'Mariona Rebull', un cursi melodrama

Fue el cr¨ªtico Garc¨ªa Escudero quien adjudic¨® a Jos¨¦ Luis S¨¢enz de Heredia la paternidad de los g¨¦neros m¨¢s representativos de la posguerra. Raza, seg¨²n escribi¨®, fecha el origen del llamado cine-pol¨ªtico; La mies es mucha, el del religioso; El esc¨¢ndalo, el del literario; El destino se disculpa, el de la "pirueta inteligente"... Tanto es as¨ª, seg¨²n el ex director general de Cine, que hasta Mariona Rebull es registrada como precedente del neorrealismo espa?ol.El buen hacer del director y su inventiva parec¨ªan facilitar los caminos de lo que en cierto modo era un experimento: el de descubrir el cine de qualit¨¦ que pod¨ªa realizarse en el nuevo r¨¦gimen. S¨¢enz de Heredia fue el realizador que hab¨ªa encontrado el punto est¨¦tico de la burgues¨ªa triunfal. Con una elegancia que destacaba del cine de vulgar consumo, conjug¨® en ocasiones su serio tono de levita con picard¨ªas m¨¢s frivolonas (Yola, Si Fausto fuera Faustina, para las revistas de Celia G¨¢mez).

El tono redicho y a veces cursi de los textos se conjuga habitualmente en ellas con el acartonamiento de la moraleja y una escasa imaginaci¨®n en la puesta en escena. A ello se sumaba en ocasiones el bajo coste del presupuesto. Basta contemplar el primer plano de Mariona Rebull, con el tren a escala reducida que se finge un expreso elegant¨®n, para entender que no andaban sobrados de medios los cineastas espa?oles del momento.

El neorrealismo que Garc¨ªa Escudero encontraba en esta pel¨ªcula debe referirse a su localizaci¨®n hist¨®rica: el principio de siglo en la Barcelona industrial. La novela de Ignacio Agust¨ª, a la que sigui¨® El viudo Rius, que en la pel¨ªcula se condensa igualmente, centraba el melodrama amoroso en el panorama de los albores revolucionarios de la huelga general y la guerra de Marruecos. Pero sus planteamientos est¨¢n en las ant¨ªpodas de lo que los cineastas italianos ofrec¨ªan entonces al mundo (1947) a trav¨¦s del neorrealismo. C¨®mo esta Mariona Rebull interpreta la reivindicaciones obreras y con qu¨¦ elementos est¨¦ticos las ilustra no son precisamente perspectivas mod¨¦licas.

Los actores (Jos¨¦ Mar¨ªa Seoane, Blanca de Silos, Sara Montiel y Carlos Mu?oz) prolongan la ampulosidad de la pel¨ªcula. Juli¨¢n Romea, en el personaje del empleado Llovet que sacrifica su vida por el patr¨®n, conserva, sin embargo, esa admirable eficacia de los viejos secundarios. En su estreno en la Gran V¨ªa madrile?a todos obtuvieron un rotundo ¨¦xito. La pel¨ªcula se consider¨® una nueva gran aportaci¨®n a la cinematograf¨ªa nacional.