Elecciones y legitimidad pol¨ªtica de la revoluci¨®n sandinista
Una jornada m¨¢s por la consolidaci¨®n del pluralismo pol¨ªtico y la institucionalizaci¨®n de la revoluci¨®n sandinista ha concluido en Nicaragua, dice el autor de este art¨ªculo. Como en toda elecci¨®n, hubo vencedores y vencidos. Las reglas establecidas para el proceso electoral fueron, seg¨²n el articulista, el resultado de consultas efectuadas por abogados y miembros del Consejo Supremo Electoral con expertos en asuntos electorales de Espa?a, Suecia, Holanda, Rep¨²blica Federal de Alemania, Francia, M¨¦xico, Venezuela y Estados Unidos, entre otros pa¨ªses del hemisferio occidental. Acertadamente, los medios de comunicaci¨®n espa?oles hablaron de las "primeras elecciones despu¨¦s del derrocamiento de la dictadura somocista", a lo que habr¨ªa que agregar las primeras libres despu¨¦s de medio siglo.
Lo que desde Europa las organizaciones pol¨ªticas o instituciones democr¨¢ticas no se ocuparon de denunciar, la poblaci¨®n nicarag¨¹ense lo incorpor¨® a sus reivindicaciones democr¨¢ticas: denunciar las fraudulentas elecciones somocistas y ejercer el sufragio electoral en una Nicaragua sin Somoza.Un bajo porcentaje de abstenci¨®n -18%- en cualquier pa¨ªs en que se convoque al electorado, constituye una modesta lecci¨®n de pr¨¢ctica ciudadana y de confianza en las instituciones democr¨¢ticas.
Corresponde puntualizar, para comprender la dimensi¨®n de estos resultados, que la revoluci¨®n sandinista debe ser comprendida como un proceso de reconstrucci¨®n democr¨¢tica donde nunca existi¨®, conectado a la resoluci¨®n de problemas del desarrollo e inevitablemente a la afirmaci¨®n de la identidad y la soberan¨ªa nacional. Esto, enmarcado hist¨®ricamente en un pa¨ªs en el que la presencia estadounidense -militar, pol¨ªtica y econ¨®mica- estuvo asociada a la dictadura de medio siglo que la revoluci¨®n derrot¨®.
Todav¨ªa desde este viejo continente no se incluye para el an¨¢lisis de dicha revoluci¨®n que en Nicaragua no se opera un recambio formal sino profundamente transformativo, revolucionario, producto del cual el Frente Sandinista logra aglutinar y dirigir a un conjunto de diversas formas sociales en torno a una demanda democr¨¢tica que sintetiza reivindicaciones pol¨ªtico-democr¨¢ticas, vinculadas al desarrollo frente al atraso econ¨®mico y social, y la necesidad hist¨®rica de restablecer la identidad nacional en un pa¨ªs intervenido.
Por tanto, la revoluci¨®n cede el paso a una nueva hegemon¨ªa social, la de los sectores populares que constituyen la inmensa mayor¨ªa de la poblaci¨®n. La construcci¨®n democr¨¢tica en Nicaragua, entonces, no puede entenderse desaarcada de ese fen¨®meno real. El concepto de hegemon¨ªa social es aplicable puesto que se admite la existencia de una heterogeneidad social, pol¨ªtica y econ¨®mica. Por ende, en Nicaragua la revoluci¨®n adopta como suyo un esquema de pluralismo pol¨ªtico y econom¨ªa mixta para dar cabida democr¨¢tica a esa heterogeneidad. De la misma manera es explicable el no alineamiento internacional, como causa para la integraci¨®n de la dimensi¨®n internacional para la potenciaci¨®n de las relaciones de cooperaci¨®n, alejadas de relaciones bilaterales exclusivas que posibiliten un retorno a la dependencia hist¨®rica en t¨¦rminos pol¨ªticos y econ¨®micos.
Observadores extranjeros
Frente a la masiva participaci¨®n ciudadana en las elecciones del 4 de noviembre, testigos de las cuales fueron m¨¢s de 400 observadores internacionales llegados de Europa y Am¨¦rica, as¨ª como unos 600 corresponsales extranjeros, la legitimidad pol¨ªtica de la revoluci¨®n aparece renovada democr¨¢ticamente. Otras movilizaciones ciudadanas precedieron a semejante demostraci¨®n c¨ªvica: la campa?a de alfabetizaci¨®n, las jomadas de salubridad para la erradicaci¨®n de enfermedades end¨¦micas, o la integraci¨®n y organizaci¨®n de milicias para la defensa, con la consecuente distribuci¨®n de armas en la poblaci¨®n, que no las ha enderezado contra el Gobierno. La nueva hegemon¨ªa social que sienta las pautas de una sociedad plural se presenta en el desarrollo de los planes de la revoluci¨®n, que busca el beneficio de las grandes mayor¨ªas, sin afectar beneficios para las minor¨ªas. Muestra de ello es la beligerancia del sector privado en la econom¨ªa mixta, en la que parte de dicho sector amasa un capital privado, o una reforma agraria que no se basa en la propiedad de la tierra sino en la ociosidad, desarrollando all¨ª el concepto de econom¨ªa mixta.
Sin embargo, los cantos de sirena -frente al hecho incuestionable de unas elecciones con participaci¨®n mayoritaria que legitima la revoluci¨®n- se lamentan todav¨ªa de "falta de garant¨ªas" o de oportunidades para la oposici¨®n.
Un porcentaje de votos le ha garantizado a la oposici¨®n, por la derecha y por la izquierda del Frente Sandinista, su participaci¨®n en la vida parlamentaria. Otro sector de la oposici¨®n que desde el primer momento pretendi¨® imponer condiciones para su inscripci¨®n en las elecciones, ofreci¨¦ndose inclusive como interlocutores de los grupos armados ARDE y FDN (l¨¦anse diarios La Prensa y Nuevo Diario, como cables, finales de julio de 1984), de acuerdo a la l¨®gica en la interpretaci¨®n de los resultados electorales le habr¨ªa correspondido un 10% del porcentaje de abstenciones, al haber participado en las elecciones. Recordemos que las inscripciones ciudadanas para optar al voto tuvieron car¨¢cter obligatorio.
Desde los partidos socialdem¨®cratas, democristianos y liberales europeos no escuchamos nunca dudas acerca del confirmado triunfo sandinista en las elecciones; todo lo contrario, algunos l¨ªderes recomendaban "no ganar con demasiada ventaja", no as¨ª algunos de estos partidos con cierta congoja aceptan los resultados deseando situaciones que no se dieron pese a la voluntad manifiesta del Gobierno nicarag¨¹ense y del Frente Sandinista para que ciertos partidos minoritarios desistieran de una arrogancia no legitimada por bases sociales necesarias para imponerse en pol¨ªtica.
Lo que corresponde preguntarse, frente al hecho cristalizado de ahora contar con un presidente y un Parlamento electo como en la mayor¨ªa de los pa¨ªses de Occidente, es cu¨¢l es lo intolerante: la legitimidad de las elecciones rubricadas por un m¨¢s del 80% de votantes o la legitimidad pol¨ªtica de la revoluci¨®n sandinista. Dif¨ªcil separar ambas realidades, por tanto la nueva hegemon¨ªa social que devino en Nicaragua despu¨¦s de la desaparici¨®n del somocismo en el escenario pol¨ªtico es la que hace posible ambas realidades. Resistirse a las consecuencias de haberle solicitado al Frente Sandinista el adelanto de la fecha de las elecciones -como es de todos conocido en la Internacional Socialista y la Internacional Liberal- es no querer ver la claridad del agua, desconociendo una poblaci¨®n mayoritaria que, como en Espa?a o Suecia y Alemania Occidental o Francia, tambi¨¦n por mayor¨ªa deciden los derroteros hist¨®ricos de las naciones. ?Qui¨¦n vota o elige, entonces? ?El ciudadano o un partido pol¨ªtico? Cabe la interrogante a pesar de lo leg¨ªtimo.
es embajador de Nicaragua en Espa?a.
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