El presidente de EE UU inicia su nuevo mandato con un voto de confianza a los moderados
Las luchas internas por la influencia en el poder de la Casa Blanca la cuesti¨®n de la relaci¨®n entre el d¨¦ficit p¨²blico y el gasto militar, y el futuro de las relaciones con la Uni¨®n Sovi¨¦tica, Centroam¨¦rica y Oriente Pr¨®ximo son los principales elementos que caracterizan a la Administraci¨®n del presidente Ronald Reagan de cara al segundo mandato de cuatro a?os. ?ste comenzar¨¢ con el acto inaugural de torna de posesi¨®n del cargo que el veterano presidente norteamericano, de 73 a?os de edad, jurar¨¢ el pr¨®ximo d¨ªa 20 en Washington, en las escalinatas del Capitolio.Los republicanos hab¨ªan logrado la mayor¨ªa en el Senado y formaban un equipo coherente detr¨¢s del presidente cuando el 20 de enero de 1981 Ronald Reagan jur¨® su cargo de jefe de Estado tras su victoria electoral frente al presidente dem¨®crata James Carter. Tambi¨¦n los miembros del flamante nuevo Gabinete se alineaban unidos detr¨¢s del programa de los reaganomics, que inclu¨ªa planes para una reducci¨®n fiscal, del 25% en tres a?os, promesas de equilibrio para el presupuesto, incremento del poder militar y recuperaci¨®n del prestigio de Estados Unidos en el mundo, que hab¨ªa salido muy mal parado tras la crisis de los rehenes norteamericanos en Teher¨¢n.
El electorado estadounidense corrobor¨® su confianza en el presidente tras los cuatro a?os de su primer mandato al confirmarle en su cargo -con una victoria aplastante en 49 de los 50 Estados de la Uni¨®n- en las elecciones del pasado 6 de noviembre.
?C¨®mo se presenta una segunda Administraci¨®n Reagan, con una proyecci¨®n de otros cuatro a?os en el poder? De momento, Reagan cuenta con un alto ¨ªndice de popularidad, que s¨®lo puede ver mermada por el deterioro de la recuperaci¨®n econ¨®mica.
Reagan comienza, tambi¨¦n, con un programa de reanudaci¨®n del di¨¢logo sobre control de armamento con la Uni¨®n Sovi¨¦tica, y en los c¨ªrculos de poder cercanos al presidente parece imponerse la l¨ªnea moderada, defendida por el secretario de Estado, George Shultz, frente a los duros del Departamento de Defensa y el Pent¨¢gono, que encabeza el secretario de Defensa, Caspar Weinberger.
Shultz, un aliado
Ronald Reagan, a la espera de cu¨¢les ser¨¢n los programas espec¨ªficos en reforma fiscal, recortes en el presupuesto -incluido el de Defensa- y resultados de las negociaciones con la Uni¨®n Sovi¨¦tica, parece haber dado un voto de confianza inicial a George Shultz, el hombre que mejor ilustra la facci¨®n moderada dentro de la Administraci¨®n Reagan, junto al influyente jefe de Gabinete de la Casa Blanca, James Baker.
Tras una primera Administraci¨®n Reagan de tono duro -pol¨ªtica de rearme, ruptura negociadora con la URSS, env¨ªo de marines a L¨ªbano e intervenci¨®n militar en la isla de Granada-, la segunda Administraci¨®n Reagan quiere comenzar con una aureola m¨¢s pacifista, bajo la influencia del revalorizado secretario de Estado, George Shultz. Por ahora, Shultz ha impuesto su criterio de continuar el di¨¢logo con la URSS -el 7 y 8 de enero en Ginebra-, ha depurado a una serie de embajadores eminentemente pro l¨ªnea dura, con unos cambios conocidos en Washington como la matanza de Navidad, cuyo fin es el de intentar lograr la preponderancia de lo diplom¨¢tico sobre lo militar -sobre todo en Centroam¨¦rica-, y ha subrayado p¨²blicamente sus divergencias, a lo largo de los ¨²ltimos discursos, frente a los puntos de vista del firme secretario de Defensa, Caspar Weinberger.
El presidente Ronald Reagan parece haberse inclinado a favor del programa moderado de Shultz, al menos como proyecci¨®n inicial hacia lo que ser¨¢ su segundo mandato.
Reagan ha aceptado la vuelta a la direcci¨®n de las negociaciones de Ginebra sobre control de armamentos de un hombre de George Shultz, el veterano Paul Nitze, que nunca ha gozado de las plenas simpat¨ªas del Pent¨¢gono, donde es considerado como un d¨¦bil, propenso a hacer concesiones a los sovi¨¦ticos.
Otra confirmaci¨®n de que la tendencia a la flexibilidad prevalece por el momento en la Casa Blanca, cristaliz¨® con el apoyo presidencial para que el Pent¨¢gono modere, cuanto menos, el gasto militar y recorte el presupuesto de Defensa, de 259.000 millones de d¨®lares (unos 44 billones de pesetas), para 1985.
Ronald Reagan tampoco ha ofrecido, por el momento, ning¨²n cargo m¨¢s cercano a los c¨ªrculos de la Casa Blanca a Jeane Kirkpatrick, la embajadora de EE UU en las Naciones Unidas e influyente te¨®rica de la postura firme en el conflicto centroamericano, que ha anunciado su pr¨®xima retirada de la escena pol¨ªtica, al no haber conseguido su prop¨®sito de ocupar un puesto m¨¢s influyente en la segunda Administraci¨®n Reagan.
Ronald Reagan tambi¨¦n deber¨¢ tener en cuenta que el ¨¦xito electoral personal que cosech¨® el pasado 6 de noviembre r¨ªo se reflej¨® en un aumento del poder republicano en el Capitolio, sede del Congreso de EE UU. En su segunda Administraci¨®n, Ronald Reagan tendr¨¢ m¨¢s dificultades para que sean aprobadas sus pol¨ªticas de reforma fiscal y nuevos programas militares -como la continuidad del proyecto de fabricaci¨®n de los misiles intercontinentales MX o el plan para defensa espacial denominado la guerra de las galaxias-, que chocar¨¢n con las reservas de los dem¨®cratas, que siguen controlando la mayor¨ªa de la C¨¢mara de Representantes e incluso de republicanos influyentes, que tienen la mayor¨ªa en el Senado, como el conservador Barry Goldwater, abiertamente opuesto al programa de Reagan para fabricar los misiles MX.
Por lo que se refiere a la personalidad de Reagan, se espera que ¨¦ste contin¨²e utilizando sus dotes de persuasi¨®n, de gran comunicador entre el poder y la opini¨®n p¨²blica. Reagan emplear¨¢, como hizo ya en su primer mandato, el apoyo de la opini¨®n p¨²blica cuando el Congreso sea reacio o contrario a algunos de los proyectos del presidente.
Caricaturizado como un presidente de 9 a 5, por sus exiguos horarios de trabajo, la segunda Administraci¨®n Reagan puede incluso ver reducida la actividad personal del casi senil presidente, que algunas veces incluso se duerme en sus reuniones de Gabinete.
Es probable que aumenten sus temporadas de vacaciones en su rancho californiano y que, progresivamente, los asuntos de gesti¨®n diaria en la Casa Blanca vayan trasvas¨¢ndose al vicepresidente, George Bush, hacia cuya personalidad apuntan los polit¨®logos como el l¨ªder que podr¨ªa sustituir a Ronald Reagan, en la elecci¨®n presidencial de 1988, para dar continuidad a un control republicano en la pol¨ªtica de Estados Unidos hasta casi ?a frontera del siglo XXI.
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