Un mutismo absoluto rode¨® los encuentros entre Shultz y Gromiko
M¨¢s de 100 fot¨®grafos y operadores de televisi¨®n esperaban a George Shultz frente a la puerta de la misi¨®n sovi¨¦tica a las 9.25, pese al intenso fr¨ªo. El secretario de Estado norteamericano se baj¨® de un coche acompa?ado por el asesor presidencial para la Seguridad Nacional, Robert McFarlane, mientras que los restantes miembros de la delegaci¨®n descend¨ªan de otros nueve veh¨ªculos. En el interior de la misi¨®n diplom¨¢t¨ªca, Shultz y Grorniko posaron para una breve sesi¨®n de fotos sentados bajo un retrato de Konstant¨ªn Chernenko. El ministro sovi¨¦tico pregunt¨® amablemente a su colega: "?Est¨¢ usted muy cansado?". "No", respondi¨® Shultz, "consegu¨ª dormir bastante bien en el avi¨®n". Cumplido el tr¨¢mite, comenz¨® el trabajo real.Las dos delegaciones conversaron durante tres horas y media, una m¨¢s de lo previsto. Una breve interrupci¨®n para almorzar, y otra reuni¨®n de la misma duraci¨®n, esta vez en la misi¨®n estadounidense. Shultz y Gromiko parecieron por la tarde especialmente interesados en mostrarse joviales y animados, tal vez porque ya corr¨ªan los primeros rumores sobre su desacuerdo. Fuentes diplom¨¢ticas occidentales, pero no norteamericanas, insinuaron que el encuentro podr¨ªa finalizar sin agenda, pero que los dos ministros anunciar¨ªan que volver¨¢n a reunirse, tal vez en Mosc¨² y tal vez en marzo. Se tratar¨ªa de una operaci¨®n de cosm¨¦tica para no cortar demasiado de cuajo las expectativas que levant¨® el encuentro. Si no estamos de acuerdo en cuestiones concretas -podr¨ªan venir a decir-, al menos compartimos sinceramente el deseo de seguir hablando. Seg¨²n un alto funcionario occidental, citado por la agencia Reuter, "ser¨ªa sorprendente si Shultz y Gromiko logran dise?ar una agenda en Ginebra". La curiosidad en los pasillos del hotel ginebrino donde se ha instalado el centro de prensa gira en torno a la conferencia televisada que ofrecer¨¢ ma?ana, mi¨¦rcoles, el presidente Ronald Reagan. Pasa a la p¨¢gina 3
Reagan ser¨¢ el primero en adelantar ma?ana el futuro de las negociaciones entre las superpotencias
Viene de la primera p¨¢ginaEs obvio que Ronald Reagan, 24 horas despu¨¦s de acabado el en cuentro entre George Shultz y Andrei Gromiko, tendr¨¢ que explicar en su encuentro con los periodistas cu¨¢l es el futuro de las conversaciones sobre control de armamentos. Lo que no est¨¢ claro es si Reagan ha reclamado el primer plano porque desea asumir la res ponsabilidad de un moment¨¢neo fracaso o si, por el contrario, todas las impresiones son falsas y el presidente norteamericano se reserva el derecho a anunciar personal mente buenas noticias. En cualquier caso, Reagan tendr¨¢ que disipar la molesta publicidad que han dado todos los medios de comunicaci¨®n a las diferencias internas dentro de la delegaci¨®n negociadora que ha enviado a Ginebra. El ex subsecretarlo de Estado, Lawrence Eagleburger, ha elegido precisamente este momento para afirmar p¨²blicamente que el enfrentamiento entre halcones y palomas en los centros de decisi¨®n norteamericanos puede paralizar todas las conversaciones de desarme. Reagan tendr¨¢ que demostrar que posee la autoridad suficiente como para dirimir las diferencias e implantar un criterio ¨²nico.
En Ginebra se dice que Richard Perle -subsecretario de Defensa, superhalc¨®n y hombre muy influyente, pese a su relativamente modesto cargo- est¨¢ absolutamente enfrentado con R¨ªchard Burt -subsecretario de Estado-, que no se recata en calificar de peligrosa la actitud del Pent¨¢gono. En Washington el portavoz de Reagan, Larry Speakes, tuvo que desmentir tambi¨¦n ayer los rumores que hablaban de que McFarlane ha sido enviado a Ginebra para marcar a Shultz, en quien el presidente no tendr¨ªa depositada toda su confianza. El consejero de Seguridad Nacional se encuentra en la ciudad helv¨¦tica, seg¨²n Speakes, "porque el presidente y el secretario de Estado quer¨ªan que estuviera all¨ª".
Fuentes, norteamericanas, sin embargo, insist¨ªan a ¨²ltima hora en que el di¨¢logo con la Uni¨®n Sovi¨¦tica, prospere o no el encuentro de Ginebra en forma de una agenda, seguir¨¢ adelante. No es coincidencia, advierten, que estos d¨ªas se encuentre en Mosc¨² una delegaci¨®n presidida por el subsecretario de Comercio, Internacional,Lionel Olmer, encargado de mejorar las relaciones econ¨®micas entre las dos superpotencias. La visita, la m¨¢s importante desde 1978, demostrar¨ªa el deseo norteamericano de no presionar comercialmente a la URSS, tal y como los sovi¨¦ticos temieron a ra¨ªz del boicoteo del gasoducto siberiano.Algunos observadores estiman, sin embargo, que ser¨¢ el encuentro de Ginebra el que d¨¦ el tono del segundo mandato de Reagan, y que Washington y Mosc¨² realizar¨¢n un ¨²ltimo esfuerzo para poder presentar ante la opini¨®n p¨²blica algo m¨¢s que el puro deshielo formal. "La entrevista de hoy ha sido positiva", explic¨® algo enigm¨¢ticamente una fuente estadounidense.Adem¨¢s de asistir a las entrev¨ªstas, algunos miembros de la delegaci¨®n norteamericana han desarrollado otras actividades, como es el caso de Richard Burt, quien recibi¨® el domingo por la noche a la mujer del disidente sovi¨¦tico encarcelado Anatoli Charanski. Av?tal Charanski manifest¨® que ten¨ªa esperanzas de que la situaci¨®n de su esposo ser¨ªa tratada por Shultz y Gromiko.Los pacifistas tambi¨¦n haii hecho o¨ªr su voz con motivo de este encuentro. Los movimientos por la paz belga, holand¨¦s y germano federal han pedido a norteamericanos y sovi¨¦ticos que suspendan el despliegue de misiles de alcance medio en Europa en tanto duren las negociaciones de Ginebra. Las negociaciones sobre el desarme "no conseguir¨¢n resultados concretos m¨¢s que si van acompanadas de iniciativas precisas e independientes tanto por parte de las dos superpotencias como de los Estados afectados", dicen.
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