Mar de fondo en el tebeo espa?ol
En los ¨²ltimos meses ha venido desat¨¢ndose una pol¨¦mica sobre algunos aspectos del tebeo espa?ol que, al margen de la desmesurada importancia que ha cobrado, resulta imposible de comprender para un buen n¨²mero de lectores de los diarios que se han hecho eco de ella, no s¨®lo por los nombres y las referencias barajadas, sino, fundamentalmente, porque el inter¨¦s por los tebeos sigue siendo minoritario entre la poblaci¨®n adulta espa?ola.El que dicha pol¨¦mica aparezca, sin embargo, relacionada con una exposici¨®n dedicada a Tint¨ªn en la Fundaci¨®n Mir¨® no deber¨ªa servir para pensar que ¨¦sa es la verdadera ra¨ªz del tema. Porque, y pongo s¨®lo un ejemplo, el que se intente descalificar al creador de dicho personaje sobre la base del contenido ideol¨®gico de sus publicaciones y su propia actitud personal bien podr¨ªa aplicarse a algunos de los autores -citar¨¦ a Milton Caniff y su Steve Canyon- que varios detractores de Tint¨ªn han defendido en sus escritos y manifestaciones. Moverse, por tanto, en ese pantanoso terreno nos llevar¨ªa a caer en una esquem¨¢tica discusi¨®n que dificultar¨ªa el apreciar lo que han sido innegables aportaciones a este medio de algunos autores cuyos trabajos y biograf¨ªa no poseen el inmaculado barniz que ser¨ªa de desear.
Por similares razones, el que se mencione un comic adulto y un tebeo neoinfantil no deber¨ªa tampoco inducir a creer que los firmantes del manifiesto a favor de Tint¨ªn y los del manifiesto en contra responden luego con su propia pr¨¢ctica y respectivamente a una concepci¨®n inmadura y adulta de la historieta. Y en lo que a esto respecta, al quiosco me remito.
M¨¢s de fondo, por el contrario, me parece el tema de c¨®mo y con qu¨¦ ¨¢nimo irrumpe el cr¨ªtico Javier Coma -alma m¨¢ter de las descalificaciones contra la llamada l¨ªnea clara y la obra de Herg¨¦- en el panorama del estudio de los tebeos espa?oles a finales de los a?os setenta.
Por esas fechas, Coma, analizando la encrucijada del medio, entend¨ªa que la inexistencia de una cr¨ªtica realmente especiafizada era uno de los obst¨¢culos principales para encarar con rigor un an¨¢lisis en profundidad. La labor desplegada con anterioridad a su irrupci¨®n por individuos procedentes de otros campos de la cultura -Ludolfo Paramio entre ellos- no dejaba de resultar, a su entender, insatisfactoria, por el car¨¢cter secundario que ten¨ªa respecto a sus verdaderos quehaceres profesionales.
Pues bien, hay que reconocer a Coma su capacidad para conquistar esa parcela hu¨¦rfana de dedicaci¨®n exclusiva, as¨ª como el derroche de energ¨ªas que, desde que se fijara tal meta, ha empleado en publicar los libros y art¨ªculos que suelen acompa?ar su curr¨ªculo. De igual manera que hay que reconocer que en esa ardua tarea ha llegado a autoconvencerse de que el ¨²nico cr¨ªtico es ¨¦l y, en consecuencia, la voz m¨¢s cualificada para sancionar nuestra historieta, tal y como hemos tenido ocasi¨®n de comprobar en numerosas ocasiones: la ¨²ltima, por el momento, en su juicio de que Paranuo se ha adentrado "en un terreno que no conoce a fondo".
A todo esto vino a sumarse en su momento la aparici¨®n de una nueva publicaci¨®n, Cairo, que se presentaba como la alternativa a los restantes tebeos espa?oles. La susodicha revista y la inteligencia de Joan Navarro, su director, consiguieron conferir al producto, m¨¢s all¨¢ del inter¨¦s de sus j¨®venes autores, el car¨¢cter de ismo con que cualquier propuesta que se reviste de un matiz de ruptura irrumpe en un mercado cultural. Y fue de esa manera como empez¨® a generalizarse la definici¨®n de l¨ªnea clara -sobre la cual hay ya posturas encontradas-, en la que el aspecto m¨¢s superficial era el reconocimiento de la labor de algunos dibujantes franco-belgas -Herg¨¦, por su Tint¨ªn, a la cabeza- y de algunos autores espa?oles -Benejam o Coll, por ejemplo-, cuya recuperaci¨®n, a juicio de Coma, s¨®lo pod¨ªa hacerse desde la enajenaci¨®n de la nostalgia.
Lo que algunos no dejaron de entender como un sano y enriquecedor -por lo que de pol¨¦mico conllevaba- acicate en un panorama excesivamente calmo, otros lo recibieron con la intolerancia propia de los inseguros. Y as¨ª, pese a que el encono principal de los cairotas parec¨ªa dirigido contra sus colegas de El V¨ªbora, como la m¨¢s antag¨®nica propuesta de historieta joven, fueron otros editores y algunos dibujantes de mayor edad los que de peor manera respondieron a la iniciativa.
El que, en el campo espec¨ªfico de la cr¨ªtica, Cairo asumiera como las aportaciones m¨¢s valiosas los trabajos de ¨¢lgunos de los cr¨ªticos calificados por Coma como "no especialistas", y el que consideraran a ¨¦ste demasiado encerrado en una actitud que podr¨ªa traducirse en una continua recreaci¨®n del pensamiento la critique c'est moi, a¨²n contribuy¨® a inflamar m¨¢s el reducido ambiente del tebeo espa?ol, y como resultado -tan l¨®gico como absurdo- de todo lo antedicho surgieron las diversas bander¨ªas.
Fen¨®menos como ¨¦ste suceden en los restantes campos de la cultura, y nadie seguro de su l¨ªnea -quiero insistir en lo de seguro- pierde los estribos, pero aqu¨ª, y eso s¨ª que dice poco en favor de la consideraci¨®n adulta de la historieta, se han perdido.
La gota de agua
Lo de la exposici¨®n de Tint¨ªn, por tanto, no ha sido m¨¢s que un detonante de todo lo que, de manera exclusivamente circunscrita al terreno de los directamente interesados, ven¨ªa ya desarroll¨¢ndose, y lo de buscar un trasfondo ideol¨®gico al asunto, un bumer¨¢n que se vuelve contra los que lo arrojan, pues tan reaccionario es el Tint¨ªn en el pa¨ªs de los soviets como algunas de las obras de los autores que los acusadores de Herg¨¦ defienden, e incluso como algunas de sus propias obras.
Finalmente, me consta que, con errores y aciertos, el objetivo de los autores que han dado en llamar de l¨ªnea clara no est¨¢ en el deseo de volver nost¨¢lgicamente a otros tiempos -que supongo es a lo que se refiere Maurice Horn, o Coma al traducirle, cuando alude a la gente que "desea volver a tiempos nost¨¢lgicos" (sic)-, sino en encarar los tiempos venideros. Y con los de la l¨ªnea clara, muchos otros profesionales que siguen su andadura y a los que poco preocupa el que Maurice Horn, director de The world encyclopedia of comics, "acceda" a contestar qui¨¦nes con los mejores autores espa?oles, y el que el cr¨ªtico italiano Franco Fossati, "autor de media docena de libros", considere que el camino en que est¨¢n inmersos se halla, hablando castizamente, de capa ca¨ªda.
El trasfondo de la historia, como ven, por muchos neoinfantifismos, neodespistes y otros neos que se arguyan, tiene un toque bastante rancio.
Babelia
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