Econom¨ªa valenciana, ?qu¨¦ milagro?
Dada la penuria de estad¨ªsticas regionales que padecemos y su retraso, s¨®lo es posible dar cifras como ¨¦sas apoy¨¢ndose en las pinceladas impresionistas que proporcionan algunos indicadores. Los resultados pueden parecer brillantes, pero no proporcionar una representaci¨®n aceptable de la realidad.El argumento b¨¢sico de quienes defienden la tesis de la expansi¨®n espectacular de la econom¨ªa valenciana consiste, supongo, en encontrar simult¨¢neamente la importancia de la aportaci¨®n del sector exterior al crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) espa?ol, tanto en 1983 como en lo que llevamos transcurrido de 1984, as¨ª como la mayor orientaci¨®n exportadora de la econom¨ªa valenciana. Desde luego, aunque la apertura externa de esta regi¨®n econ¨®mica fuera el doble que la espa?ola -lo que no es el caso-, ello no sugerir¨ªa un crecimiento del 6%, sino del 4% en 1983.
La evoluci¨®n de la ocupaci¨®n, con la hip¨®tesis de que la productividad haya seguido una marcha an¨¢loga a la espa?ola, no justificar¨ªa tampoco entre Espa?a y la Com¨²nidad Valenciana diferenciales de crecimiento del producto superiores al 1%. Pero los partidarios del milagro valenciano observan con incredulidad las cifras de paro y hablan de econom¨ªa sumergida. Cierto que la hay, pero ?cu¨¢nta? ?Para explicar saltos del 2% en la tasa de crecimiento del producto agregado?
Si el inter¨¦s por responder cuestiones como ¨¦stas conduce al lector a analizar los m¨¢s elementales agregados de la econom¨ªa valenciana, tendr¨¢ la impresi¨®n de estar frente a una maqueta a escala 1:10 del conjunto espa?ol: sus estructuras productivas no presentan diferencias llamativas en lo que se refiere a grandes sectores, la tasa de desempleo valenciana oscila alrededor de la media estatal, y lo mismo sucede con el nivel de renta y su evoluci¨®n reciente. No ser¨ªa tampoco razonable, por consiguiente, afirmar sin m¨¢s que las variables habitualmente ufilizadas para acercarse a las caracter¨ªsticas de una econom¨ªa* y,marcar sus diferencias conrespecto a otras utilizadas como referencia sugieran ning¨²n tipo de triunfalismo.
Un viejo debate
A principios de los setenta, coincidiendo con el comienzo de la crisis, tuvo lugar en Valencia un vivo debate acad¨¦mico y period¨ªstico, con ribetes de inter¨¦s pol¨ªtico, en el extra?o, marco que para cualquier pol¨¦mica proporcionaban los ¨²ltimos a?os del franquismo. El tema era el que ahora se replantea en un contexto distinto: interpretar la reciente evoluci¨®n de la econom¨ªa y la sociedad valeiwianas y proyectar el diagn¨®stico hacia el futuro.
Aquellas discusiones de hace 10 a?os significaron la aportaci¨®n de valiosos elementos interpretativos que, aunque hubieron de ser construidos sobre una base estad¨ªstica mucho m¨¢s endeble que la actualmente existente, impulsaron -la realizaci¨®n de numerosos trabajos de investigaci¨®n. Hoy disponemos de m¨¢s datos y materiales y han cambiado las circunstancias econ¨®micas de manera tan notable que exigen volver a discutir casi todos los problemas. Sin embargo, ahora que el r¨¦gimen democr¨¢tico y la recuperaci¨®n de la Generalitat proporcionan un marco institucional sustancialmente diferente, el debate parece haber languidecido.
En los an¨¢lisis del per¨ªodo de expansi¨®n de los sesenta, el tema central era la interpretaci¨®n de un proceso industrializador coincidente en el tiempo con el de la econom¨ªa espa?ola, pero que se pro dujo a partir de ciertos n¨²cleos artesanales preexistentes, en convi vencia pac¨ªfica con enclaves de grandes instalaciones de iniciativa for¨¢nea (en ocasiones, multinacional Ford, IBM). La producci¨®n se orient¨® hacia la fabricaci¨®n de bie nes de consumo, con escasas co nexiones interindustriales en la misma regi¨®n, y fue acompa?ada de una marcada especializaci¨®n comarcal: cer¨¢mica y azulejos, en Castell¨®n de la Plana; juguetes, en la Foia de Castalla; calzado, en el valle del Vinalop¨®; industria de alimentaci¨®n, en la ribera del X¨²quer; textiles, en los valles de Alcoy y Albaida; transformados met¨¢licos, madera y mueble, en la huerta de Valencia. Sin embargo, este ¨¦nfasis, puesto con frecuencia ,en especializaci¨®n en el consumo, debe ser revisado analizando de nuevo las estad¨ªsticas.
Dejando al margen la reflexi¨®n hist¨®rica sobre el papel desempe?ado por la agricultura en la definici¨®n de algunas de las condiciones del despegue industrial uno de los n¨²cleos de la discusi¨®n lo constituy¨® la interpretaci¨®n del tipo de empresa y empresario que hab¨ªan resultado del proceso y la importancia de que la cualificaci¨®n de la mano de obra que ofrec¨ªa inicialmente la agricultura intensiva se hubiera visto multiplicada durante un largo per¨ªodo de expansi¨®n econ¨®mica por la experiencia en el trabajo industrial.
10 a?os despu¨¦s
Transcurridos 10 a?os de crisis, las circunstancias han variado demasiado para no replantearse muchas de las cuestiones entonces debatidas y a?adir.otras m¨¢s. Las ventajas atribuidas al modelo valenciano no eran tales; a la vista de los problemas existentes. Ahora, ante preguntas relevantes sobre cu¨¢les son las posibilidades, en qu¨¦ se apoyan, qu¨¦ resultados se est¨¢n obteniendo o qu¨¦ hay que hacer para mejorarlos, no conviene improvisar las respuestas, aunque ¨¦sa sea la tentaci¨®n tanto de quienes tienen prisa en presentar realizaciones como de los que, porque en cierta ocasi¨®n leyeron unos cuantos libros, quieren tener ya siempre respuesta para todo.
Para ello es necesario que los investigadores se lancen de una vez sobre una gran cantidad de cuestiones concretas o hagan un esfuerzo por gonectar directamente con los agentes econ¨®micos capaces de enriquecer con m¨²ltiples perfiles sus informaciones. Paralelamente, es necesario tambi¨¦n que los hombres pr¨¢cticos rompan determinadas barreras y esperen m¨¢s resultados de las reflexiones y discusiones p¨²blicas. No es indiferente para sus intereses cu¨¢l sea el nivel de las mismas, y la pretensi¨®n de estar exentos de cualquier influencia intelectual les mantendr¨¢, como advirtiera Keynes, esclavos sin saberlo de alg¨²n economista difunto.
Probablemente para quienes desear¨ªamos conocer el funcionamiento de la econom¨ªa valenciana, al menos tan precariamente como se conoce la espa?ola, muchos de los interrogantes conducen a la necesidad de mejorar las estad¨ªsticas y realizar multitud de investigaciones espec¨ªficas. Pero conviene discutir tambi¨¦n, en ambos campos, sobre las prioridades para no poner el carro delante de los bueyes. No se puede hablar del modelo valenciano de los, a?os ochenta si no se introducen en el mismo algunas piezas clave.
Para empezar, cualquier interpretaci¨®n que pretenda diagn¨®sticos de conjunto debe incorporar inexcusablemente -como lo es para la econom¨ªa espa?ola, pero ¨¦se es otro tema- el hecho de que cerca del 60% del valor de la producci¨®n y casi el 50% del empleo est¨¢n en los servicios.
Esta realidad exige una profunda reflexi¨®n. Por las heterog¨¦neas actividadesdel terciario pasa la dinarnizaci¨®n eficiente de los dem¨¢s sectores -a trav¨¦s de las actividades transmisoras de informaci¨®n- y buena parte de las posibilidades de mantenimiento de la demanda agregada, acceso al trabajo y reparto del mismo. Saber escoger las actividades espec¨ªficas de producci¨®n de servicios -intermedios y finales- puede ser clave en el futuro de la econom¨ªa valenciana. Ello implica, efectivamente, a las administraciones p¨²blicas en algunos casos, pero tambi¨¦n a multitud de agentes econ¨®micos individuales y sociales que inevitablemente habr¨¢n de enfrentarse, de grado o por fuerza, con este reto de la modernizaci¨®n. Pero hay otros muchos temas, como el del papel de una agricultura que s¨®lo significa ya el 6% del valor de la producci¨®n y el 15% del empleo, pero que pesa el 40% en las exportaciones agr¨ªcolas espa?olas y ha pasado en pocos a?os a utilizar m¨¢s del 15% de la superficie con t¨¦cnicas de cultivo protegido. Conviene interrogarse tambi¨¦n sobre el futuro de un sector construcci¨®n sobredimensionado, con m¨¢s de un 30% de paro y notablemente intervenido, y preguntarse cu¨¢les son los l¨ªmites del canto gen¨¦rico a las ventajas de las peque?as y medianas empresas, que no han -resistido tan bien los envites de las crisis como algunos predec¨ªan y tienen numerosas dificultades para asimilar tecnolog¨ªa, formar cuadros, mantener redes comerciales estables, etc¨¦tera. Resulta inevitable volver a interrogarse por los perfiles del empresario valenciano, del que todav¨ªa se ha escrito poco. Seg¨²n desde qu¨¦ perspectiva se le enfoca, brilla su capacidad exportadora o apar¨¦cen las sombras de la falta de estructura de sus organizaciones y la debilidad hist¨®rica de su proyecci¨®n social. Esta circunstancia est¨¢ estrechamente ligada a la razonable preocupaci¨®n, en determinados c¨ªrculos empresariales, por la falta de reconocimiento de la importancia que tiene para la evoluci¨®n de la econom¨ªa la existencia de iniciativas empresariales. Pero esta cuesti¨®n no puede separarse de otra: ?en qu¨¦ planteamientos, en qu¨¦ actitudes p¨²blicas han de reconocer a los empresarios valencianos como emprendedores y a la totalidad de los ciudadanos? ?Cu¨¢l es, de hecho y de palabra, su respuesta a la crisis? ?Est¨¢n interesados en presentarse a la sociedad valenciana defendiendo una v¨ªa de adaptaci¨®n activa, y no pasiva, a las nuevas circunstancias, basada en la negociaci¨®n, y no en la confrontaci¨®n?
Junto a estos problemas, y con frecuencia en medio de ellos, est¨¢ la cuesti¨®n del papel a desempe?ar por las distintas administraciones p¨²blicas.
La presencia de la Administraci¨®n, cuyo ¨¢mbito espacial de actuaci¨®n coincide con la regi¨®n econ¨®mica, introduce una novedad sustancial, porque la Generalitat pretende dise?ar en determinadas ¨¢reas una pol¨ªtica econ¨®mica espec¨ªficamente valenciana: prestaci¨®n de servicios p¨²blicos, coordinaci¨®n de inversiones de las diferentes administraciones, impacto espacial de las mismas y ciertos aspectos de lo que podr¨ªa denominarse pol¨ªtica de oferta.
Las ideas, tanto cuando est¨¢n equivocadas como cuando son correctas, son m¨¢s poderosas de lo que com¨²nmente se cree. Por esa raz¨®n, en la convocatoria del I Congreso de Econom¨ªa Valenciana se considera que los problemas arriba planteados, y otros muchos, no son s¨®lo cuestiones para los estudiosos, ni siquiera exclusivas de los profesionales. Afectan directamente a las decisiones de muchos agentes econ¨®micos, y su presencia en el debate ser¨ªa enriquecedora. No es la defensa abierta de los intereses o los puntos de vista lo peligroso, sino la falta de ideas. Lo importante, en estas circunstancias, es tenerlas para hacer crecer la producci¨®n, defendiendo la competitividad, de manera que se vaya vaciando continuamente esa bolsa de 250.000 parados. Esa cifra s¨ª la conocemos, otras no.
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