La destrucci¨®n o Aleixandre
Le¨ª Pasi¨®n de la tierra, poemas en prosa, uno de los primeros libros de Vicente (el nombre de pila, sin m¨¢s, se torna respetuoso, m¨ªtico, en los grandes), en la ma?ana del 8 de diciembre de 1954, fiesta de la Inmaculada Concepci¨®n de Mar¨ªa., Todav¨ªa puedo repetir algunos p¨¢rrafos: "Las viejas respiran por sus encajes". Y no se me diga que esto es una greguer¨ªa, porque, a la inversa, puede decirse que las greguer¨ªas son la versi¨®n madrile?a del metaforismo surrealista y vanguardista, de Apollinaire a Reverdy (esto lo explico un poco m¨¢s claro, tampoco mucho, en mi libro Ram¨®n y las vanguardias).
Todo el 27 viene de Juan Ram¨®n, claro. Pero viene m¨¢s como ¨¦tica est¨¦tica que como est¨¦tica pura. Juan Ram¨®n es un poeta transido, de emoci¨®n inmediata (por mucho que corrigiese), y el 27 es una generaci¨®n de emociones pasadas por la cabeza, distanciadas de la autobiograf¨ªa, aunque sean -y c¨®mo no- autobiogr¨¢ficas. A Vicente Aleixandre lo hab¨ªa le¨ªdo yo en poemas sueltos -poemas de Sombra del para¨ªso, en ?nsula-, pero me entr¨¦ en ¨¦l plenamente con La destrucci¨®n o el amor y Espadas como labios. "Vimos gruesas serpientes dibujar su pregunta". "Se quer¨ªan, sabedIo, entre la primavera". Etc¨¦tera. Aleixandre siempre me explic¨® que su iniciaci¨®n en la poes¨ªa se la debi¨® a D¨¢maso Alonso, y que su primer enceguecimiento po¨¦tico fue Rub¨¦n Dar¨ªo. Mucho m¨¢s tarde he comprendido que la m¨²sica de Rub¨¦n (que es la de Baudelaire, que es la de Hugo, etc¨¦tera, en un etc¨¦tera retrospectivo), pone a¨²n su viril estruendo en el verso libre de VA. ?Verso libre? A Aleixandre, como a Neruda y otros grandes versolibristas, les rige el endecas¨ªlabo de Garcilaso y el alejandrino de Baudelaire. S¨®lo que los endecas¨ªlabos, en el verso libre, van por dentro.
En cuanto al sistema de asociaciones o "juego de lo uno en lo otro", como dec¨ªan los surrealistas, con quien m¨¢s concomita Aleixandre es con Eluard y Andr¨¦ Breton. Pero el surrealismo franc¨¦s adolece de un cierto laconismo que le viene del automatismo (m¨¢s te¨®rico que practicado), mientras que la confesada fecundaci¨®n de Rub¨¦n inunda para siempre a Aleixandre de armon¨ªas, extensiones, plenitudes, paralelismos y cadencias, m¨¢s esa o disyuntiva que ¨¦l aporta a la lengua espa?ola, y que es nada menos que una forma nueva de establecer relaciones entre las cosas. As¨ª como el Nobel de Juan Ram¨®n fue el Nobel a la Espa?a del exilio, el de Aleixandre fue el Nobel al exilio interior, dos premios acertadamente corporalizados en dos poetas exentos y decisivos.
Adolescencia cruel
Durante la adolescencia cruel y madrile?a, le hice algunas visitas a Vicente Aleixandre, en la calle de su nombre, que a¨²n no lo ten¨ªa, y siempre lo encontr¨¦ tendido, como en una siesta perpetua, l¨²cida, cordial, expresiva, con juego de manos sensitivas y luz de ojos claros andaluces (son mucho menos andaluces los ojos oscuros). Yo creo que la prematura y obligada horizontalidad de buena parte de su vida le dio a Aleixandre esa concepci¨®n apaisada del mundo y del verso. No se ve lo mismo la vida, ni va igual el coraz¨®n, enhiesto que tendido. Tambi¨¦n visit¨¦ al poeta en Miraflores de la Sierra. Paseamos por el pueblo y nos hicimos una foto junto a un grueso ¨¢rbol centenario. "Este es el paisaje de La destrucci¨®n o el amor". Vicente, en aquel verano de los 70, estaba entre mayor ingl¨¦s retirado y enfermo cr¨®nico y l¨ªrico. Dentro de su generaci¨®n hay tres surrealistas fundamentales: Lorca, Cernuda y ¨¦l mismo. ?l siempre rechaz¨® lo de "surrealista", pero lo es en la medida en que los surrealistas no lo son: quiero decir que el surrealismo es un sistema metaf¨®rico nuevo, el m¨¢s audaz desde Petrarca, y que lo de la escritura autom¨¢tica, que Aleixandre siempre rechaz¨®, s¨®lo se da en los inicios del movimiento surreal: textos conjuntos como La Sagrada Familia. El surrealismo de Lorca (a m¨ª me parece m¨¢s surrealista el Romancero gitano que Poeta en Nueva York, y creo que lo digo en mi lontano libro sobre el poeta de Granada) es vital, directo, inmediato, casi narrativo. El de Cernuda (primera ¨¦poca) queda m¨¢s cercano del de Aleixandre, s¨®lo que Cernuda lo abandona pronto. Vicente Aleixandre, pr¨¢cticamente no ha tenido otra escritura fundamental que la surrealista, incluso en sus libros m¨¢s expl¨ªcitos, como el ya citado Sombra del para¨ªso. En VA apenas hay narrativismo, como. en Lorca, sino una primera idea po¨¦tica desarroll¨¢ndose en lentas cadencias, en armoniosas espirales, en luminosas landas del idioma. Aleixandre tiene poco que contar o sabe que el poeta, en cada poema, debe contar una sola cosa, y contarla de manera que no quede contada. El idioma, pues, y la pastoral salvaje o beat¨ªfica de su largo verso, es lo que remite el poema a s¨ª mismo, por lo que ha podido decirse que Aleixandre era un poeta de elaboraci¨®n m¨¢s que de confesi¨®n. Desde hace muchos a?os vengo pidiendo el Nobel para ¨¦l, aunque sospecho que no se lo dieron por eso.
La influencia del poeta sevillano/malague?o fue muy grande en Espa?a y Am¨¦rica durante tres d¨¦cadas. Todo lo que nos llegaba de Am¨¦rica, entre los 40 y los 60, sonaba a Aleixandre o a Neruda. (Ahora las cosas se han vuelto del rev¨¦s, que quiz¨¢ sea el derecho.) ¨²ltimamente nos ve¨ªamos en la cl¨ªnica del gran oftalm¨®logo Garc¨ªa Castell¨®n, y habl¨¢bamos de nuestros ojos y vejeces. Pero en sus ojos enfermos a¨²n hab¨ªa una luz "no usada", de para¨ªso sobre el que comenzaba a caer la sombra, de amor sobre el que comenzaba a caer la destrucci¨®n.
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