Reagan reajusta su equipo de gobierno y permuta al ministro del Tesoro por su jefe de Gabinete
Ronald Reagan sorprendi¨® ayer al Washington pol¨ªtico con el anuncio de que James Baker III deja el puesto clave de jefe de Gabinete de la Casa Blanca para pasar a ocupar la Secretar¨ªa del Tesoro, uno de los ministerios m¨¢s importantes de la Administraci¨®n. Donald T. Regan, el actual secretario del Tesoro, pasa al cargo de Baker y se convierte as¨ª en el hombre m¨¢s pr¨®ximo al presidente, un aut¨¦ntico primer ministro para asuntos de pol¨ªtica interna. Los sectores m¨¢s ultramontanos ver¨¢n con alivio la salida de Baker de la Casa Blanca, pero Donald Regan, un conservador moderado, no es tampoco uno de los suyos.
Cuando se supo, poco despu¨¦s de las nueve de la ma?ana, que el presidente har¨ªa un anuncio importante, todo el mundo pens¨® que estaba relacionado con las conversaciones de Ginebra. Ronald Regan inund¨® de elogios a los dos hombres que cambia de puesto e inform¨® que Baker, un rico abogado tejano de 54 a?os, ser¨¢ "el principal portavoz econ¨®mico" de su Administraci¨®n, y que continuar¨¢ formando parte del Consejo Nacional de Seguridad.Donald Regan, un financiero de 66 a?os, es un hombre de Wall Street, de gran competencia t¨¦cnica, que ha defendido vigorosamente la filosof¨ªa econ¨®mica de libre mercado y la reducci¨®n de impuestos del presidente.
Reagan le calific¨® ayer como un "buen administrador, con experiencia internacional, respetado por los miembros del Congreso". Donald Regan, que sirvi¨® en los marines al igual que Baker, formar¨¢ tambi¨¦n parte del Consejo Nacional de Seguridad y del Gabinete.
Para los conservadores este cambio puede suponer un alivio, ya que consideran a Baker -un abogado millonario experto en Derecho financiero y un republicano moderado, muy pr¨®ximo al vicepresidente, George Bush-, como un pragm¨¢tico peligroso. Para los sectores de la nueva derecha, Baker estaba consiguiendo que Ronald Reagan abandonara sus promesas electorales m¨¢s derechistas en cuestiones morales y sociales. Sin embargo, Donald Regan no era, en ning¨²n caso, el candidato ideal que quer¨ªan colocar junto al presidente.
El Congreso reaccion¨® positivamente a estos cambios, ya que sit¨²an en la Casa Blanca a un hombre muy preocupado por combatir el d¨¦ficit p¨²blico, que frisa en los 200.000 millones de d¨®lares. Las relaciones de la Casa Blanca con los parlamentarios sobre el dificil problema de los recortes presupuestarios pueden mejorar debido a la habilidad de Baker en sus relaciones con el poder legislativo y a su amistad con Reagan.
La influencia de Nancy
Los hombres del presidente, los californianos que han formado el c¨ªrculo ¨ªntimo de Ronald Reagan desde su primera victoria electoral, comienzan a abandonar la Casa Blanca ante la desesperaci¨®n de la nueva derecha, que estima que el presidente se convertir¨¢ en este segundo mandato en un prisionero de asesores pragm¨¢ticos y moderados. Para colmo, Nancy Reagan, la primera asesora del presidente, est¨¢ utilizando su influencia para mover a su marido desde la extrema derecha al centro pol¨ªtico, seg¨²n ha revelado esta semana la revista Time.
En los ¨²ltimos d¨ªas, dos hombres clave en el entorno presidencial han anunciado su decisi¨®n de abandonar la pol¨ªtica: Michael Deaver, de 46 a?os, segundo jefe de Gabinete de la Casa Blanca, y William Clark, ministro del Interior y el canal de comunicaci¨®n que utilizaban los ultraconservadores para llegar al presidente. Un tercer personaje, Ed Meese, tambi¨¦n miembro del clan de los californianos y asesor de Reagan en la Casa Blanca durante el primer mandato, deja la residencia presidencial y ser¨¢ el pr¨®ximo ministro de Justicia.
Deaver, que lleva 18 a?os con los Reagan y que es considerado por ¨¦stos casi como un hijo, se va oficialmente porque su salario anual de 72.000 d¨®lares (unos 12 millones y medio de pesetas) le ha quedado peque?o. Este confidente de Nancy Reagan que todas las tardes suele subir a las habitaciones privadas de la Casa Blanca para tomar una copa y charlar con la primera familia del pa¨ªs, se queja de que el coste de la vida en Washington es muy alto.
La p¨¦rdida de Deaver no ser¨¢, sin embargo, tan llorada por los sectores derechistas como por el propio Reagan, que ha afirmado que gran parte del ¨¦xito obtenido en su primer mandato y la reelecci¨®n se debe a Deaver. Este hombre, de baja estatura, cabeza de huevo y gafas de concha, sin grandes calificaciones profesionales previas, es el cerebro que ha proyectado a Ronald Reagan como el mejor comunicador pol¨ªtico en la historia de la televisi¨®n.
Para los sectores derechistas esta p¨¦rdida de influencia en el entorno presidencial es a¨²n m¨¢s grave, ya que piensan que Reagan ha entregado la pol¨ªtica exterior en manos de dos conservadores moderados: el secretario de Estado, George Shultz, y el consejero de Seguridad Nacional, Robert McFarlane. Con un presidente de 73 a?os, que profundiza poco en los informes y prefiere delegar, la personalidad de sus asesores m¨¢s pr¨®ximos cobra gran importancia e influencia.
Seg¨²n los expertos en pasillos de la Casa Blanca, Nancy Reagan ha sido clave a la hora de decidir el equilibrio de la balanza. La primera dama ha apostado por los pragm¨¢ticos y en contra de los ide¨®logos conservadores, el sector bautizado como true believers (verdaderos creyentes).
La revista Time revela esta semana que el pasado oto?o el ministro de Asuntos Exteriores sovi¨¦tico, Andrei Gromiko, le pregunt¨® en la Casa Blanca a Nancy si su marido era amante de la paz o de la guerra. La primera dama contest¨®: "De la paz". "?Est¨¢ usted segura?", replic¨® el veterano pol¨ªtico sovi¨¦tico. "S¨ª", contest¨® Nancy. "Entonces", le dijo Gromiko, "h¨¢blele de paz al o¨ªdo todas las noches". "Lo har¨¦", contest¨® la primera dama, "pero tambi¨¦n en el suyo".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.