Rutina
Hace a?os que realiza el mismo recorrido. Eso es lo peor, es lo mas duro. Acaba de cumplir las bodas de plata con el banco. Un cuarto de siglo ya trabajando mas o menos en el mismo lugar, mas o menos con la misma gente y mas o menos haciendo lo mismo. Pero lo del banco tiene un pasar. Empez¨® muy joven y en este tiempo ha cambiado varias veces de mesa y otras tantas de categor¨ªa. Es rutina, s¨ª, pero rutina disfrazada. Ademas esta el caf¨¦ a media ma?ana con los compa?eros, y el charlar de las peque?as novedades del dia a dia. Por ejemplo, a veces gana el Atl¨¦tico de Madrid y a veces pierde. En fin, se va tirando.Lo verdaderamente insoportable es el trayecto. Porque la vida dom¨¦stica tampoco es una aventura trepidante, pero alg¨²n sobresalto s¨ª que tiene. Cuando nacieron los ni?os, por ejemplo, o cuando empezaron a independizarse, que en eso andan ahora, en marcharse a vivir solos y en discutirle todo durante todo el tiempo. 0 sea, que tambien lo dom¨¦stico posee un camuflaje de ajetreo.
S¨ª, el cansancio reside en ese recorrido tan tedioso. Al principio, cuando se compr¨® el primer coche, aquel seiscientos de hace casi 20 a?os, la cosa resultaba divertida. Era el placer de conducir, tan novedoso. Y ademas el tr¨¢fico era muy fluido. En un cuarto de hora se plantaba en el banco. Ahora tarda 45 minutos en llegar y 45 minutos en volver. En todal, una hora y media. Hora y media perdida de su vida cada dia. Hora y media encerrado en el coche, deteni¨¦ndose en los mismos sem¨¢foros, doblando las mismas esquinas, desesper¨¢ndose en los mismos atascos, contemplando el mismo y limitado panorama. Porque el paisaje del conductor carece de cielo y consiste en un puro pedazo de asfalto, unos faros, el culo de un veh¨ªculo. A veces, cuando esta atrapado en un tap¨®n de tr¨¢fico, el aburrimiento le revienta por dentro y parece pringarlo todo, el banco, la casa, la mujer, los hijos, la vida, su vida entera.
S¨®lo tiene 46 a?os. Le quedan 20 mas de ir y venir. Eso es lo mas desquiciante, lo angustioso. Porque atrapado en ese congelado mar de chapa y gasolina s¨®lo existe la sinraz¨®n, la futilidad y la rutina.
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