M¨¢s all¨¢ del recargo
El recargo del 3% sobre el IRPF que afectar¨¢ a los ciudadanos de la Comunidad de Madrid es -seg¨²n el autor de este art¨ªculo- una medida progresiva que resulta del Estado de las autonom¨ªas. Joaqu¨ªn Leguina defiende este nuevo impuesto argumentando que sus detractores -entre los que se?ala a EL PAIS- mantienen una posici¨®n neocentralista.
El Parlamento vasco aprob¨® su Ley 23/1983, de 27 de octubre, que supon¨ªa un recargo sobre el impuesto de la renta (IRPF), y el asunto no mereci¨® excesiva atenci¨®n jur¨ªdica, ni cr¨ªtica pol¨ªtica alguna.En el mes de diciembre de 1983, 637 municipios espa?oles votaron recargos sobre el IRPF, alcanzando en muchos casos niveles nada despreciables: cerca de 50 de ellos impusieron recargos superiores al 10%.
Reducci¨®n de tasas
En el mes de noviembre de 1984, la Comunidad Aut¨®noma de Madrid, impulsada por representantes municipales que alcanzan a M¨¢s del 90% de los habitantes de la regi¨®n, presenta un proyecto de ley creando un Fondo de Solidaridad Municipal, que habr¨¢ de financiarse parcialmente con un recargo del 3%. sobre la cuota l¨ªquida del IRPF. Los ayuntamientos implicados en la iniciativa se comprometen a reducir o eliminar sus anticuadas tasas. En concreto, el Ayuntamiento de la Villa de Madrid retirar¨¢ las tasas de basuras y alcantarillado, lo que representa unos 7.200 millones de pesetas que no ser¨¢n pagados por los contribuyentes (una media de unas 9.000 pesetas por familia). En otras palabras: el recargo no exigir¨¢ un mayor esfuerzo fiscal, y el fondo, que se nutre de otros recursos fuera del recargo, permitir¨¢ una redistribuci¨®n y, lo que es tan significativo, mayores inversiones p¨²blicas en una regi¨®n, la madrile?a, batida por dos grandes problemas: el paro y la falta de infraestructuras derivadas de una inmigraci¨®n masiva en a?os pasados e importante a¨²n, regi¨®n necesitada, por tanto, de inversiones p¨²blicas y privadas lo m¨¢s abundantes posible. De repente, cual si de rabo de gato se tratase, ocurre una desmedida respuesta y, entre otros eventos, un matutino independiente, en este caso tambi¨¦n de la raz¨®n y la mesura, dedica cuatro editoriales a tan magno asunto. Toda la Prensa diaria ha incluido p¨¢ginas de opini¨®n al respecto y han abundado, en los media menos moderados, insultos, descalificaciones e injurias. ?Por qu¨¦?
Ello no se debe a que el mentado recargo sea un ataque despiadado contra el bolsillo del ciudadano normal, pues se prev¨¦ que en torno al 85% de los vecinos de Madrid pagar¨¢n menos, caso de aprobarse la ley, que sin su existencia. Indicio fehaciente del presente aserto es que ning¨²n medio escrito, con escasas excepciones, ha informado de cu¨¢nto habr¨¢ de pagarse por tan terror¨ªfico recargo. Alguien podr¨ªa pensar mal¨¦volamente que quienes cumplen la alta responsabilidad de editorializarnos se han sentido agredidos en sus propias carteras, puesto que disponen de altas rentas, pero tal pensamiento ser¨ªa mezquino.
Tampoco se han de explicar las desmesuras porque la ley invada la autonom¨ªa municipal. Autonom¨ªa defendida con nuevo af¨¢n por quienes siempre la ignoraron, en tanto que los mun¨ªcipes se muestran partidarios del sistema que la denostada ley propone.
Asimismo, dif¨ªcilmente pueden deberse tan briosos ataques a la fantasmag¨®rica inconstitucionalidad de la ley, y ello por dos razones. Una, porque ya hay precedente: el recargo vasco, no recurrido por nadie ante el Tribunal Constitucional; y dos: ?qui¨¦n puede sostener, en contra de la LOFCA, que los ayuntamientos s¨ª pueden poner recargos y las comunidades aut¨®nomas no?
Podr¨ªa arg¨¹irse, -quiz¨¢, que el nuevo sistema no es lo suficientemente progresivo, pero los convertidos o reconvertidos a tales progresos, o se muestran incapaces de dar una alternativa progresista y viable al ya repetido recargo, o caen, pese a las a?osas siglas pol¨ªticas que las acompa?an, en posiciones simplemente retr¨®gadas desde el punto de vista fiscal, s¨®lo explicables por el escaso nivel t¨¦cnico de quienes se atreven a escribirlas y publicarlas.
Un hecho nuevo
Habr¨¢ alg¨²n que otro motivo pol¨ªtico para tan colosales ataques Surgen, al caso, varias explicaciones. Una es clara: la derecha est¨¢ en la oposici¨®n y, l¨®gicamente, se opone a toda iniciativa del Gobierno regional. Pero, ?de d¨®nde le viene este inesperado apoyo en medios m¨¢s templados y por tanto con m¨¢s capacidad para crea opini¨®n?
Algunos defensores sinceros de sistema democr¨¢tico se resisten a aceptar un hecho nuevo y dificil mente reversible, la existencia de las comunidades aut¨®nomas; este neocentralismo, visible no s¨®lo en el cuarto poder, sino tambi¨¦n en los otros; admiten, "porque no hay m¨¢s remedio", las autonom¨ªas vasca y catalana; con tapujos, la gallega, y consideran que el resto es un invento, y con m¨¢s precisi¨®n, en el caso de la Comunidad de Madrid: "Un invento incomprensible". Que tal oposici¨®n no tenga nada de racional y que arremeta de frente contra la Constituci¨®n y las leyes no parece importar a tales predicadores, que, cuando ejercen desde algunos p¨²lpitos, se ponen en trance y levitan nimbados de divina luz, blandiendo su espada flam¨ªgera.
Causas
Generalmente, un fen¨®meno tiene varias causas, pero en este caso concreto no parece exagerado postular que el principal rechazo se debe a que una instituci¨®n se decide a ejercer sin tener en cuenta si est¨¢n servidos o negados el pan y la sal de que disponen los titulados l¨ªderes de opini¨®n.
Las leyes, el ej¨¦rcito, los jueces, la polic¨ªa y... los impuestos han representado, desde que se tiene memoria, la expresi¨®n del Estado o, con m¨¢s precisi¨®n, del poder. ¨²ltimamente, a tales s¨ªmbolos se ha unido la televisi¨®n como representaci¨®n suma de algo que, para entendernos malamente, puede denominarse informaci¨®n. Pues bien, en este asunto ha acabado por mezclarse el susodicho invento audiovisual, y ello no a prop¨®sito de la ley que se trata, sino de la capacidad legal que tiene la autonom¨ªa de Madrid para crear un canal propio, y aqu¨ª entran en juego intereses pol¨ªticos y dineros contantes. Es ¨¦sta otra parte de la presente historia de la que se podr¨ªa escribir m¨¢s largo y m¨¢s oblicuo.
No parece, si uno lo piensa con serenidad, que sea s¨®lo el tantas veces repetido recargo el que da lugar a la pol¨¦mica; es m¨¢s bien el l¨®gico temor a lo nuevo y, en concreto, al ejercicio como tal de una nueva instituci¨®n, cuyo asentamiento depender¨¢ en gran medida no de estos pol¨¦micos discursos, sino de la utilidad de su acci¨®n para los ciudadanos.
es presidente de la Comunidad Aut¨®noma de Madrid.
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