El catamar¨¢n franc¨¦s 'Fleury Michon' vence en la Ruta del Descubrimiento
ENVIADO ESPECIAL El catamar¨¢n franc¨¦s Fleury Michon fue el vencedor de la Ruta del Descubrimiento al arribar al puerto de Santo Domingo a las 3.15 de hoy (hora de Madrid) Charante Maritime le secund¨® a unos tres minutos de diferencia. El rinal de la regata fue extremadamente competido, ya que ambas embarcaciones navegaron a la vista una de otra durante las ¨²ltimas millas de la traves¨ªa. Las tripulaciones respectivas, en momentos de gran tensi¨®n ante la proximidad del objetivo ansiado, realizaron un postrer esfuerzo supremo por alcanzar en primera posici¨®n el puerto de la capital dominicana.
Las 48 horas siguientes a la corriente del viernes por la noche han sido de calma absoluta 1.100 millas (1.980 kil¨®metros) al oeste de las islas Canarias. Esta ausencia de viento no hace sino provocar los ya cansados ¨¢nimos en los barcos que a¨²n se encuentran a medio camino de su traves¨ªa del oc¨¦ano Atl¨¢ntico. En este punto los hombres de Col¨®n tambi¨¦n comenzaron a padecer incertidumbre ante el futuro que les aguardaba tras 12 d¨ªas de navegaci¨®n sin ver tierra. Por aquel entonces entraban en el mar de los Sargazos.Las tripulaciones recibieron por radio, el domingo por la noche, la comunicaci¨®n de la llegada del Reury Michon a San Salvador. La oyeron con asombro, pero la incredulidad fue absoluta cuando echaron cuentas y vieron que hab¨ªa realizado una media de 12 nudos (21,6 kil¨®metros por hora), velocidad que ni siquiera algunos monocascos han logrado alcanzar con puntas de fuerte viento.
Los patrones piensan que esa media realizada por el catarnar¨¢n franc¨¦s indica que ha sido capaz de navegar incluso en ocasiones a una velocidad mayor que la del propio viento, puesto que han predominado las encalmadas, y que, aprovechando los vientos atemporalados, ha tenido que alcanzar velocidades m¨¢ximas por encima de los 40 nudos (72 kil¨®metros por hora), muy superiores a las que son capaces de alcanzar los buques m¨¢s r¨¢pidos del mundo.
Todos estos c¨¢lculos resultan a¨²n m¨¢s sarc¨¢sticos cuando se est¨¢ en mitad del oc¨¦ano Atl¨¢ntico, atrapado por una calma que ha durado dos d¨ªas.
Resulta humanamente l¨®gico que, despu¨¦s de haber estado horas, d¨ªas enteros, cambiando constantemente el trapo de los barcos y variando el rumbo para hacer frente con cierta prudencia al paso de los chubascos atemporalados, las tripulaciones de las regatas se amotinen interiormente.
Los ¨¢nimos est¨¢n bajos. Ante la calma no cabe otra actitud que cruzarse de brazos y aprovechar para dormir o tomar en cubierta el sol, que en estas latitudes ya s¨ª calienta, hasta la llegada de un nuevo chubasco que origine viento y, de nuevo, tener que hacer frente a las dificultades. Pero lo peor es que, navegando as¨ª, a intermitencias, parece que Am¨¦rica nunca va a llegar.
Los Sargazos
Hace 492 a?os, en este mismo punto, el 16 de septiembre, los hombres de Col¨®n tambi¨¦n comenzaron a preocuparse: "Como encontraban el viaje largo y estaban muy alejados de puerto, empezaron a murmurar sobre la expedici¨®n y quienes los hab¨ªan llevado a ese lugar". Pero el motivo de su procupaci¨®n se produc¨ªa porque se hallaban en el mar de los Sargazos. Porque, como recoge Las Casas en su Historia de las Indias, "cuando vieron gran abundancia de hierba por la proa, empezaron a temer que fueran rocas o tierra a la deriva; pero, cuando comprobaron que los nav¨ªos pod¨ªan pasar sobre los lechos de hierba, se aliviaron, aunque no del todo".La tranquilidad relativa lleg¨® a los hombres de Col¨®n porque pensaron que la abundancia de hierba ten¨ªa que deberse a haber sido despegada de tierra, por lo que se deduc¨ªa que esta ten¨ªa que encontrarse pr¨®xima.
Pero Col¨®n no hizo saber sus pensamientos "porque la tierra firme estaba algo m¨¢s adelante". Dej¨® que sus hombres disfrutaran de los aires templad¨ªsimos que encontraron de all¨ª en adelante -"que es placer grande el gusto de las ma?anas, que no falta sino o¨ªr ruise?ores, y es el tiempo como abril en Andaluc¨ªa"- y olvidaron los "tramos de fuego" que hab¨ªan ca¨ªdo en la mar la noche anterior y que hab¨ªan causado alarma por creer que iban camino de un rumbo desgraciado.
Casi 500 a?os despu¨¦s, los participantes en la regata no ven en los meteoritos el anuncio de sus desgracias, pero no por ello dejan de lamentarse. Les queda el consuelo, como a los hombres de Col¨®n, de disfrutar de esos aires tan templados, lo que, bien mirado, no es poco.
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