?Para qu¨¦ sirven las etiquetas?
Los alimentos se venden ya solos, con tarjeta de identidad
Se supone que cuando uno se dispone a comprar alg¨²n producto, sobre todo si es de alimentaci¨®n, desea saber lo que compra, su calidad, su composici¨®n y su precio. Antes, a las abuelas les bastaba con lo que el tendero les contaba sobre lo que iban a comprar, porque el tendero vend¨ªa los productos. Hoy el producto se vende por s¨ª mismo: por su marca, por su imagen, por su colorido, por su forma... Existe una compleja tecnolog¨ªa que permite hacerlo.
En el autoservicio nadie vende: se vende el producto a s¨ª mismo. Por eso es tan importante su apariencia externa. Y por la misma raz¨®n su etiqueta, que ha pasado a ser un medio importante de informaci¨®n sobre las caracter¨ªsticas del objeto en venta.
Es fundamental que el contenido de los datos que aparecen en la etiqueta sea objetivo, veraz informativo. No siempre ocurre as¨ª. Existe una tendencia a hacer etiquetas confusas en vez de facilitar datos sobre el producto se limitan a hacer propaganda de sus cualidades.
El 30 de agosto de 1982 apareci¨® en el BOE un decreto que regulaba la informaci¨®n obligatoria que deben tener todas las etique tas de los productos alimenticios envasados. Afecta a todos los productos de alimentaci¨®n en vueltos que se vendan directamente al consumidor, excepto a los que se envasan para la venta del d¨ªa o en presencia del cliente.
Los principios de los que parte son muy claros y contundentes.
1. Debe quedar muy clara la verdadera naturaleza del producto (composici¨®n, calidad, cantidad, origen, propiedades, tratamiento a que ha sido sometido...).
2. No podr¨¢ contener notas que atribuyan al producto indicaciones terap¨¦uticas, preventivas o curativas (excluyendo los espec¨ªficos, sometidos a la normativa de r¨¦gimen diet¨¦tico y/o especial y a la de aguas de bebida envasadas).
3. No inducir¨¢ a error o enga?o por medio de inscripciones, signos o dibujos que originen:
—Atribuci¨®n de efectos o propiedades que no posea el producto.
— Sugerencia de poseer caracter¨ªsticas particulares cuando todos los productos similares las tengan.
— Sugerencias que confundan con otro producto.
Se supone que con estas medidas se suprime el enga?o a que daban pie esas informaciones que aseguran: "comiendo no s¨¦ qu¨¦, se adelgaza no s¨¦ cu¨¢nto" o confundir al suced¨¢neo con el producto original, o el n¨¦ctar de naranja con el zumo natural... y tantos otros trucos.
Por si quedan dudas, el mismo decreto insiste en que los datos obligatorios que deben figurar en la etiqueta deber¨¢n "aparecer con caracteres claros, bien visibles, indelebles y f¨¢cilmente legibles para el consumidor. Esta informaci¨®n no deber¨¢ ser enmascarada por dibujos ni por cualquier otro texto o imagen escrito, impreso o gr¨¢fico". Tambi¨¦n se obliga a que las letras empleadas para denominar al producto guarden relaci¨®n con las del texto m¨¢s destacado que figure en la etiqueta. Deber¨¢ estar en el mismo campo visual el nombre del producto, el contenido neto y la fecha de duraci¨®n m¨ªnima, as¨ª como cualquier otro dato relevante, seg¨²n especifiquen las reglamentaciones t¨¦cnico-sanitarias.
No se deber¨¢ poner de forma casi invisible la palabra suced¨¢neo y a gran tama?o chocolate, o n¨¦ctar en letras chiquititas y naranja en may¨²sculas grandes, acompa?adas de maravillosas fotos o dibujos sugerentes. As¨ª pues, todo debe corresponder a una informaci¨®n objetiva y real que permita decidir libremente. S¨®lo falta que los consumidores sepan leer las etiquetas y rechacen las sugestivas que utilizan un lenguaje seductor pero no informan del producto.
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