Siete tesis sobre la defensa exterior de Espa?a / 1
El autor de este art¨ªculo somete a an¨¢lisis los distintos aspectos de la propuesta de refer¨¦ndum sobre la presencia de Espa?a en la OTAN y considera que la promesa de su realizaci¨®n est¨¢ estrechamente vinculada con el ¨²ltimo tramo de la negociaci¨®n para la plena incorporaci¨®n en la CEE. En las primeras tres tesis, que hoy publicamos, Ignacio Sotelo asegura, entre otras cosas, que "hay que destruir el mito de las presiones incontenibles para nuestra integraci¨®n en la OTAN, junto con el mito de las grav¨ªsimas consecuencias que acarrear¨ªa el que decidi¨¦semos apearnos".
Confiar en que el lector aprecie los esfuerzos realizados para que las propias convicciones no distorsionen en exceso el an¨¢lisis de los hechos probablemente sea esperanza vana. Solemos ser juzgados no por la validez del an¨¢lisis, sino por las consecuencias que implique. Y de nada sirve advertir que uno tambi¨¦n preferir¨ªa que las cosas ocurrieran de otra forma, pero aunque la voluntad, como la fe, pueda mover monta?as, no basta con querer reciamente para que se realicen nuestros prop¨®sitos o no se confirmen los pron¨®sticos m¨¢s negros. Cierto que hay que actuar como si la salvaci¨®n del mundo dependiera de nosotros, pero, desde luego, no pensar que as¨ª ocurre. Puedo estar convencido de que por este lado van los tiros y no por ello dejar de actuar en la direcci¨®n que considero correcta. De la preocupaci¨®n intelectual por saber por d¨®nde van las cosas no se deriva necesariamente el af¨¢n de ponerse a la cabeza de los acontecimientos, aunque ¨¦sta sea la condici¨®n del ¨¦xito. Cabe tambi¨¦n permanecer fiel a lo que estimanos justo, marchando contra corriente, pero entonces hay que aceptar la marginalidad en la que nos colocamos, sin empe?arse, contra toda evidencia, en que lo que nos parece razonable y justo al final terminar¨¢ por prevalecer.Aunque dudo evite los malentendidos m¨¢s burdos, juzgo indispensable un preludio de este tenor a la hora de reconsiderar, con la mayor objetividad que me sea posible, los elementos b¨¢sicos que subyacen en la cuesti¨®n de la OTAN. El que en esta ocasi¨®n reprima valoraciones personales no quiere decir que no est¨¦ dispuesto a exponerlas en p¨²blico; simplemente ser¨ªa contraproducente para el objetivo que persigo: crear alguna claridad en un tema en el que, por lo que oigo y leo, la opini¨®n p¨²blica est¨¢ a punto de superar, si cabe, la confusi¨®n que atiza el Gobierno. Comprimo en forma de tesis cuestiones complejas que exigir¨ªan un tratamiento lo bastante extenso para que cupiesen matices y distingos, pero la crudeza del lenguaje apod¨ªctico tiene por lo menos la virtud de ser contundente en un momento en que ya no sirve bailar en la cuerda floja. Ah¨ª van, pues, mis siete tesis:
Siete tesis
1. Conviene, por lo pronto, distinguir dos cuestiones diferentes, por muy entrelazadas que aparezcan por un lado, la de la OTAN, pr¨¢cticamente ya resuelta; por otro, la del embrollo en el que el Gobierno se ha metido con su promesa de un refer¨¦ndum, de no f¨¢cil soluci¨®n. La decisi¨®n de permanecer en la OTAN ya ha sido tomada por las fuerzas sociales e institucionales que algo tienen que decir en Espa?a; tampoco el Gobierno ha dejado la menor duda, pese a su "ambig¨¹edad calculada", sobre cu¨¢l es su posici¨®n al respecto. El tema de la OTAN est¨¢ ya zanjado. Lo ¨²nico que queda es poner de relieve las razones por las que la Espa?a oficial es claramente otanista, mientras que en la opini¨®n p¨²blica parece predominar, sobre todo en algunos sectores, un antiotanismo visceral.
2. Las clases dirigentes espa?olas, y con ellas las instituciones pol¨ªticas que las representan, han hecho una opci¨®n clara: restablecer la democracia en Espa?a como el instrumento adecuado para estabilizar, moderniz¨¢ndolo, el capitalismo, ¨²nico sistema socioecon¨®mico que, desde su perspectiva, se considera racional y viable. Ahora bien, la base econ¨®mica del capitalismo hace ya d¨¦cadas que ha trasvasado las fronteras nacionales, integr¨¢ndose en bloques supranacionales. El mundo occidental, al que pertenecemos, tiene un n¨²cleo central, los pa¨ªses que integran la OTAN y Jap¨®n, y una periferia dependiente, m¨¢s o menos controlada, en Am¨¦rica Latina ?frica y Asia. Dentro del, sistema capitalista establecido no caben m¨¢s que dos opciones: intentar integrarse en el bloque hegem¨®nico o quedarse relegados en la periferia de este mismo bloque. La integraci¨®n en la Comunidad Econ¨®mica Europea corresponde a la voluntad casi un¨¢nime de los espa?oles de engancharse al tren de los pa¨ªses ricos, vinculando nuestro futuro econ¨®mico, social y pol¨ªtico a una comunidad de pa¨ªses cuya capacidad productiva, tecnol¨®gica y cultural sigue siendo impresionante. A la vez, los pa¨ªses miembros de la Comunidad, con una excepci¨®n pr¨¢cticamente irrelevante, forman el meollo de la OTAN, bajo el liderazgo indiscutido de Estados Unidos. Desde la ¨®ptica capitalista de los europeos -sean cuales fueren las querellas particulares con el patrono americano- existe por ahora un consenso mayoritario en que la supremac¨ªa militar y econ¨®mica de Estados Unidos constituye a largo plazo la garant¨ªa irrenunciable de su propio bienestar. Desde un enfoque capitalista, sin duda el dominante en la sociedad espa?ola, pretender fundir nuestro futuro con el del bloque capitalista hegem¨®nico, ocupando el puesto que nos corresponda en la CEE y en la OTAN, parece un imperativo insoslayable. Las clases dirigentes espa?olas no tienen la menor confianza en poder resolver los problemas pol¨ªticos, sociales y econ¨®micos que nos acucian fuera de esta integraci¨®n supranacional.
3. Somos los espa?oles los que queremos dar el salto desde la proximidad perif¨¦rica a la plena integraci¨®n en las organizaciones econ¨®micas y militares de la Europa occidental. No ha habido presiones -todo lo contrario, innumerables dificultades- para nuestra integraci¨®n en la Comunidad. Y si entramos en la OTAN, de repente y con nocturnidad, no fue el resultado de presiones irresistibles de la potencia hegem¨®nica, sino la decisi¨®n de un Gobierno que se sent¨ªa acorralado y que cre¨ªa que con la integraci¨®n en la OTAN consolidaba su posici¨®n. Hay que destruir el mito de las presiones incontenibles para nuestra integraci¨®n en la OTAN, junto con el mito de las grav¨ªsimas consecuencias que acarrear¨ªa el que decidi¨¦semos apearnos. Cierto que sufrir¨ªa el prestigio de la OTAN -es mucho m¨¢s dif¨ªcil salir que entrar-, pero los intereses vitales de Estados Unidos quedar¨ªan salvaguardados, mientras constituyamos una sociedad capitalista en su ¨®rbita econ¨®mica y mantuvi¨¦semos los pactos bilaterales que, de hecho, nos integran militarmente en su log¨ªstica. Estados Unidos conoce formas muy diferentes de relaci¨®n con los pa¨ªses capitalistas perif¨¦ricos y ensayar¨ªa otros modelos posibles. La cuesti¨®n consiste tan s¨®lo en dilucidar ventajas e inconvenientes de otras formas posibles de relaci¨®n -el franquismo nos obligaba a ser siempre la excepci¨®n, y por lo menos en esto ya tenemos experiencia- en comparaci¨®n con las ventajas e inconvenientes de nuestra permanencia en la OTAN.
es catedr¨¢tico de Ciencias Pol¨ªticas en la Universidad Libre de Berl¨ªn.
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