La calle
"La calle es m¨ªa" dijo Fraga, a?os ha, en un c¨¦lebre arrebato que consigui¨® incrustarse en el tejido de la historia. Y, al escucharle, las izquierdas se indignaron y reclamaron su derecho a pisar acera y a doblar esquina. La cosa fue un esc¨¢ndalo.Por entonces el personal pensaba que las manifestaciones eran una justa forma de expresi¨®n de las sociedades avanzadas. ?Qu¨¦ mejor ejercicio democr¨¢tico que el de ocupar el asfalto con pie sensato y voz pac¨ªfica? La madurez pol¨ªtica pasaba por esa gimnasia solidaria, por la democracia del bordillo.
Pues bien, no s¨¦ en qu¨¦ punto se rompi¨® la continuidad de este criterio. No s¨¦ qui¨¦n quebr¨® el espinazo colectivo. Pero lo cierto es que, ¨²ltimamente, las izquierdas oficiales parecen considerar que el manifestarse est¨¢ mal visto. Han vaciado las calles, y las derechas est¨¢n conquistando ese territorio urbano abandonado. La calle es hoy de Fraga m¨¢s que nunca.
O sea, que los ciudadanos damos miedo. Tomemos un ejemplo: la manifestaci¨®n madrile?a de apoyo a Nicaragua. El PSOE no firm¨® la convocatoria "para no llevar las tensiones a la calle", y la Federaci¨®n Socialista Madrile?a se ape¨® en marcha a ra¨ªz del atentado al general Ros¨®n. Una pena: aquel d¨ªa. yo hubiera deseado manifestarme tambi¨¦n contra el terrorismo. Pero la FSM no s¨®lo no fomenta esto, sino que adem¨¢s asume medrosas t¨¢cticas de Ogino y se lanza a una espasm¨®dica desmovilizaci¨®n de ¨²ltima hora. Y ya se sabe que el interruptus es un m¨¦todo frustrante y poco fino.
De seguir as¨ª, y "para no llevar las tensiones a la calle", pronto llegar¨¢ el momento en que nos manifestemos desde la soledad de nuestras casas. El asunto se podr¨ªa organizar a trav¨¦s de las principales tarjetas de cr¨¦dito, por ejemplo, con una m¨®dica cuota y un listado final: "Hoy se han manifestado en Madrid, en apoyo a Nicaragua, 16.321 American Express, 21.075 Visa, 4.980 Diners, 9.175 Master Charge y 2.212 tarjetas sin fondos que han sido rechazadas". Bastar¨ªa con una llamada de tel¨¦fono. F¨¢cil, limpio, controlado. Pero yo prefiero seguir creyendo que la calle es tambi¨¦n m¨ªa, que ¨¦se es prerisamente mi derecho. Y ejercerlo.
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