Converg¨¨ncia, a merced de Pujol
La estructura de poder del partido que gobierna Catalu?a recae sobre el presidente de la Generalitat
J. L. MARTINEZ IB??EZ Jordi Pujol es un l¨ªder populista y en privado admite esta definici¨®n. Suele repetir, por ejemplo, que los mensajes "han de dirigirse al gran pueblo" y que "Ios partidos no deben cultivar el elitismo". Como en una fuerza populista cl¨¢sica, el l¨ªder de CDC dispone de un gran poder para dirigir, nombrar y destituir: todo gira en tomo suyo, y ¨¦l debe decidir desde c¨®mo hay que hacer un congreso hasta cu¨¢l es la fecha adecuada.
No puede calificarse a Converg¨¨ncia como un partido presidencialista, pues precisamente su presidente, Ram¨®n Trias Fargas, al que se considera menos populista que Pujol, pero con una ideolog¨ªa m¨¢s cohesionada, est¨¢ claramente situado en una l¨ªnea secundaria del poder. En el n¨²cleo s¨®lo esta afincado el secretario general, Jordi Pujol. ?sta es la caracter¨ªstica m¨¢s acusada de la estructura convergente. Hay otras, como que las potestades del resto de la familia de dirigentes de CDC emanan sistem¨¢ticamente de Pujol y sistem¨¢ticamente se ejercen por delegaci¨®n.
Idealismo y dinero
El carisma de Pujol no es ficticio: nace de la conjunci¨®n de sus condiciones pol¨ªticas y de sus cualidades personales, que no se repiten en ning¨²n compa?ero de partido. Tiene dotes de mando, aunque eran m¨¢s acusadas a principio de los a?os cincuenta, cuando los pol¨ªticos catalanes hablaban de ideas, y Pujol, de resultados concretos. A ello une intuici¨®n. Cuando cre¨® el partido, en 1974, ¨¦l ya estaba convencido de que las luchas electorales se ventilar¨ªan en el futuro con dinero y organizaci¨®n. Conjug¨® perfectamente el idealismo, el carisma y el dinero, y Banca Catalana fue una poderosa herramienta al servicio de su concepci¨®n pol¨ªtica. La mejor de las virtudes pol¨ªticas de Pujol, y la que permite entender m¨¢s claramente c¨®mo se reparte el poder en Converg¨¨ncia, es su capacidad para nuclear. El l¨ªder convergente es un hombre de poder "muy duro", afirman algunos de sus compa?eros, con un cometido fundamental en el partido: hacer de n¨²cleo y tender m¨²ltiples relaciones bilaterales. Sin embargo, algunos sectores convergentes dudan de que conserve la peculiaridad b¨¢sica de los l¨ªderes que ¨¦l demostr¨® tener a finales de los a?os cincuenta: la de proyectar ideas nuevas.
Su liderazgo no est¨¢ en peligro, seg¨²n la opini¨®n generalizada. Quienes le critican, lo hacen en voz baja. Ha perdido alguna de sus capacidades, como la de conducir los sectores financieros y econ¨®micos catalanes. La confianza empresarial en Pujol se esfum¨® tras la crisis de Banca Catalana, la famosa banca que, en opini¨®n de gente de CDC, tanto influy¨® en la evoluci¨®n de un Pujol-creador, en la d¨¦cada de los cincuenta, al tycoon, el Pujol-magnate, que actualmente es. Mal¨¦volamente, en Converg¨¨ncia se dice que Roca limita con Pujol y con su propia capacidad. Roca es, indudablemente, el capital pol¨ªtico m¨¢s importante de CDC despu¨¦s de Pujol y el n¨²mero dos. Por delegaci¨®n del l¨ªder, domina de forma absoluta el aparato organizativo convergente, aunque no en contra de Pujol, porque Pujol es el aparato en s¨ª. Se le concept¨²a como un pol¨ªtico de virtudes probadas: activo y creativo, aunque superficial.
El poder de Roca se ha aquilatado desde 1977, cuando Pujol dispon¨ªa de ¨¦l en Madrid para sus recados. Ahora es aclamado por el reformismo, la operaci¨®n convergente en pol¨ªtica espa?ola, y ha logrado relaciones propias con los sectores econ¨®micos de Catalu?a y Madrid, la base para moverse en el futuro.
Roca, al igual que Maci¨¤ Alavedra y Josep Maria Cullell, n¨²meros tres y cuatro en la estructura de poder de Converg¨¨ncia, no tiene hoy por hoy capacidad para congregar al conjunto del partido si faltara Pujol. Los tres dependen de ¨¦l y son posibles deffines, y Alavedra y Cullell con la ventaja de ser diputados del Parlamento de Catalu?a, una condici¨®n necesaria para llegar a la Generalitat. Siendo las interrelaciones y las pugnas sordas unos h¨¢bitos bien instalados en CDC, lo son m¨¢s en la c¨²pula de poder. Cada uno ejerce el que le ha prestado Pujol mientras perfila su propia influencia pol¨ªtica, vigilando los progresos de los otros.
Por su funci¨®n de consellers de la Generalitat, Alavedra y Cullell reflejan otra de las singularidades de la correlaci¨®n de fuerzas que existe en CDC: la influencia de los codirigentes est¨¢ tambi¨¦n en funci¨®n de su papel en el Gobierno aut¨®nomo. En esa marat¨®n con miras al futuro, Alavedra se proyecta en CDC peor que Cullell, pero despierta m¨¢s confianza entre los militantes. Da imagen de hombre fuerte y tranquilo, sin grandes ideas, pero incapaz de piruetas aventureras, regular, de buenas digestiones y de gran tradici¨®n familiar catalanista.
Alavedra se independiz¨® con elegancia de Trias y facilit¨® los planes de Pujol de diluir en Converg¨¨ncia a la Esquerra Democr¨¤tica que dirig¨ªa Trias. No hubiera tenido ning¨²n papel sin ese pacto con Pujol, y el que le han dado ha sabido administrarlo.
Los ejecutores
La actual influencia de Cullell en Converg¨¨ncia parece ligeramente mermada. Aunque es el Boyer de la Generalitat, su poder procede, como el de todos, de Pujol, y en s¨ª mismo no tiene mucho. A?os atr¨¢s capitaneaba una especie de corriente gauchista en CDC y despertaba simpat¨ªas entre los j¨®venes y los contrarios a Roca. Ahora ha desconcertado al partido: apenas act¨²a en ¨¦l, tiende a preocuparse excesivamente de su futuro personal y se limita a sus responsabilidades en el Gobierno catal¨¢n.
La base de la pir¨¢mide de poder de Converg¨¨ncia es feudo de los apparatchik, los que en el aparato convergente ejecutan las directrices que, invariablemente, o emanan de Pujol o tienen su visto bueno. Para comprender esto falta referirse a un cambio sustancial que se oper¨® en CDC un mes antes de las elecciones de 1977. Hasta entonces, el Consell Nacional (m¨¢ximo ¨®rgano de gobierno entre congresos) pesaba como tal y fiscalizaba a Pujol, pese a su autoridad.
Como refuerzo para la consulta electoral, de la mano de Pujol y Roca, desembarc¨® en el partido una pl¨¦yade de funcionarios-liberados que se afincaron. A trav¨¦s de ellos, asalariados y nombrados digitalmente, se transmiten desde entonces las decisiones. Esto se consagr¨® en 1979. Los apparatchik han cumplimentado desde entonces otra tarea: dar la impresi¨®n de una s¨®lida unidad interna en CDC, eliminando toda discordancia. El apparatchik por excelencia es el responsable de Organizaci¨®n, Antoni Comas, el abominable hombre de las siete. Comas se gan¨® este apodo cuando decidi¨® presentarse a las siete de la ma?ana en los locales de Converg¨¨ncia, para esperar all¨ª a los funcionarios, el d¨ªa en que estren¨® temporalmente el cargo de delegado de Pujol para los asuntos internos del partido. Es el primero de la l¨ªnea de ejecutores, no influye en CDC, pero sirve a la direcci¨®n, casi ciegamente, con escasa iniciativa propia.
Otros ejecutores notables, bien en el partido o en el campo com¨²n partido-Gobierno, son Francesc Gordo, Arcadi Calzada, Antoni Subir¨¢ y Llu¨ªs Prenafeta. Calzada empieza a pesar en esta ¨²ltima etapa de CDC por su condici¨®n de vicepresidente primero del Parlament, y ya es uno de los canales de Pujol para incidir en esta instituci¨®n. Gordo, ex director general del Instituto de Servicios Sociales, apenas tiene ascendiente en Converg¨¨ncia, pero est¨¢ bien relacionado con el aparato, por lo que ascender¨¢ en el escalaf¨®n y entrar¨¢ en la ejecutiva como responsable de finanzas. Es el cajero de las operaciones importantes, fiestas multitudinarias, campa?as electorales y congresos.
Subir¨¢ y Prenafeta son dos ejemplos de cargo de confianza. Prenafeta, secretario de la Presidencia de la Generalitat, es un hombre poco popular y poco pol¨ªtico, pero muy poderoso por su completa fidelidad y proximidad f¨ªsica al l¨ªder. Apenas se mueve en CDC e influye en la medida en que los asuntos del partido relacionados con la Generalitat pasan por sus manos. Subir¨¢ est¨¢ casado con una prima hermana de Pujol. No influye en la militancia y se le considera con escaso sentido pol¨ªtico, pero, existiendo Pujol, eso no es ning¨²n inconveniente. Porque el l¨ªder de CDC no es como su admirado Prat de la Riba, que sol¨ªa afirmar: "Para cada funci¨®n, el hombre m¨¢s capaz".
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