TRIBUNA LIBRE Las conversaciones de Ginebra
La pr¨®xima reanudaci¨®n de las conversaciones so bre limitaci¨®n de armamentos en Ginebra entre Estados Unidos y la Uni¨®n Sovi¨¦tica plantea una serie de problemas que el autor de este trabajo enurnera: entre otros, la distinci¨®n entre armamento nuclear de alcance medio y el estrat¨¦gico, la eventual mora toria en el despliegue de los ' misiles norteamericanos en Europa, la guerra de las galaxias y la necesidad rec¨ªproca de garantizar la existencia de santuarios, tanto propios como aliados.
Estados Unidos y la Uni¨®n Sovi¨¦tica han anunciado ya que van a volver a la mesa de negociaciones sobre limitaci¨®n de armamentos nucleares de Ginebra. Lo que no sabemos todav¨ªa es si las conversaciones van a tener un nuevo car¨¢cter o bien volver¨¢n a sentarse los interlocutores en mesas separadas para tratar, por un lado, de armas nucleares de alcance medio (conversaciones INF), y por otro, de armas estrat¨¦gicas (START).Desde tiempo antes de retirarse los sovi¨¦ticos de las conversaciones se ven¨ªa discutiendo sobre la conveniencia o no de incluir en las mismas negociaciones los dos tipos de armas (medias y estrat¨¦gicas).
Para muchos observadores se trataba de conseguir un paquete de medidas que tuviese en cuenta el problema en su conjunto, si bien todos los expertos parecen estar de acuerdo con que se trata de un proceso lleno de dificultades t¨¦cnicas y que, por tanto, el discutir, en una misma mesa, de armas de alcance medio y largo podr¨ªa dificultar enormemente la marcha de las negociaciones. Sin duda, nos hallamos ante uno de los primeros temas que deber¨¢n afrontarse en Ginebra.
En todo caso, parecer¨ªa l¨®gico que se tratasen conjuntamente los dos tipos de armas, puesto que el umbral entre lo estrat¨¦gico y t¨¢ctico es bastante relativo. Para los europeos, por ejemplo, los misiles de crucero y los Pershing 2 son armas estrat¨¦gicas, mientras que para Estados Unidos se trata de armas t¨¢cticas, en tanto en cuanto no afectan directamente al territorio norteamericano.
Este-Oeste
Otra serie de elementos que deber¨¢ tenerse en consideraci¨®n a la hora de emprender las conversaciones es la evoluci¨®n de la situaci¨®n Este-Oeste desde el d¨ªa en que se suspendieron las conversaciones INF y START por la retirada de la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Precisamente, la retirada se produce, seg¨²n los sovi¨¦ticos, por el despliegue de los llamados euromisiles. Respecto a estas armas, habr¨ªa que recordar que empezaron a instalarse como resultado' de la llamada doble decisi¨®n. Seg¨²n esta postura occidental, cuya idea primera pertenece al ex canciller Helmut Schinidt, se trataba de iniciar conversaciones con al Uni¨®n Sovi¨¦tica para limitar el n¨²mero de misiles de alcance medio en Europa y a la vez hacer los preparativos necesarios para el despliegue de los misiles de crucero y Pershing 2 en una fecha fija.
En el fondo se trataba m¨¢s de una petici¨®n de los europeos a Estados Unidos de demostrar su compromiso con la defensa de Europa que de negociar con los sovi¨¦ticos, aunque esto ¨²ltimo, y como corolario, ser¨ªa muy bien visto por los Gobiernos occidentales, sobre todo como elemento le consumo dom¨¦stico ante una opini¨®n p¨²blica europea cada vez m¨¢s cr¨ªtica con los gastos militares, la carrera de armamentos la posibilidad de una confrontaci¨®n convencional y/o nuclear con el Este.
Precisamente por la presi¨®n de la opini¨®n p¨²blica norteamericana contra el gasto de Estados Unidos en defensa -que incluye, por supuesto, la defensa conivencional/nuclear de Europa- es por lo que Helmut Schmidt y los europeos occidentales deciden optar por la doble v¨ªa y comprobar hasta qu¨¦ punto la Administraci¨®n Reagan estaba dispuesta a seguir con -e incluso aumentar- su nivel de compromiso con Europa occidental en aquel momento.
Pues bien, los euromisiles ya est¨¢n desplegados. Estados Unidos ha demostrado que s¨ª est¨¢ dispuesto a asumir su parte de responsabilidad -incluso atendiendo peticiones de nulo car¨¢cter o validez militar- en la defensa de Europa. Pero los sovi¨¦ticos no han negociado, lo cual no entraba en los c¨¢lculos de Occidente.
No cabe duda, por tanto, de que en la ciudad suiza los negociadores deber¨¢n adoptar alg¨²n tipo de medida para resolver este dilema. En ello, sin duda, tienen bastante que decir los aliados europeos de Estados Unidos, pues si no apoyan alg¨²n tipo de moratoria en el despliegue, o incluso el desmantelamiento de los misiles de crucero y Pershing 2, dif¨ªcilmente podr¨¢ avanzarse en el camino de las negociaciones.
Lo curioso en esto es que, siendo inicialmente una idea de los europeos -que ahora empiezan a poner en cuesti¨®n-, sean los norteamericanos los que m¨¢s se opongan ahora, o al menos as¨ª parece, a cambiar el curso de los acontecimientos (v¨¦ase a tal efecto el debate euroamericano en el seno de la Alianza Atl¨¢ntica).
En las galaxias
Otro aspecto nuevo en la escena de las relaciones Este-Oeste, y que ha saltado a las p¨¢ginas de los peri¨®dicos en varias ocasiones, es la llamada guerra de las galaxias (en lo que quiz¨¢ sea un intento inconsciente de desdramatizar el peligro potencial de estas armas, d¨¢ndoles un nombre con reminiscencias cinematogr¨¢ficas llenas de efectos especiales):
Se trata de unos sistemas de armas capaces de interceptar y destruir -con rayos l¨¢ser en algunos casos- los mis¨ªles bal¨ªsticos intercontinentales en su trayectoria por la estratosfera. Tambi¨¦n podr¨ªan intervenir estas armas -en ¨®rbita en torno a la Tierra- contra otras armas similares que pudiesen lanzar al espacio los sovi¨¦ticos.
El primer problema que plantean hoy d¨ªa estas armas para Estados Unidos es que requieren unas inversiones alt¨ªsirlas en investigaci¨®n para su posterior desarrollo.
El presidente Ronald Reagan ha tenido, en ese sentido, muchos problemas con la C¨¢mara de Representantes y con el Senado a la hora de conseguir los fondos solicitados. Y esta dificultad no ha surgido ¨²nicamente por la inclinaci¨®n pacifista de los representantes del pueblo, sino por las cr¨ªticas surgidas de los t¨¦cnicos y cient¨ªficos expertos en la materia, que dudan mucho de la viabilidad pr¨¢ctica de un tipo de armas que hoy d¨ªa s¨®lo est¨¢ en una fase de anteproyecto y cuya posibilidad real de funcionamiento a corto plazo parece dudoso pueda asegurarse, a menos que se inviertan, como se ha dicho antes, inmensas cantidades de dinero. Y hasta qu¨¦ punto la econom¨ªa, la sociedad y el Gobierno de Estados Unidos est¨¢n dispuestos a asumir ese coste es una inc¨®gnita a¨²n, si bien todo parece indicar que el esfuerzo puede no dar los resultados deseados.
Pero no s¨®lo son las razones econ¨®micas o de pol¨ªtica dom¨¦stica las que parecen desaconsejar el desarrollo de dichas armas gal¨¢cticas.
Quiz¨¢ el aspecto m¨¢s grave de toda esta cuesti¨®n sea que la guerra de las galaxias deteriora seriamente una de las bases m¨¢s firmes del di¨¢logo-tensi¨®n entre el Este y Occidente: la garant¨ªa de vulnerabilidad mutua.
Vulnerabilidad mutua
Todo el proceso de conversaciones sobre limitaci¨®n de armamentos, como muy bien demostraron las SALT I y II, trata fundamentalmente de establecer los t¨¦rminos en base a los cuales se mantiene la vulnerabilidad mutua asegurada. No trata de limitaci¨®n de armas nucleares en el sentido estricto, sino ¨²nicamente de aquellas. armas que rompen la capacidad mutua de destrucci¨®n. Se trata, por tanto, de buscar el instrumento de gesti¨®n de la crisis Este-Oeste, de sentar las bases del desacuerdo, manteniendo, por supuesto, la din¨¢mica del terror mutuo. 0 lo que, dicho en rom¨¢n palad¨ªn, que sovi¨¦ticos y norteamericanos se pongan de acuerdo en que no est¨¢n de acuerdo.
En las conversaciones SALT I se trat¨® fundamentalmente de la limitaci¨®n en el n¨²mero y despliegue de misiles antibal¨ªsticos. (misiles antimisiles), que en siglas inglesas se conocen como ABM's.
Estos misiles son un sistema parecido al que ahora la Administraci¨®n Reagan quiere desarrollar en su programa de guerra de las galaxias, con la diferencia de que los ABM's se despliegan en tierra y no se lanzan al espacio, y que cuentan con cabezas nucleares en vez de un dispositivo l¨¢ser.
La raz¨®n por la cual sovi¨¦ticos y estadounidenses llegaron entonces a un acuerdo fue precisamente por la ruptura del equilibrio en la vulnerabilidad mutua. La Uni¨®n Sovi¨¦tica, por esas fechas, carec¨ªa de tecnolog¨ªa para desarrollar ABM's y Estados Unidos pod¨ªa ponerse a producirlos en cualquier momento. Eso dejaba al territorio de Norteam¨¦rica muy por debajo, en t¨¦rminos de vulnerabilidad, del umbral sovi¨¦tico. Adem¨¢s de esta ruptura en el equilibrio, para Estados Unidos exist¨ªa el peligro a?adido que significaba la dificultad de planificar las reacciones sovi¨¦ticas.
"Cuando un enemigo nos ve como menos vulnerables que ¨¦l, m¨¢s dif¨ªcil se nos hace prever sus reacciones", debieron pensar en Washington.
El resultado de las SALT I es que hoy d¨ªa Estados Unidos no dispone de ning¨²n ABM, mientras que los sovi¨¦ticos tienen como media docena, hoy obsoletos y a punto de ser retirados.
Garant¨ªas y santuarios
Sin duda, en Suiza, los sovi¨¦ticos y norteamericanos hablar¨¢n sobre todo de la forma de restablecer unas normas consensuadas para dirimir sus diferencias o "gestionar la crisis", que dicen los entendidos en la materia. Con ello buscan las garant¨ªas para santuarizar sus respectivos territorios y quiz¨¢ incluso el de sus aliados.
Para ello, en primer lugar, deber¨¢n encontrar alguna respuesta al problema planteado por los euromisiles, incluyendo, por supuesto, los S S-20 sovi¨¦ticos, y en segundo lugar, la limitaci¨®n o incluso la prohibici¨®n del desarrollo de sistemas que hagan variar el equilibrio de la vulnerabilidad mutua.
En el primer caso -los euromisiles-, en el horizonte no parece verse otra soluci¨®n que no sea la de un desmantelamiento simult¨¢neo, equilibrado y verificable. Lo cual -no se le escapa a nadie- es una tarea poco menos que imposible, dada la actual predisposici¨®n de las dos superpotencias a que la otra controle, Yupervise y verifique armas nucleares en su propio territorio. &Cabr¨ªa la posibilidad de una verificaci¨®n internacional mutuamente aceptada? Eso es algo que de momento tambi¨¦n parece dif¨ªcil.
En cuanto al segundo caso, el de la guerra de las galaxias, mucho depender¨¢ del avance de las conversaciones en general, aunque su limitaci¨®n o prohibici¨®n plantee muchos menos proble.nas t¨¦cnicos al tratarse de sistemas -a¨²n no desarrollados, silquiera como proyecto viable:
Por ¨²ltimo, no hay que olvidar que estas conversaciones, si bien bilaterales entre las dos superpotencias, se ver¨¢n afectadas y afectar¨¢n el desarrollo de los icontecimientos en la escena nundial.
La interacci¨®n entre lo que ocurre en el Norte santuarizado Estados Unidos-Europa-Jap¨®n) i el Sur en llamas es m¨¢s que evilente no s¨®lo en t¨¦rminos del binomio desarrollo-subdesarrollo, sino en cuestiones de paz y seguridad. Pero esto es tema para otro lugar y otro momento.
Carlos de la Serna es master en Relaciones internacionales por la London School of Economics.
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