Italia, clave para conseguir un acuerdo en el 'problema' del vino
?Aceptar¨¢ Bettino Craxi el sacrificio importante que supone renunciar al crecimiento de la producci¨®n vin¨ªcola italiana? En resumidas cuentas, de la respuesta a esta pregunta depende la cumbre de Dubl¨ªn. Francia exige la reforma del sistema vitivin¨ªcola en toda la CEE. Pero desde que qued¨® sentado el principio en la cumbre de Fontainebleau, la pelota ha pasado de mano en mano: primero a los ministros de Agricultura, luego a los de Exteriores, para acabar finalmente en los jefes de Estado y de Gobierno, que no pueden ir m¨¢s all¨¢ de fijar grandes principios, que sus inferiores habr¨¢n luego de detallar. "Les dijimos a los italianos que era mejor negociar con nosotros los expertos", dijo un brit¨¢nico el pasado jueves, "que con Thatcher, que a estas alturas seguramente no sabe nada de la producci¨®n de vino en la CEE".Sin embargo, hay esperanzas. En unos meses Italia ha pasado de rechazar pura y simplemente una reforma del r¨¦gimen vitivin¨ªcola a discutir sus modalidades. El ¨²ltimo compromiso presentado por la presidencia irlandesa recoge medidas de limitaci¨®n de derechos de replantanci¨®n de vi?edos, que la RFA no aprecia.
Recoge tambi¨¦n la idea de la destilaci¨®n obligatoria (pagada a un 50% o 40% del precio de orientaci¨®n). Francia desea que esta destilaci¨®n se desencadene cuando se cumpla una de las tres condiciones o par¨¢metros siguientes: existencias superiores a cuatro meses de uso (el ¨²nico criterio que acepta Italia); ca¨ªda de precios en el mercado por debajo de un 82% del precio de orientaci¨®n, o cosecha superior en un 6% al consumo actual, que representa unos 100 millones (la cifra podr¨ªa subirse hasta 104 millones) de hectolitros para los diez. (Para los doce, siempre en vino de mesa, esta cifra ser¨ªa de 125 millones de hectolitros, lo que, seg¨²n expertos espa?oles, no es desfavorable para Espa?a.)
Luego se plantea la distribuci¨®n de esto que equivale a techos de producci¨®n (o de las cantidades destiladas): Francia quiere un reparto por pa¨ªses e Italia lo quiere por regiones, con un reparto posterior en base a los productores seg¨²n el rendimiento por hect¨¢rea. Se apunta a la posibilidad de salir de este atolladero hablando de zonas vit¨ªcolas. El sur de Francia -productor de excedentes- e Italia ver¨ªan sus regiones sometidas a lo que se ha venido en llamar una "contingentaci¨®n transnacional de la sanci¨®n".
Y hay la prohibici¨®n, en la que Italia insiste, del uso del az¨²car para enriquecer el caldo, cuesti¨®n que afecta directamente a la RFA y a Luxemburgo, y a la cual, naturalmente, se oponen, por lo que el debate no est¨¢ s¨®lo entre Par¨ªs y Roma. Finalmente, puede triunfar una combinaci¨®n de criterios, con una ayuda adicional a la reforma de las estructuras vin¨ªcolas que apaciguara a los italianos.
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