El crecimiento econ¨®mico australiano, clave de la ventaja laborista
Los observadores pol¨ªticos no creen en la posibilidad de una sorpresa en las elecciones legislativas anticipadas que se celebran el pr¨®ximo s¨¢bado en Australia. Desde que el primer ministro, Bob Hawke, hizo p¨²blica su decisi¨®n de disolver el Parlamento, todas las opiniones coincidieron en pronosticar una clara victoria del Partido Laborista, en el poder, de la mano del jefe de Gobierno m¨¢s popular de la historia del pa¨ªs y de un evidente crecimiento econ¨®mico durante los ¨²ltimos a?os. El argumento de la oposici¨®n liberal de que la recuperaci¨®n se ha debido al relanzamiento de la econom¨ªa norteamericana y al fin de la sequ¨ªa y sus promesas de reducir impuestos o aumentar las subvenciones a las escuelas no parecen haber calado hondo en el electorado.
Pocos analistas creen, a pesar de coincidir en que los laboristas se van a apuntar el pr¨®ximo s¨¢bado una clara victoria ante las urnas, que el triunfo vaya a ser lo suficientemente amplia como para que el partido actualmente en el Gobierno consiga mayor¨ªa absoluta en el Parlamento.La aparici¨®n con fuerza del Partido del Desarme Nuclear, apoyado de hecho por militantes del ala izquierda del laborismo y por un sector del electorado todav¨ªa por determinar pero que se estima que es amplio, ha sido una de las escasas novedades de una campa?a un tanto tediosa.
Desinter¨¦s por la pol¨ªtica
Lo cierto es que al australiano medio no le interesa la pol¨ªtica. Y si le interesa, no lo dice. Quiz¨¢ porque muchos creen, como aseguraba un viejo liberal, que gane quien gane en la contienda electoral que se disputa este s¨¢bado nada va a cambiar en realidad, "porque aqu¨ª quienes mandan son los funcionarios". Para este hombre, "a los pol¨ªticos, sean del color que sean, no les queda otro remedio que asentir a las propuestas de estos equipos de expertos y tecn¨®cratas que lo prev¨¦n todo y no dejan opci¨®n a otra soluci¨®n que la suya".
No es de extra?ar, a la vista de las circunstancias, que el 61%, de los encuestados confesara hace unos d¨ªas que en la ¨²ltima semana no hab¨ªan hablado con nadie ni de las elecciones ni de ninguno de los temas que discuten p¨²blicamente los l¨ªderes pol¨ªticos y que llenan las p¨¢ginas de los peri¨®dicos y los espacios informativos de televisi¨®n.
Para competir con los rivales liberales, que han prometido reducir considerablemente los impuestos en el caso de que lleguen al poder, el primer ministro Bob Hawke ha anunciado que, en los pr¨®ximos tres a?os, de resultar confirmado en la cita electoral del s¨¢bado, el Gobierno laborista seguir¨¢ reduciendo el d¨¦ficit p¨²blico heredado de la Administraci¨®n liberal y que el gasto p¨²blico . aumentar¨¢ por debajo del ¨ªndice de crecimiento econ¨®mico del pa¨ªs.
Esta afirmaci¨®n de Hawke ha levantado ampollas en algunos sectores de su propio partido, cansados de los constantes giros a la derecha protagonizados por su m¨¢ximo dirigente.
En definitiva, el primer ministro ofrece al electorado el continuismo de la pol¨ªtica que ha implantado en el pa¨ªs desde marzo del a?o pasado. De acuerdo con los datos facilitados por los propios laboristas, el Gobierno de Hawke ha reducido la tasa de inflaci¨®n a la mitad, ha creado un total de 270.000 puestos de trabajo, ha reducido el ¨ªndice de desempleo en casi tres puntos y ha conseguido que la econom¨ªa australiana haya logrado un crecimiento ciertamente notable, si se recuerda la recesi¨®n sufrida entre 1981 y 1983. No es de extra?ar, por tanto, que los australianos est¨¦n m¨¢s que encantados con este primer ministro que ha acabado casi de un plumazo con el clima de pesimismo y complejo de crisis que asolaba Australia a principios del a?o 1983.
Y tampoco es de extra?ar que numerosos empresarios est¨¦n contentos con el actual Gobierno, a pesar de que haya decretado el aumento casi autom¨¢tico de los salarios de acuerdo con el ¨ªndice del coste de la vida (un mecanismo similar al de la escala m¨®vil en Italia), pues ha conseguido reducir el nivel de huelgas y conflictos laborales a su nivel m¨¢s bajo desde hace nada menos que 15 a?os.
Caramelos electorales
El propio presidente de la Junta de Empresarios de Australia declar¨® recientemente que "estaba muy satisfecho" con las l¨ªneas maestras de los ¨²ltimos presupuestos generales presentados por el Gobierno y que esperaban m¨¢s del mismo tipo en los pr¨®ximos a?os.
Contra este balance y estas promesas laboristas, poco pueden hacer los liberales, y en especial su jefe de filas, Andrew Peacock, que sigue batiendo regularmente el r¨¦cord de rechazo popular en las encuestas de opini¨®n.
No le basta a la oposici¨®n con recordar que la recuperaci¨®n econ¨®mica se debe sobre todo a que se ha producido el final de una sequ¨ªa de cuatro a?os y a que se ha relanzado la econom¨ªa estadounidense. Por ello intentan atraer la atenci¨®n del electorado con promesas de disminuci¨®n sustancial de los impuestos -aunque el Gobierno ya se ha adelantado y los ha rebajado a principios de noviembre-, mayores subvenciones para las escuelas y la supresi¨®n del nuevo sistema nacional de salud, implantado por los laboristas entre las protestas de numerosos m¨¦dicos que ven amenazados sus ingresos.
En cualquier caso, la presentaci¨®n del programa electoral liberal decepcion¨® a algunos de sus seguidores naturales. La misma C¨¢mara de Comercio australiana calific¨® el conjunto de promesas de "bolsa de caramelos para capturar votos" y acus¨® al l¨ªder conservador de falta de una verdadera l¨ªnea pol¨ªtica coherente.
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