereses de los ricos y de los poderosos, sean civiles o eclesi¨¢sticos. En cambio, unas investigaciones trinitarias abstractas y metaf¨ªsicas dejan en tranquilo reposo el orden establecido en que los poderosos se encuentran instalados.
La teolog¨ªa de la liberaci¨®n se lleva bofetadas por todas partes. ?La pobre! Bofetadas del Vaticano, porque ¨¦ste, con todas sus virtudes y sus vicios, es innegablemente un imponente establishment. Y la teolog¨ªa de la liberaci¨®n no puede resultarle c¨®moda. Bofetadas de los intelectuales posmodernos, a quienes las palabras de una esperanza radical (aunque est¨¦ abierta modestamente a la incertidumbre de la b¨²squeda) les suenan un poco a logomaquias.
Y en esas estamos. Como estaba Pablo de Tarso a mediados del siglo I. Predicando un Cristo crucificado, que es esc¨¢ndalo para unos y necedad para otros.
Yo no creo que los te¨®logos de la liberaci¨®n traten de comerse al mundo. Me parece que no intentan hacer del cristianismo la palanca de la historia, con una especie de constantinismo de izquierdas. Son mucho m¨¢s modestos. Pretenden que la religiosidad cristiana deje de constituir un grave obst¨¢culo frente a los esfuerzos de los pobres por salir de la opresi¨®n. Para esto procuran profundizar en la fe en Jes¨²s y abrirse a todos aquellos que tienen de veras hambre y sed de justicia.
Pero no s¨®lo con bellos discursos, sino procurando dar en el callo.
Los pobres.
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